La necesaria admisión de la República de China-Taiwán en la ONU: opinión
La búsqueda de la República de China-Taiwán de ser nuevamente parte de las Naciones Unidas sigue siendo un tema complejo en las relaciones internacionales, y su resultado tendría implicaciones significativas en la diplomacia global y en el equilibrio de poder en Asia Oriental.
Por: Orlando Gutiérrez-Boronat*
Después de más de medio siglo desde que China comunista ocupó la silla que tenía la República de China-Taiwán en la ONU, esta isla-estado, que se caracteriza por su sólida democracia y crecimiento económico, persiste en su aspiración de reintegrarse a esta influyente organización internacional.
Este país soberano fue uno de los miembros fundadores de las Naciones Unidas en 1945 y desempeñó un papel activo en la comunidad internacional durante décadas.
Sin embargo, en 1971, debido a consabidas presiones diplomáticas, la República de China-Taiwán perdió su asiento en la ONU cuando la República Popular China (RPC) reclamó ser el único gobierno legítimo.
Desde entonces, la República de China-Taiwán ha buscado incansablemente recuperar su estatus en las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, pero la oposición de la RPC, que considera a este país como parte de su territorio, sin serlo, ha sido un obstáculo constante.
En días recientes, el canciller taiwanés, Joseph Wu, elevó una nueva queja ante el mundo y enfatizó que su país es un “Estado valiente” que busca la paz, pero que se enfrenta a una constante presión diplomática por parte de China, que se opone firmemente a reconocer su soberanía.
Wu ha argumentado que la resolución 2758 de la ONU, que marcó la expulsión de Taiwán, ha dejado a su país en un estado de exclusión injusto, sin reconocer su estatus, y ha llevado a malas interpretaciones que perjudican a la República de China-Taiwán.
Sin embargo, no deja de ser muy interesante que, a pesar de su exclusión de la ONU, la República de China-Taiwán ha mantenido relaciones diplomáticas con varios Estados miembros de esa organización, al tiempo de que ha contribuido activamente en áreas como la ayuda humanitaria, la cooperación económica y la investigación científica en todo el mundo. Basta evaluar sus resultados frente a la pandemia de COVID-19 para tener una opinión enfocada en esas verdades.
Además, esta nación del Oriente ejerce un papel estratégico en la estabilidad del estrecho de Taiwán, por donde se transporta una parte significativa del comercio mundial, y es un importante proveedor de tecnología, como semiconductores. De hecho, es el primero a nivel mundial. Las cifras no mienten.
La búsqueda de la República de China-Taiwán de ser nuevamente parte de las Naciones Unidas sigue siendo un tema complejo en las relaciones internacionales, y su resultado tendría implicaciones significativas en la diplomacia global y en el equilibrio de poder en Asia Oriental.
Su ingreso a la ONU sería de importancia mayúscula. Desconocer el derecho que tiene la República de China-Taiwán muestra una actitud mezquina, impulsada por la maquinaria opresora de China comunista.
Por tanto, la República de China-Taiwán continúa esforzándose en superar los desafíos diplomáticos y lograr un estatus reconocido en la comunidad internacional.
En esto, el apoyo de países que valoran la democracia y el Estado de derecho, comprometidos con la justicia y la paz, se ha convertido y es hoy aún un aspecto crucial en esta lucha.
* Doctor en Filosofía. Profesor del Centro para el Estudio de las Sociedades Abiertas (CESCOS). Analista político internacional. Activista de Derechos Humanos
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La búsqueda de la República de China-Taiwán de ser nuevamente parte de las Naciones Unidas sigue siendo un tema complejo en las relaciones internacionales, y su resultado tendría implicaciones significativas en la diplomacia global y en el equilibrio de poder en Asia Oriental.
Por: Orlando Gutiérrez-Boronat*
Después de más de medio siglo desde que China comunista ocupó la silla que tenía la República de China-Taiwán en la ONU, esta isla-estado, que se caracteriza por su sólida democracia y crecimiento económico, persiste en su aspiración de reintegrarse a esta influyente organización internacional.
Este país soberano fue uno de los miembros fundadores de las Naciones Unidas en 1945 y desempeñó un papel activo en la comunidad internacional durante décadas.
Sin embargo, en 1971, debido a consabidas presiones diplomáticas, la República de China-Taiwán perdió su asiento en la ONU cuando la República Popular China (RPC) reclamó ser el único gobierno legítimo.
Desde entonces, la República de China-Taiwán ha buscado incansablemente recuperar su estatus en las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, pero la oposición de la RPC, que considera a este país como parte de su territorio, sin serlo, ha sido un obstáculo constante.
En días recientes, el canciller taiwanés, Joseph Wu, elevó una nueva queja ante el mundo y enfatizó que su país es un “Estado valiente” que busca la paz, pero que se enfrenta a una constante presión diplomática por parte de China, que se opone firmemente a reconocer su soberanía.
Wu ha argumentado que la resolución 2758 de la ONU, que marcó la expulsión de Taiwán, ha dejado a su país en un estado de exclusión injusto, sin reconocer su estatus, y ha llevado a malas interpretaciones que perjudican a la República de China-Taiwán.
Sin embargo, no deja de ser muy interesante que, a pesar de su exclusión de la ONU, la República de China-Taiwán ha mantenido relaciones diplomáticas con varios Estados miembros de esa organización, al tiempo de que ha contribuido activamente en áreas como la ayuda humanitaria, la cooperación económica y la investigación científica en todo el mundo. Basta evaluar sus resultados frente a la pandemia de COVID-19 para tener una opinión enfocada en esas verdades.
Además, esta nación del Oriente ejerce un papel estratégico en la estabilidad del estrecho de Taiwán, por donde se transporta una parte significativa del comercio mundial, y es un importante proveedor de tecnología, como semiconductores. De hecho, es el primero a nivel mundial. Las cifras no mienten.
La búsqueda de la República de China-Taiwán de ser nuevamente parte de las Naciones Unidas sigue siendo un tema complejo en las relaciones internacionales, y su resultado tendría implicaciones significativas en la diplomacia global y en el equilibrio de poder en Asia Oriental.
Su ingreso a la ONU sería de importancia mayúscula. Desconocer el derecho que tiene la República de China-Taiwán muestra una actitud mezquina, impulsada por la maquinaria opresora de China comunista.
Por tanto, la República de China-Taiwán continúa esforzándose en superar los desafíos diplomáticos y lograr un estatus reconocido en la comunidad internacional.
En esto, el apoyo de países que valoran la democracia y el Estado de derecho, comprometidos con la justicia y la paz, se ha convertido y es hoy aún un aspecto crucial en esta lucha.
* Doctor en Filosofía. Profesor del Centro para el Estudio de las Sociedades Abiertas (CESCOS). Analista político internacional. Activista de Derechos Humanos
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