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La descentralización, una revolución

Cristina de la Torre
12 de noviembre de 2024 - 05:05 a. m.
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Si se hace a derechas, la descentralización tocará la médula del sistema político: desplazará el núcleo del poder del centro a la periferia. Una verdadera revolución, cuyo proyecto coopta el ministro Cristo para trocarlo en bandera mayor entre las vicisitudes de esta administración. Altibajos que van de reforma pensional y despegue de la agraria a la descorazonadora negociación con el ELN, signada por la impotencia del Gobierno en la mesa y su falta de criterio para conciliar política de paz y de seguridad, de donde ha podido ese grupo armado ampliar su incursión violenta en zonas enteras del territorio. Reminiscencias del siglo XIX, sembrado de guerras civiles entre oligarquías regionales que se disputaban la hegemonía o el poder central entre un archipiélago de regiones, hoy no siempre se trata de recuperar territorios sino de conquistarlos.

En manos enérgicas pero cuidadosas, la descentralización será menos un riesgo para las finanzas públicas que el derrotero hacia la siempre aplazada autonomía de las regiones. Más allá del manejo de recursos públicos, aquella reorganiza la estructura y la operación del Estado. De raigambre netamente política, la descentralización redistribuye los centros de poder y de decisión, y altera la dinámica de la clase política. Fortalece a alcaldes y gobernadores mientras la clase parlamentaria reemplaza su desapacible papel de suplicante ante la enhiesta frigidez de Bogotá por la vocería inmediata de sus electores en provincia. Dirá Juan Manuel Ospina que se avanza hacia la autonomía cuando se descentraliza no apenas la ejecución sino la decisión política. Autonomía es empoderamiento de regiones y localidades (Opera, U. Externado, 2002).

Ya se dijo y se aceptó: redistribución de recursos no habrá sin definición de competencias. Éstas tendrán que adaptarse a las particularidades de la región y su ejecución demandará capacidad administrativa para fijar prioridades de inversión y gestionar los recursos sin dilapidarlos ni robárselos. A lo cual deberán tributar organismos de control independientes de los partidos, veeduría ciudadana y acción de la Justicia sobre clanes políticos y grupos armados que meten su mano peluda en el presupuesto del municipio. Al parecer la banda de Calarcá acaba de amenazar a cinco alcaldías para extorsionar en obras y proyectos.

Recuerda Ospina que la Constitución del 91 propuso construir la unidad desde la diversidad. Pero en vez de edificar nación, explica, la dirigencia del país satanizó la política y entregó sus destinos a una tecnocracia que creyó lanzarlo de la sociedad pastoril a la moderna. Error. El problema no era de gerencia sino de política. No podía abordarse a Colombia como una realidad homogénea ni desestimar las particularidades de sus regiones ni sus desigualdades. Son los procesos sociales y las decisiones políticas los que señalan el punto de equilibrio entre unidad y diversidad. Y es en la tensión entre lo nacional y lo regional donde se encuentra el meollo de la descentralización, entre los extremos del centralismo y el federalismo radical. No logró la tecnocracia modernizar el país.

La estentórea advertencia de sectores suyos sobre la salud del fisco naufraga en el espectáculo de su incapacidad para limar siquiera inequidades entre regiones. El PIB per cápita del Vichada es 15 % del de Bogotá. Muchos de quienes así han gobernado convirtieron su humilde medianía en mérito que pavonean sobre las inequidades sociales y geográficas. Con su desdén por la política encubren, no obstante, los intereses que agencian y que barnizan en la ficción de neutralidad de la técnica, en los designios de la mano invisible del mercado. La mano de Dios. Mas la descentralización que se construirá en 12 años se abre paso como una tromba: será la reforma del siglo, una revolución.

Cristinadelatorre.com.co

 

Gerardo(68861)13 de noviembre de 2024 - 02:08 p. m.
Si los recursos que se transfieren a las regiones se contratan por fondos mixtos "contrataderos" esa inversión será del 50%, el resto se pierde en comisiones para el político de turno y sobreprecios para el fondo. Bello.
José(70717)13 de noviembre de 2024 - 01:37 p. m.
El problema de la descentralización, es decir, la centralización agobiante de la oligarquía de Bogotá, es un diagnóstico generalizado y aceptado por todo el mundo, el problema es que clase social va dirigir la descentralización y favor de quien ?
José(9532)13 de noviembre de 2024 - 03:07 a. m.
Deben estar frotándose las manos los corruptos criminales de las regiones. Ahora tendrán más dinero para sus torcidos. Con razón hay una frase que siempre resuena: "plata es plata" de la autoría del ya conocido de autos maleFICO.
Libardo(10892)12 de noviembre de 2024 - 10:15 p. m.
El mapa de departamentos y municipios de apellida político, lo elaboran técnicos llamados cartógrafos. Pero, cómo construir un país equitativo y propiciar su desarrollo armónico respetando la diversidad humana y territorial, es cuestión de políticas públicas. La elaboración de esas políticas está a cargo de la comunidad y sus dirigentes en una alianza política, la viabilidad y concreción de esas políticas está a cargo de técnicos.
Mario(196)12 de noviembre de 2024 - 07:31 p. m.
Las CARs son buen ejemplo de como se vera esta decentralization. Corporaciones con el segundo presupuesto mas grande del departamento después de la gobernación, cuyo director es elegido por alcaldes a cambio de contratos y recursos
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