Es difícil imaginar que el presidente Petro se arriesgue por el Icetex a marchas de estudiantes y a una moción de censura contra su ministro de Educación. MinHacienda terminará consiguiendo el billón de pesos, ojalá pronto. Sin embargo, podemos aceptar el debate sobre una transformación del Icetex. Está visto que “marchitarlo” para acabarlo es muy costoso, social y políticamente. ¿Pero qué dicta una transformación?
De un lado, existen dos motivaciones, ambas legítimas: i) el resentimiento y las demandas de justicia social por los daños financieros que causaron miles de créditos educativos (no todos), simbolizados por “el Icetex te arruina”, y ii) la animadversión ideológica hacia los subsidios a la demanda, por el hecho de transferir recursos públicos a instituciones privadas, no importa que sea para pagar la matrícula de un bachiller de estrato uno que no les pudo competir a los de estrato cuatro, cinco ó seis en una universidad pública.
La idea de dedicar el Icetex solamente a financiar estudios en el exterior es escapista. Ignora el problema porque tenemos una oferta mixta, estatal y privada de educación superior. A menos que la oferta fuera 100 % estatal, o que la oferta privada atendiera exclusivamente a los estratos pudientes (una segregación social), siempre será necesaria una entidad financiera para los estudiantes en el sistema.
Del otro lado, que considera un rediseño del Icetex, hay dos razones sistémicas. La primera es de equidad intra-generacional: ofrecer a bachilleres de la misma condición socio-económica, gratuidad en universidad estatal, si pasan la alta selectividad, y deuda con Icetex, si no consiguen cupo en la pública, no está bien. Peor, ofrecer gratuidad al que no la necesita y deuda al que no tiene con qué sostenerse. Corregir eso requiere repensar el Icetex, no “marchitarlo”.
La segunda razón es de equidad intergeneracional: una sociedad con fuerte desigualdad que permite que generaciones de profesionales (egresados de instituciones estatales) se queden con el 100 % de los rendimientos privados de una considerable inversión pública en ellos. Mientras tanto, se invierte poco en la atención integral y la educación inicial de la primera infancia, afectando el potencial de cientos de miles de incorporarse a la movilidad social mediante el trabajo calificado. Tampoco está bien.
Deberíamos mejorar la gratuidad diferencial, que tiene un historial de al menos 30 años, y lograr que las capas privilegiadas por la educación superior pública o subsidiada, con criterios redistributivos, compartan una parte de sus rendimientos privados como profesionales. Puede ser que el de origen de estrato uno no comparta nada, pero el de estrato tres sí. De nuevo, el sistema repensado necesitaría al menos una entidad financiera “tipo Icetex”.
La línea de crédito de largo plazo con tasa de interés subsidiada puede ser una bisagra entre el Icetex actual y uno remodelado. La Universidad del Rosario y la ONIC –Organización Nacional Indígena de Colombia– le pueden contar al presidente y al ministro cómo han encontrado sinergia con el Icetex, usando esa línea de crédito.
Es difícil imaginar que el presidente Petro se arriesgue por el Icetex a marchas de estudiantes y a una moción de censura contra su ministro de Educación. MinHacienda terminará consiguiendo el billón de pesos, ojalá pronto. Sin embargo, podemos aceptar el debate sobre una transformación del Icetex. Está visto que “marchitarlo” para acabarlo es muy costoso, social y políticamente. ¿Pero qué dicta una transformación?
De un lado, existen dos motivaciones, ambas legítimas: i) el resentimiento y las demandas de justicia social por los daños financieros que causaron miles de créditos educativos (no todos), simbolizados por “el Icetex te arruina”, y ii) la animadversión ideológica hacia los subsidios a la demanda, por el hecho de transferir recursos públicos a instituciones privadas, no importa que sea para pagar la matrícula de un bachiller de estrato uno que no les pudo competir a los de estrato cuatro, cinco ó seis en una universidad pública.
La idea de dedicar el Icetex solamente a financiar estudios en el exterior es escapista. Ignora el problema porque tenemos una oferta mixta, estatal y privada de educación superior. A menos que la oferta fuera 100 % estatal, o que la oferta privada atendiera exclusivamente a los estratos pudientes (una segregación social), siempre será necesaria una entidad financiera para los estudiantes en el sistema.
Del otro lado, que considera un rediseño del Icetex, hay dos razones sistémicas. La primera es de equidad intra-generacional: ofrecer a bachilleres de la misma condición socio-económica, gratuidad en universidad estatal, si pasan la alta selectividad, y deuda con Icetex, si no consiguen cupo en la pública, no está bien. Peor, ofrecer gratuidad al que no la necesita y deuda al que no tiene con qué sostenerse. Corregir eso requiere repensar el Icetex, no “marchitarlo”.
La segunda razón es de equidad intergeneracional: una sociedad con fuerte desigualdad que permite que generaciones de profesionales (egresados de instituciones estatales) se queden con el 100 % de los rendimientos privados de una considerable inversión pública en ellos. Mientras tanto, se invierte poco en la atención integral y la educación inicial de la primera infancia, afectando el potencial de cientos de miles de incorporarse a la movilidad social mediante el trabajo calificado. Tampoco está bien.
Deberíamos mejorar la gratuidad diferencial, que tiene un historial de al menos 30 años, y lograr que las capas privilegiadas por la educación superior pública o subsidiada, con criterios redistributivos, compartan una parte de sus rendimientos privados como profesionales. Puede ser que el de origen de estrato uno no comparta nada, pero el de estrato tres sí. De nuevo, el sistema repensado necesitaría al menos una entidad financiera “tipo Icetex”.
La línea de crédito de largo plazo con tasa de interés subsidiada puede ser una bisagra entre el Icetex actual y uno remodelado. La Universidad del Rosario y la ONIC –Organización Nacional Indígena de Colombia– le pueden contar al presidente y al ministro cómo han encontrado sinergia con el Icetex, usando esa línea de crédito.