Paso a paso: “Cómo vamos, vamos bien”
Paola Agostini, Juana Ruiz, Antonia Ruiz, Simonpietro Ruiz, Cesare Caputo y Livio Caputo
Hoy, en el aniversario del primer mes del fallecimiento de Juan Pablo Ruiz Soto, nosotros su familia queremos hacerle un homenaje y darle una vez más las gracias por el inmenso legado que nos deja.
Juan Pablo fue un hombre de familia. Fue muy divertido compartir la vida con él: hacer mercado, subir las altas montañas o simplemente conversar en el sofá. Cada momento con Juan Pablo estaba lleno de humor, de alegría y de historias. Siempre había temas de conversación, asuntos que pensar, análisis que hacer, retos deportivos que emprender y lugares por conocer.
Juan Pablo era un hombre global y local. Global porque lo que hizo trascendió Colombia: llevó los sistemas silvo-pastoriles, los pagos por servicios ambientales a varias partes del mundo, también los debates en torno al fracking. Escaló las cimas colombianas y subió las 7 cumbres, entre ellas el Everest. Colombia fue su gran inspiración.
Paola, su esposa, y sus hij@s continuarán llevando su legado ambiental a cualquier parte del mundo donde estén trabajando.
Juan Pablo también era local; decía siempre: “hechos, no palabras”. Hace más de veinte años él y su familia empezaron a restaurar paisajes degradados en la finca “Naranja, Café y Pimienta” en Machetá, Cundinamarca. Allí Juan Pablo y Paola pusieron en práctica lo que venían predicando en su trabajo. La finca se transformó en una Reserva Natural con producción de café con sombra, sistema de ganadería silvo-pastoril, miel, caña de azúcar y bosques. Cuando llegaron había diez especies de aves y ahora hay más de cuarenta; hay ardillas y serpientes; se logró la restitución del agua de fuentes naturales y se fijó carbono en el suelo.
El último mes con Juan Pablo fue un mes lindo, intenso, lleno de amor y comunicación profunda. Juan Pablo sintió todo el cariño, la admiración, la fuerza de Colombia, de Washington donde vivió y de Italia, el país que lo acogió.
Los artículos que se escribieron sobre él, los videos, las llamadas, los homenajes, las visitas de la familia y de los amigos fueron para él fuente de inmensa felicidad. Aun estando en su cama en el hospital y luego en su casa, sus amigos llegaron a acompañarlo.
Esta energía, este afecto y esta admiración se levantaron y se han quedado para siempre. Él sintió que dejó a su familia equipada y en buenas manos con el cariño y la calidez de los amigos, un precioso tesoro que nos ayudará a todos a alcanzar las cumbres más altas de la vida.
Por esto les queremos agradecer. Continuaremos con su maravillosa obra.
Hoy, en el aniversario del primer mes del fallecimiento de Juan Pablo Ruiz Soto, nosotros su familia queremos hacerle un homenaje y darle una vez más las gracias por el inmenso legado que nos deja.
Juan Pablo fue un hombre de familia. Fue muy divertido compartir la vida con él: hacer mercado, subir las altas montañas o simplemente conversar en el sofá. Cada momento con Juan Pablo estaba lleno de humor, de alegría y de historias. Siempre había temas de conversación, asuntos que pensar, análisis que hacer, retos deportivos que emprender y lugares por conocer.
Juan Pablo era un hombre global y local. Global porque lo que hizo trascendió Colombia: llevó los sistemas silvo-pastoriles, los pagos por servicios ambientales a varias partes del mundo, también los debates en torno al fracking. Escaló las cimas colombianas y subió las 7 cumbres, entre ellas el Everest. Colombia fue su gran inspiración.
Paola, su esposa, y sus hij@s continuarán llevando su legado ambiental a cualquier parte del mundo donde estén trabajando.
Juan Pablo también era local; decía siempre: “hechos, no palabras”. Hace más de veinte años él y su familia empezaron a restaurar paisajes degradados en la finca “Naranja, Café y Pimienta” en Machetá, Cundinamarca. Allí Juan Pablo y Paola pusieron en práctica lo que venían predicando en su trabajo. La finca se transformó en una Reserva Natural con producción de café con sombra, sistema de ganadería silvo-pastoril, miel, caña de azúcar y bosques. Cuando llegaron había diez especies de aves y ahora hay más de cuarenta; hay ardillas y serpientes; se logró la restitución del agua de fuentes naturales y se fijó carbono en el suelo.
El último mes con Juan Pablo fue un mes lindo, intenso, lleno de amor y comunicación profunda. Juan Pablo sintió todo el cariño, la admiración, la fuerza de Colombia, de Washington donde vivió y de Italia, el país que lo acogió.
Los artículos que se escribieron sobre él, los videos, las llamadas, los homenajes, las visitas de la familia y de los amigos fueron para él fuente de inmensa felicidad. Aun estando en su cama en el hospital y luego en su casa, sus amigos llegaron a acompañarlo.
Esta energía, este afecto y esta admiración se levantaron y se han quedado para siempre. Él sintió que dejó a su familia equipada y en buenas manos con el cariño y la calidez de los amigos, un precioso tesoro que nos ayudará a todos a alcanzar las cumbres más altas de la vida.
Por esto les queremos agradecer. Continuaremos con su maravillosa obra.