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La gestión de Ecopetrol, la empresa más emblemática de los colombianos, enfrenta una crisis de confianza sin precedentes. Desde la polémica designación de su presidente, Ricardo Roa, exgerente de campaña del presidente Gustavo Petro, hasta la pérdida acelerada de su valor en el mercado internacional, los trabajadores y analistas se preguntan si el liderazgo actual está conduciendo a la compañía por el mismo camino que llevó a la debacle de PDVSA en Venezuela.
Las sospechas comenzaron desde el anuncio del proceso “meritocrático” para elegir al nuevo presidente de la compañía. La llegada de Roa generó dudas que, con el tiempo, se han transformado en una cadena de denuncias por presunta corrupción, tráfico de influencias y nepotismo. Ejemplo de ello son los cuestionamientos sobre la adquisición de un lujoso apartamento vinculado a un contratista de la empresa y el vertiginoso ascenso de allegados del presidente en la estructura organizativa.
A esto se suman las decisiones estratégicas que han debilitado a Ecopetrol, como el rechazo al proyecto Crown Rock, que habría compensado los pobres resultados locales, mientras se anuncian inversiones cuestionables como la capitalización de Air-e. Estas decisiones, influenciadas por una visión ambientalista radical, contrastan con la trayectoria de dos décadas en las que Ecopetrol lideró en generación de valor y rentabilidad en la región.
Por otro lado, la influencia de la Unión Sindical Obrera (USO) en las decisiones empresariales también genera preocupación. Tras respaldar al gobierno actual, el sindicato ha mostrado un apoyo irrestricto a la administración de Roa, mientras recibe beneficios extraordinarios mediante acuerdos cuestionados que violan la libertad de asociación y refuerzan prácticas clientelistas dentro de la compañía.
En medio de este panorama sombrío, organizaciones sindicales independientes se fortalecen, alzando su voz para proteger el legado de Ecopetrol y llamando a los trabajadores a no ser cómplices de lo que describen como un desmoronamiento orquestado de la empresa. “Es hora de que los trabajadores despierten y ejerzan su libertad de asociación para evitar que sus nombres queden manchados por estas prácticas”, señalan representantes del movimiento sindical independiente.
El futuro de Ecopetrol, un pilar del desarrollo colombiano, parece pender de un hilo mientras su administración enfrenta el desafío de recuperar la confianza de sus trabajadores, accionistas y ciudadanos.
* Presidente de la Unión de Trabajadores de la Industria Petrolera y Energética de Colombia (UTIPEC)