En días recientes, una fuerte polémica se desató por los pronunciamientos airados del presidente Gustavo Petro en contra de la periodista María Jimena Duzán y la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP). Reflexionando sobre el episodio, y dejando claro que creo que el presidente se extralimitó y cruzó líneas delicadas para la preservación de la democracia, este nuevo incidente revive un cíclico debate que aún no se aborda con la suficiente seriedad y profundidad en Colombia: la veeduría ciudadana a los medios de comunicación.
Gracias por ser nuestro usuario. Apreciado lector, te invitamos a suscribirte a uno de nuestros planes para continuar disfrutando de este contenido exclusivo.El Espectador, el valor de la información.
En días recientes, una fuerte polémica se desató por los pronunciamientos airados del presidente Gustavo Petro en contra de la periodista María Jimena Duzán y la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP). Reflexionando sobre el episodio, y dejando claro que creo que el presidente se extralimitó y cruzó líneas delicadas para la preservación de la democracia, este nuevo incidente revive un cíclico debate que aún no se aborda con la suficiente seriedad y profundidad en Colombia: la veeduría ciudadana a los medios de comunicación.
Hay que empezar reiterando que dentro de las funciones de la FLIP no está el monitoreo de medios ni la verificación de transparencia y rigurosidad de los mismos. La Fundación para la Libertad de Prensa tiene unas prioridades misionales que debe seguir persiguiendo pues esas son sus funciones al interior del sistema de pesos y contra pesos; sin embargo, no hay que perder de vista lo sintomático de peticiones generalizadas que le exigen crítica a sus protegidos. Hay una carencia en el sistema democrático que exige ser llenada pronto con respuestas efectivas a dudas legítimas de miles de personas que se nutren a diario del sistema de medios nacional. En este sentido, creo que la conversación debe avanzar al planteamiento de un nuevo escenario ciudadano: una organización civil que monitoree, verifique, exija rectificaciones y vele por una práctica periodística alineada con la veracidad, la responsabilidad y la transparencia. Esto, por supuesto, no se plantea como un filtro y una tara para la libertad de prensa; por el contrario, debe pensarse como un espacio en el que se construyan más y mejores herramientas para elevar las capacidades del sistema comunicativo en Colombia.
Una de las tareas iniciales de esa veeduría puede ser la investigación del papel de los medios de comunicación en el conflicto social y armado. Si bien la prensa y los periodistas han sido víctimas que deben ser reparadas, reconocidas y recordadas, también hay que examinar cómo algunos medios han servido de portavoces para actores violentos y han atizado la guerra, la violencia y la estigmatización. Hay un largo camino por delante; en definitiva, no es con amenazas ni insultos que vamos a transformar la conversación sobre información. Acá una propuesta.