De Ángela María Robledo sobre Marta Lucía Ramírez
Ángela María Robledo
“Invitamos a líderes políticos de diversas orillas y a nuestros columnistas a reconocer algo valioso en aquellos con quienes usualmente están en desacuerdo e, incluso, en confrontación. (...) En la política se combaten ideas, no personas”. Editorial El Espectador (22-12-2024)
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
“Invitamos a líderes políticos de diversas orillas y a nuestros columnistas a reconocer algo valioso en aquellos con quienes usualmente están en desacuerdo e, incluso, en confrontación. (...) En la política se combaten ideas, no personas”. Editorial El Espectador (22-12-2024)
DE: Ángela María Robledo, miembro independiente de la junta directiva de Ecopetrol
PARA: Marta Lucía Ramírez, exvicepresidenta de la República
“La política como el arte de estar juntos los distintos”. Esta frase de la filósofa alemana Hannah Arendt ha sido no solo una inspiración en mi biografía como mujer política, sino también he buscado volverla una praxis que guíe mis acciones. He querido ser una tejedora de alianzas y proyectos, y hacerlo en medio de las diferencias, en un país roto por la guerra.
Por estas razones me ha resultado tan difícil referirme en este texto a una figura que haya considerado antagónica frente a los sueños y las propuestas que he liderado por tantos años en el marco de la democracia representativa. Al escudriñar un poco más en esta travesía por el mundo político, recuerdo el momento en el cual quizá se hizo más clara la condición agónica de esta contienda política: fue durante la campaña a la Presidencia y Vicepresidencia de 2018-2022. Cuatro mujeres: Clara López, Claudia López, Marta Lucía Ramírez y yo, éramos las fórmulas vicepresidenciales de Humberto de la Calle, Sergio Fajardo, Iván Duque y Gustavo Petro, respectivamente; un hecho inédito en los procesos electorales de nuestro país.
En la medida en que avanzaba la campaña y se perfilaba una segunda vuelta entre Iván Duque y Gustavo Petro, mi relación con Marta Lucía Ramírez se volvió más difícil, más contenciosa. Nuestra propuesta de Colombia Humana buscaba justicia social, respeto a la diversidad, protección del ambiente y la paz. Iván Duque prometía básicamente volver a la seguridad democrática, a la mano dura y al debilitamiento de lo público.
El momento de mayor tensión entre Marta Lucía y yo se produjo cuando, en una entrevista que compartíamos en un medio televisivo, le pregunté por su participación como ministra de Defensa de Álvaro Uribe en la Operación Orión, en la Comuna 13 de Medellín. Operación en la cual, a través de múltiples testimonios e imágenes fotográficas, se había comprobado la colaboración entre algunos integrantes del Ejército y fuerzas paramilitares, quienes a sangre y fuego irrumpieron en ese territorio, sembrando terror en sus habitantes por la desaparición de decenas de jóvenes.
Después de este episodio Marta Lucía no volvió a aceptar espacios para debatir las propuestas que tanto ella como yo queríamos presentarle a Colombia. Ella, desde su larga trayectoria como mujer conservadora y servidora pública, y yo, como una mujer feminista que desde el Congreso me había destacado como defensora de la paz y de los derechos humanos.
En medio de nuestras radicales diferencias frente al manejo de los recursos públicos, la defensa de la paz y el cuidado de la vida, siempre he reconocido en Marta Lucía Ramírez su tenacidad para moverse de manera exitosa en medio de tantos hombres de los partidos políticos en los cuales ha militado, quienes quisieron opacarla y nunca lo lograron. De nuevo acudo al recuerdo de la campaña que compartimos y a las constantes referencias que, en los debates previos a la primera vuelta, hacíamos tanto ella como yo sobre lo que significaba para las mujeres destacarse en un medio tan hostil, a partir de nuestro trabajo riguroso y persistente.
También he admirado su laboriosidad y fuerza para afrontar tanto momentos de adversidad personal como su distanciamiento con el presidente Duque durante los últimos meses de gobierno.
Hoy, lejos ya del fragor de una campaña política y de los reflectores de las cámaras, me gustaría sentarme con ella para reflexionar sobre nuestras trayectorias políticas y, de alguna manera, hacer un balance sobre lo que hemos vivido. Al fin y al cabo somos mujeres que hemos abierto caminos para que muchas más lleguen a feminizar la política.
Lea todas las columnas del especial aquí.