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Ningún niño nace para violador

Cristina Nicholls Ocampo
24 de octubre de 2024 - 05:05 a. m.
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Ante hechos ocurridos en los últimos días con el secuestro, la violación y el posterior feminicidio de la niña Sofía Delgado, se han asomado las mismas fórmulas de siempre cuando un horror de estos sale en la prensa: la cadena perpetua, la castración química, el asesinato. Pero pocas voces se detienen a reflexionar sobre el origen de lo atroz y cómo transformarlo para evitar más vidas despedazadas.

Bajo la retórica de las manzanas podridas, muchos han querido desestimar la sistematicidad de los crímenes contra las mujeres y las niñas. “Son sociópatas, psicópatas y monstruos enloquecidos”, dicen ellos para escurrirse de la responsabilidad colectiva que implica enfrentarse a dolores de este calado; sin embargo, basta echar una mirada a los datos para darse cuenta de la realidad: todos los días hombres de todo el mundo golpean, violan y asesinan mujeres. Ahí está abierta la herida del caso Gisèle Pelicot: expolicías, fontaneros, arquitectos, repartidores. El propio esposo de la víctima. Hombres normales, perfectamente integrados a la sociedad, funcionales y en apariencia inofensivos agreden a una mujer porque pueden, porque les han dicho que tienen el poder para hacerlo. Es todo dramáticamente cotidiano en tanto es todo producto de algo establecido que nos es común aquí y allá. Un sistema, una estructura, una configuración que alienta, celebra y ensalza el odio y la destrucción de las mujeres. No son entonces estos hombres lunares en un manto impoluto, tampoco son hijos de una posesión maligna fugaz: son varones corrientes a los que desde niños les trastocaron las nociones del respeto, el deseo y la verdad.

Ante esto, las mujeres llevamos décadas haciendo lo propio: organizándonos, resistiendo y denunciando, pero para transformar una estructura tan arraigada en las relaciones humanas es necesario también la participación activa de la otra parte. Ya es hora de que los hombres asuman lo que pasa y empiecen a cuestionarse. El desmonte de esta maquinaria terrorífica que deja millones de víctimas es tarea conjunta. Ningún niño nace para violador, no hay ningún gen que haga a los hombres violentos, no existe ningún destino manifiesto que los condene a la maldad. Tampoco hay una epidemia de psicopatía. Lo que sí existe es toda una estructura que debe ser derribada. Es la única manera de salvar vidas.

Felipe(dw15k)28 de octubre de 2024 - 02:27 p. m.
La estructura que debe ser derribada es una muy antigua y arraigada que usa la violencia y la superioridad de cualquier clase para someter a los más débiles. Se perpetúa por la política y la economía (valga el pleonasmo), y se aprovecha de los profundos vacíos de la educación que aún se encuentra embebida en enseñar conocimientos para un mundo del trabajo, el consumo y la competencia, apenas reflexionando sobre nuestros errores como especie que por tanto seguimos renovando.
Mar(60274)24 de octubre de 2024 - 11:59 p. m.
Muy cierto, criamos futuros asesinos, violadores y maltratadores de mujeres cuando educamos hombres y mujeres machistas, esa enfermedad llamada machismo es la peor plaga q corroe al planeta y mientras lo queramos negar, nada mejorará. La cosa empieza mal desde q nos tengamos q inventar cuentos mágicos para ocultarnos la realidad y esos cuentos mágicos son el implante del machismo y el desprecio por las mujeres, no tenemos el valor de pensar, nos encanta q nos engañen y q piensen por nosotros.
yadeliz(24704)24 de octubre de 2024 - 10:13 p. m.
También plantearnos que estamos haciendo mal las mujeres en la crianza de los hijos, que tienen una relación especial con sus madres ¿Me preguntó ahí nace la misoginia, estamos dejando que alguien esté maltratando a nuestros hijos y no hacemos nada, la violencia contra las mujeres es venganza? Los varones a igual que las niñas necesitan dedicación, amor, comprensión y sobre todo buenos ejemplos de respeto y honestidad La Escuela juega un papel importante en las relaciones interpersonales
  • Mar(60274)24 de octubre de 2024 - 11:53 p. m.
    Es el machismo, esa enfermedad que se implanta tanto en hombres como en mujeres y como no nos gusta pensar, hacemos los que nos dicen. Las mujeres de sirvientas de los hombres es el primer paso para que se las menosprecie, porque alguien igual no está de sirvienta de nada, por más que se romantice ser sirvienta.
Maryi(41490)24 de octubre de 2024 - 04:56 p. m.
El ser humano es depravado en su misma naturaleza... aunque es cierto que la pulsión de muerte estás mas del lado masculino. Frente a esta realidad no hay nada que hacer
  • Mar(60274)24 de octubre de 2024 - 11:55 p. m.
    No estás analizando, un hombre golpea a una mujer porque la ve inferior, fuimos criados para pensar que las mujeres son inferiores a los hombres, no solo los hombres son machistas, las mujeres también y a su vez educan hombres machistas que serán los futuros violadores, asesinos y golpeadores de mujeres.
bernardo(19305)24 de octubre de 2024 - 04:33 p. m.
Dicen los psiquiatras que el 1% de la población son sicópatas. Muchos hemos sido víctimas de sicópatas sobre todo en el campo laboral y sexual. En lo último están los violadores y asesinos de niños. Ellos nacen así y sus crímenes son imposibles de prevenir o controlar. El machismo extremo si se podría controlar con educación y acción y así tratar de evitar maltrato y feminicidios.
  • Mar(60274)25 de octubre de 2024 - 12:06 a. m.
    Bernardo, el caso de Gisèle Pelicot, mostró que esos "monstruos" son los mismos hombres que nos rodean cotidianamente, son hombres machistas de todos los días, esos que conviven con las mujeres y que tienen interiorizado que ellas son inferiores, porque nos educaron para pensar así desde bebés y como tienen tantos beneficios, no están interesados para nada en que nada cambie.
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