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Hoy, en el aniversario del primer mes del fallecimiento de Juan Pablo Ruiz Soto, nosotros su familia queremos hacerle un homenaje y darle una vez más las gracias por el inmenso legado que nos deja.
Juan Pablo fue un hombre de familia. Fue muy divertido compartir la vida con él: hacer mercado, subir las altas montañas o simplemente conversar en el sofá. Cada momento con Juan Pablo estaba lleno de humor, de alegría y de historias. Siempre había temas de conversación, asuntos que pensar, análisis que hacer, retos deportivos que emprender y lugares por conocer.
Juan Pablo era un hombre global y local. Global porque lo que hizo trascendió Colombia: llevó los sistemas silvo-pastoriles, los pagos por servicios ambientales a varias partes del mundo, también los debates en torno al fracking. Escaló las cimas colombianas y subió las 7 cumbres, entre ellas el Everest. Colombia fue su gran inspiración.
Paola, su esposa, y sus hij@s continuarán llevando su legado ambiental a cualquier parte del mundo donde estén trabajando.
Juan Pablo también era local; decía siempre: “hechos, no palabras”. Hace más de veinte años él y su familia empezaron a restaurar paisajes degradados en la finca “Naranja, Café y Pimienta” en Machetá, Cundinamarca. Allí Juan Pablo y Paola pusieron en práctica lo que venían predicando en su trabajo. La finca se transformó en una Reserva Natural con producción de café con sombra, sistema de ganadería silvo-pastoril, miel, caña de azúcar y bosques. Cuando llegaron había diez especies de aves y ahora hay más de cuarenta; hay ardillas y serpientes; se logró la restitución del agua de fuentes naturales y se fijó carbono en el suelo.
El último mes con Juan Pablo fue un mes lindo, intenso, lleno de amor y comunicación profunda. Juan Pablo sintió todo el cariño, la admiración, la fuerza de Colombia, de Washington donde vivió y de Italia, el país que lo acogió.
Los artículos que se escribieron sobre él, los videos, las llamadas, los homenajes, las visitas de la familia y de los amigos fueron para él fuente de inmensa felicidad. Aun estando en su cama en el hospital y luego en su casa, sus amigos llegaron a acompañarlo.
Esta energía, este afecto y esta admiración se levantaron y se han quedado para siempre. Él sintió que dejó a su familia equipada y en buenas manos con el cariño y la calidez de los amigos, un precioso tesoro que nos ayudará a todos a alcanzar las cumbres más altas de la vida.
Por esto les queremos agradecer. Continuaremos con su maravillosa obra.