Es bien sabido que Colombia es uno de los países más desiguales de América Latina, que a su vez es la región más desigual del mundo. Asimismo, los niveles de pobreza en nuestro país siguen siendo muy altos. Aunque sólo basta con viajar por el territorio nacional para observar que la pobreza y la desigualdad varían dramáticamente de un lugar a otro, poco se sabe acerca de las dimensiones y características de dicha realidad.
Por tanto, el trabajo más reciente realizado por los destacados economistas colombianos Luis Jorge Garay y Jorge Enrique Espitia para Planeta Paz, “Una contribución empírica para el estudio de la pobreza y la concentración de ingresos de los hogares a nivel territorial en Colombia”, constituye un aporte muy valioso para desmenuzar y desentrañar las particularidades y aspectos generales de la geografía de la pobreza y la desigualdad, revelando nuevos y preocupantes datos y elementos de análisis.
El libro estudia la pobreza y la distribución del patrimonio y del ingreso de los hogares en Colombia con base en el análisis de los microdatos de la encuesta DANE de hogares 2016-2017 y su actualización para 2019, es decir cifras oficiales. La presentación y el análisis se desarrollan para Bogotá, la región Caribe, la región Pacífica, la región central, la región oriental y la región de Amazonía y Orinoquía, cada una con características específicas, aunque se detectan rasgos comunes.
Por ejemplo, en la región Caribe, en cuanto a los ingresos por ciudad, Barranquilla participa con el 20% del total de ingresos de los hogares encuestados y presenta el mayor ingreso mensual per cápita por hogar ($974.000), en comparación con el 14% en el caso de Cartagena ($814.000) y el 5% de Santa Marta ($740.000), con una clara diferencia a los respectivos de “otras cabeceras” ($493.000), de “centro poblado” ($311,000) y “rural disperso” ($361.000).
El estudio de Garay y Espitia evidencia una inmensa brecha entre lo urbano y lo rural, así como unas disparidades intra e interregionales realmente alarmantes. En la misma región Caribe, se estima que el 10% de los hogares encuestados con el mayor ingreso concentran el 36% del ingreso total de los hogares de la región, lo que equivale a cerca de 24 veces el ingreso de los hogares del 10% de menor ingreso. En términos del Salario Mínimo Legal Vigente de 2018, el 10% más rico recibe un ingreso promedio por hogar de 10.32 SMLV, mientras que el 10% más pobre apenas 0.43 SMLV.
El libro tiene un capítulo muy interesante dedicado a la situación de las mujeres y corrobora una brutal discriminación negativa. Por ejemplo, en el caso de personas ocupadas, la brecha salarial a favor del hombre se de 7.7% en la ocupación de obrero o empleado de empresa particular, 14.1% en patrón o empleador, 22.9% en trabajador por cuenta propia, 39% en empleo doméstico, hasta un 61.5% y 69.6% en el de jornalero o peón, respectivamente. En general, el ingreso promedio total de las mujeres es inferior al de los hombres en un 34%. En el área rural, la situación es aún más dramática: el ingreso mensual promedio de los hombres es $401.008 y de las mujeres tan solo $148.276.
Conclusión: la dura realidad de la pobreza y la desigualdad en Colombia es aún peor de lo que se pensaba. Y lo más grave es que las cifras que utilizan Garay y Espitia son de 2019, es decir pre pandemia. Por tanto, es razonable suponer que la situación, ya de por sí aterradora en ese entonces, es aún más grave hoy. Y también es lógico afirmar que sí se mantienen las mismas políticas y lógicas de desarrollo que han generado el estado actual de cosas, la pobreza y la desigualdad territorial y de género serán cada vez mayores, con efectos nefastos para el país. La no implementación del Acuerdo Final del Estado colombiano con FARC, especialmente en lo relacionado con la paz territorial, ensombrece aún más el trágico panorama.
El libro de Garay y Espitia es mucho más que cifras y estadísticas. Constituye una base empírica fundamental para los debates que se avecinan acerca de la renta básica, la reforma tributaria y la reactivación económica, y en últimas, las transformaciones estructurales que requiere Colombia para algún día eliminar la pobreza y revertir la desigualdad.
* Profesor de la Universidad Nacional de Colombia y director de Planeta Paz.
Es bien sabido que Colombia es uno de los países más desiguales de América Latina, que a su vez es la región más desigual del mundo. Asimismo, los niveles de pobreza en nuestro país siguen siendo muy altos. Aunque sólo basta con viajar por el territorio nacional para observar que la pobreza y la desigualdad varían dramáticamente de un lugar a otro, poco se sabe acerca de las dimensiones y características de dicha realidad.
Por tanto, el trabajo más reciente realizado por los destacados economistas colombianos Luis Jorge Garay y Jorge Enrique Espitia para Planeta Paz, “Una contribución empírica para el estudio de la pobreza y la concentración de ingresos de los hogares a nivel territorial en Colombia”, constituye un aporte muy valioso para desmenuzar y desentrañar las particularidades y aspectos generales de la geografía de la pobreza y la desigualdad, revelando nuevos y preocupantes datos y elementos de análisis.
El libro estudia la pobreza y la distribución del patrimonio y del ingreso de los hogares en Colombia con base en el análisis de los microdatos de la encuesta DANE de hogares 2016-2017 y su actualización para 2019, es decir cifras oficiales. La presentación y el análisis se desarrollan para Bogotá, la región Caribe, la región Pacífica, la región central, la región oriental y la región de Amazonía y Orinoquía, cada una con características específicas, aunque se detectan rasgos comunes.
Por ejemplo, en la región Caribe, en cuanto a los ingresos por ciudad, Barranquilla participa con el 20% del total de ingresos de los hogares encuestados y presenta el mayor ingreso mensual per cápita por hogar ($974.000), en comparación con el 14% en el caso de Cartagena ($814.000) y el 5% de Santa Marta ($740.000), con una clara diferencia a los respectivos de “otras cabeceras” ($493.000), de “centro poblado” ($311,000) y “rural disperso” ($361.000).
El estudio de Garay y Espitia evidencia una inmensa brecha entre lo urbano y lo rural, así como unas disparidades intra e interregionales realmente alarmantes. En la misma región Caribe, se estima que el 10% de los hogares encuestados con el mayor ingreso concentran el 36% del ingreso total de los hogares de la región, lo que equivale a cerca de 24 veces el ingreso de los hogares del 10% de menor ingreso. En términos del Salario Mínimo Legal Vigente de 2018, el 10% más rico recibe un ingreso promedio por hogar de 10.32 SMLV, mientras que el 10% más pobre apenas 0.43 SMLV.
El libro tiene un capítulo muy interesante dedicado a la situación de las mujeres y corrobora una brutal discriminación negativa. Por ejemplo, en el caso de personas ocupadas, la brecha salarial a favor del hombre se de 7.7% en la ocupación de obrero o empleado de empresa particular, 14.1% en patrón o empleador, 22.9% en trabajador por cuenta propia, 39% en empleo doméstico, hasta un 61.5% y 69.6% en el de jornalero o peón, respectivamente. En general, el ingreso promedio total de las mujeres es inferior al de los hombres en un 34%. En el área rural, la situación es aún más dramática: el ingreso mensual promedio de los hombres es $401.008 y de las mujeres tan solo $148.276.
Conclusión: la dura realidad de la pobreza y la desigualdad en Colombia es aún peor de lo que se pensaba. Y lo más grave es que las cifras que utilizan Garay y Espitia son de 2019, es decir pre pandemia. Por tanto, es razonable suponer que la situación, ya de por sí aterradora en ese entonces, es aún más grave hoy. Y también es lógico afirmar que sí se mantienen las mismas políticas y lógicas de desarrollo que han generado el estado actual de cosas, la pobreza y la desigualdad territorial y de género serán cada vez mayores, con efectos nefastos para el país. La no implementación del Acuerdo Final del Estado colombiano con FARC, especialmente en lo relacionado con la paz territorial, ensombrece aún más el trágico panorama.
El libro de Garay y Espitia es mucho más que cifras y estadísticas. Constituye una base empírica fundamental para los debates que se avecinan acerca de la renta básica, la reforma tributaria y la reactivación económica, y en últimas, las transformaciones estructurales que requiere Colombia para algún día eliminar la pobreza y revertir la desigualdad.
* Profesor de la Universidad Nacional de Colombia y director de Planeta Paz.