De David Luna sobre María del Mar Pizarro
David Luna
“Invitamos a líderes políticos de diversas orillas y a nuestros columnistas a reconocer algo valioso en aquellos con quienes usualmente están en desacuerdo e, incluso, en confrontación. (...) En la política se combaten ideas, no personas”. Editorial El Espectador (22-12-2024)
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“Invitamos a líderes políticos de diversas orillas y a nuestros columnistas a reconocer algo valioso en aquellos con quienes usualmente están en desacuerdo e, incluso, en confrontación. (...) En la política se combaten ideas, no personas”. Editorial El Espectador (22-12-2024)
DE: David Luna, senador de Cambio Radical
PARA: María del Mar Pizarro,
A María del Mar Pizarro la conocí en el Congreso, aunque nuestro primer encuentro fue virtual, a través de un cruce de trinos. Yo estaba desarrollando un debate de control político sobre el sector vivienda cuando recibí un tweet suyo llamándome “descarado” por la información que había publicado. No era ningún descaro; a día de hoy, las cifras siguen dándonos la razón.
Le respondí agradeciendo la crítica y compartiendo algunos argumentos sobre mi posición. Claro, su mensaje incluía una acusación en mi contra, pero ese no es el propósito de esta columna.
Los ánimos en el Congreso suelen ser tensos, pero lo cierto es que, en ocasiones, estamos menos enfrentados de lo que parece en la conversación pública, especialmente en redes sociales. Es un mea culpa que debe asumir el mundo político en general. Por eso, cuando asumí mi cargo como senador, lo hice bajo una premisa clara: “Oposición, pero no daño”.
Meses después, conocí a María del Mar en persona, en un foro al que fuimos invitados. Allí descubrí a una congresista sensata, preparada y firme en sus posiciones, pero sobre todo, a una mujer respetuosa, tolerante y profundamente humana.
María del Mar es una líder innata, algo que nos une porque ambos compartimos historias de liderazgo juvenil. Ella inició su carrera como representante estudiantil en la Universidad de los Andes, dirigió el Club del Debate y fundó Sin Corbata, un periódico que sigue vigente.
Aunque nuestras diferencias ideológicas son significativas, diría incluso abismales, hemos encontrado puntos en común. En los debates solemos estar en posiciones opuestas sobre el contexto económico y fiscal del país, pero coincidimos en preocupaciones claves, como la gestión del Invima y los desafíos del sector minero energético.
María del Mar destaca por su rigor y dedicación en cada tema que aborda. Además, es una de las pocas congresistas que apuesta por la tecnología como motor de desarrollo. Conoce el sector privado, tiene una empresa y, en 2017, fue reconocida con el premio Mujeres que Impactan.
En medio del océano de información que hoy tenemos en las redes sociales, todos competimos por atención, es allí donde nace la política de la pirotecnia: un círculo vicioso alimentado de emocionalidad, ataques e intolerancia. Una política de entretenimiento a la que personalmente yo no lo jalo; por eso incluso me dicen que soy muy acartonado. Y mientras en el Capitolio entre colegas que pensamos distinto nos saludamos, nos estrechamos las manos e intentamos llegar a consensos, en redes sociales nos enfrentamos llenando los imaginarios de la ciudadanía.
Giorgi y Kriffer (2020) afirman que el odio moderno es fundamentalmente escrito. Escrito, porque nos aleja de la realidad, del diálogo y de los acuerdos. Por eso, hoy quise destacar a María del Mar. Porque, en medio de las diferencias, es posible construir país. Porque en el disenso también debe haber algo que no podemos perder: la responsabilidad.
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