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Antisemitismo e islamofobia


Cristina Carrizosa Calle
10 de octubre de 2024 - 05:05 a. m.

La fecha del 7 de octubre, que recordaremos con horror, recrudeció la guerra en Medio Oriente; una guerra que parece no tener fin en un mundo en el que los líderes de las naciones involucradas se muestran como si el universo fuera de su propiedad, y sus mundos, sus propios cortijos.

En Colombia, los extremos han puesto de moda el concepto de “tibieza” para catalogar toda postura que intenta apelar a la cordura, a la razón y a la moderación para la comprensión de cualquier fenómeno político, económico y social. Pues bien, estoy convencida de que esa tibieza debería ser la fórmula para observar esas guerras que son el resultado de disputas históricas por dioses y tierras. Una tibieza que no es de ninguna manera neutral hacia el terrorismo, la violencia y la falta de humanidad, pero que sí está en grado de comprender los múltiples matices y la variedad de razones que explican los conflictos. Una comprensión que debe ir más allá de los sesgos impuestos por la cultura y los poderes económicos, que se configuran en fuentes generadoras de corrientes de información acomodadas a la política y a la ideología. Por esto, en mi opinión, la más trágica consecuencia de ese 7 de octubre es que el mundo hoy muestra a sociedades más antisemitas, más islamofóbicas y más ligeras a la hora de ondear banderas.

La comunidad internacional y los organismos que la representan, en el interés de la raza humana, deberían servir de mediadores e incluso de árbitros, y no de porristas; las naciones que la conforman, que en últimas somos cada uno de nosotros, deberíamos dejar de defender, de plano y sin fisuras, con sentido crítico y sentimientos de humanidad, la brutalidad y la intransigencia de los ejércitos de Israel, de una parte, y de las franquicias terroristas de Irán, como lo son Hamas y Hezbollah, de la otra. Esto, porque en las guerras hay mentiras, verdades y medias verdades provenientes de todos lados, y porque defender a los pueblos involucrados no significa respaldar la barbaridad perpetrada por quienes se las dan de sus representantes. Como lo he sostenido en varias de mis columnas, Netanyahu, y quienes ciegamente lo secundan, no logran otra cosa que sembrar más antisemitismo, así como quienes no condenan de tajo los delirios de Hamas, porque conviene al antiimperialismo de occidente, solo logran diseminar el odio al islam y al mundo árabe, que muchas veces se confunden.

De ahí que quienes salieron el pasado lunes a marchar con la bandera de palestina parece que olvidaron que hace un año los terroristas de Hamas masacraron a 1200 israelíes y secuestraron a más de 300 personas, entre ellos varios niños y mujeres, muchos de los cuales hoy continúan como rehenes. Era el día para pedir que los devolvieran, si en todo caso querían cargar con esa bandera. Del mismo modo, quienes gritan que Israel tiene derecho a defenderse, pasan por alto que la ONU y distintas ONG que trabajan en Gaza hablan de al menos 42.000 muertos (49 % menores) por los bombardeos indiscriminados y anunciados con poca antelación, con el flujo de ayuda humanitaria bloqueado y el 60% de la infraestructura destruida, sin contar lo que ha significado el avance bélico hacia El Líbano.

Tampoco se puede pasar por alto la dificultad para discriminar al pueblo inocente palestino de los terroristas que lo comandan dentro de un denso y pequeño territorio que, más que de Gaza, es la franja de Irán, en el que Hamas es el motor de todo y deliberadamente pone de escudo humano a su propia población.

Es cierto que Israel tiene derecho a existir, resistir y defenderse: a existir en coexistencia con el Estado palestino, a resistir en cumpimiento de las resoluciones de la ONU y a defenderse obedeciendo las normas de la guerra suscritas por las naciones democráticas.

Cristina Carrizosa Calle

Por Cristina Carrizosa Calle

Abogada egresada de la Universidad de los Andes, con experiencia de más 25 años como consultora y asesora tanto en el sector público como en el privado. Fue asesora de la Presidencia de la República, diplomática y directora de organizaciones que emprenden proyectos de alto impacto social. Columnista y panelista radial

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Olegario(51538)Hace 1 hora
A mí me cuesta entender por qué los radicales de uno u otro bando no entienden algo tan elemental: no se puede apoyar, de frente o solapadamente, a ningún actor que use la violencia para hacer valer sus "principios": ni a los terroristas islámicos ni a los sionistas gavilleros. Tan difícil, no?
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