Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Diversidad, Equidad e Inclusión sin usarlos en contra del ideal universalista.
¿Bajo cuáles condiciones las políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) serían aceptables para los liberales de pensamiento? La pregunta importa más allá de los efectos que tendrá el mandato de Trump en este asunto. La conversación de largo plazo relevante es con quienes rediseñarán la DEI aprendiendo de la reacción de millones de votantes de Trump.
En este ensayo de respuesta, la primera condición sería la “no esencialización de la diferencia”. Es decir, no definir a los individuos por sus características particulares o diferencias, sean estas raciales, étnicas o culturales, sexuales, de género, religiosas y socioeconómicas. Ni exigirles una identidad basada en una diferencia para otorgarles beneficios.
El individuo es una suma de atributos naturales y construidos, y de identidades evolutivas y contextuales, que reducir su esencia y su calidad de ser social a un solo atributo o a una sola identidad resulta una suerte de deshumanización, de desconocerle su riqueza o complejidad de ser humano, aun si no ha podido desarrollar todo su potencial.
Si nuestro ideal de ser humano es uno que a mayor bienestar y libertad menos encasillable o reducible es, mal hacemos en pretender ayudar a unos individuos llevándolos en la dirección contraria. Podemos ofrecer igualdad de oportunidades a individuos que han sufrido discriminaciones o desigualdades sin esperar que piensen de determinado modo o se conciban a sí mismos de un modo específico.
Una cosa es buscar nivelar a individuos y poblaciones desfavorecidas, sea mediante un “universalismo dirigido” o mediante discriminaciones positivas, y otra buscar reclutarlos para una concepción del pasado y del presente de la sociedad que promueve resentimientos y espíritu vengativo en los beneficiarios, y a la larga también en la mayoría (de reacción), como vimos en Estados Unidos.
Así, la segunda condición de los liberales para la DEI sería la “conformidad o neutralidad frente al ideal universalista de la modernidad”. Lo que muchas empresas y organizaciones no han notado es que la DEI dominante socava los fundamentos filosóficos del mundo de la racionalización que permitió su surgimiento y asegurará una mejor humanidad.
La corriente de un regreso al tribalismo supuso que había un “tribalismo” bueno, digno y justo, y está descubriendo que eso no lo definen las minorías ante sí mismas, sino las mayorías, que en algún momento se hastían o perciben los costos, y nos hacen sentir la furia del “tribalismo” malo.
La modernidad es un proyecto demasiado joven de la humanidad como para darse el lujo de patrocinar alegremente, sin pensar en las implicaciones y consecuencias, a quienes íntimamente desprecian los ideales de “Libertad, igualdad, fraternidad”, y evangelizan en contra de esos ideales valiéndose de grupos sociales dignos de más eficaces adalides en lo que más importa, su bienestar material.
@DanielMeraV