Del debate científico y la investigación en salud

Columnista invitado
25 de enero de 2020 - 07:01 p. m.
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Juan Manuel Anaya*

El tema central del 2019 y del comienzo de este 2020 ha sido la Ciencia y la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MinCiencias). Por supuesto que muchos podrán pensar distinto. El cambio climático, la inteligencia artificial, la paz, o la búsqueda de un segundo petróleo, entre otros, podrían ocupar el espacio de estas líneas. Sin embargo, por su enorme repercusión y, aún, por involucrar los temas mencionados, el trabajo de la Misión de Sabios y la creación simultánea de MinCiencias han sido eventos extraordinarios en un país en donde la ciencia no ha superado el imaginario y es todavía un mito social. Bien lo ha mencionado Lucio Cerdá, una sociedad inculta que no se pregunta, sino que alaba o ataca, como la colombiana, deja a su suerte la construcción de su mitología. Estas sociedades son un caldo de cultivo para plagiadores, pontificadores, pseudociencia y noticias falsas. Por eso se espera que a partir de ahora Colombia le apueste a una economía del conocimiento, exista una mayor apropiación social del mismo, las recomendaciones de la Misión de Sabios sean la hoja de ruta que permita el acceso a ella y MinCiencias quien la ejecute.

Tal es el caso de algunas de las recomendaciones del Foco de Ciencias de la Vida y de la Salud. En efecto, confiamos que el nuevo MinCiencias mantenga la decisión del Consejo del Programa Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación en Salud de asignar recursos por cerca de cinco millones de dólares (COP 16.000.000.000) del Fondo de Investigación en Salud (FIS) para convocatorias científicas que fomenten la salud mental y el bienestar en el marco de la contribución de la paz, la investigación traslacional y la medicina personalizada. No en vano estos temas fueron recomendaciones basadas en la Gran Encuesta en Salud de la Misión de Sabios. 

Valga la pena dedicar un espacio para discutir acerca de qué es y por qué es importante la investigación traslacional y la medicina personalizada, las cuales consideran al individuo desde la salud y el bienestar y no desde la enfermedad. 

Aunque la terminología está evolucionando y existen diversas interpretaciones semánticas (p. ej., personalizada, individualizada, de precisión), en un sentido amplio, la medicina personalizada consiste en la aplicación de algoritmos basados en la mayor información posible de un individuo, incluyendo biomarcadores, para determinar el riesgo de enfermedad y, en consecuencia, establecer campañas preventivas costo-efectivas. Un enfoque humanizado de la medicina personalizada está involucrado en el modelo traslacional de medicina 5P, en donde los factores predictivos para el desarrollo de una enfermedad son investigados en cada población con el fin de establecer medidas preventivas en individuos a riesgo, para quienes la asistencia sanitaria debe ser personalizada y participativa. La investigación traslacional le ofrece a la sociedad, de manera oportuna, los resultados obtenidos en el laboratorio y, a su vez, responde rigurosa y metódicamente preguntas pertinentes e importantes de una población, gracias a las herramientas disponibles del laboratorio.

Al proceso de investigación traslacional conocido inicialmente como “4P”, término acuñado por Leroy Hood, se sumó una quinta P para incorporar la población al modelo. Para personalizar la atención es necesario conocer la población a la cual pertenecen los individuos, dado que la heredabilidad y los factores desencadenantes de enfermedad varían de una población a otra. Solo en poblaciones donde se conozcan los factores de riesgo y protección asociados a una enfermedad, la medicina personalizada podrá ser posible. 

Al conocer la población, gracias a la investigación, esta se podrá estratificar de acuerdo al riesgo. Así, las campañas de salud pública y las inversiones en medicinas y su suministro se podrán priorizar de acuerdo al conocimiento mismo de dicha población, en general, y de cada persona, en particular. Parodiando a Caleb Parry, es mucho más importante conocer qué tipo de persona tendrá una enfermedad, que conocer qué enfermedad es la que tiene un paciente. La participación implica la toma de decisiones compartidas entre la persona y el profesional de salud, previa información y educación, con el fin de aceptar cambios en el estilo de vida e implementar nuevos hábitos e intervenciones preventivas. 

El modelo traslacional 5P podrá potencializar el “Modelo de Acción Integral Territorial (MAITE)”, el cual busca responder a las prioridades de la población y contribuir al mejoramiento de la salud, la satisfacción de las expectativas de los ciudadanos y la sostenibilidad del Sistema. Para tal fin, será necesario un programa educativo que oriente de forma articulada la gestión de los integrantes del Sistema de Salud y fortalezca el Programa Nacional de Salud y Medicina Familiar y Comunitaria, con la participación de médicos y enfermeras rurales. Así, se podrán poner en práctica laboratorios vivientes, beneficiarse del internet de las cosas y vincular universidades y empresa privada.

Se espera que muchas otras iniciativas de la Misión de Sabios tengan muy pronto una atención similar y concreta. El Gobierno Nacional hace su mejor esfuerzo para vincular a la empresa privada en actividades de ciencia, tecnología e innovación (ACTI). Tal ha sido el caso de Ecopetrol S.A., la principal empresa petrolera colombiana, que ha prometido una inversión de 30 millones de dólares para facilitar la puesta en marcha de las recomendaciones de la Misión de Sabios. 

Como bien lo mencionó Lucy Gabriela Delgado, “este 2020 será el año de ver materializado un sueño, que se espera no se convierta en pesadilla, ni siquiera en un mal sueño”. Si sucediera lo primero, la Patria lo premiará, y si no, ella y la comunidad científica nacional e internacional lo demandarán.

*MD. Reumatólogo. Profesor U. del Rosario. Miembro de la Misión de Sabios. 

 

 

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