La Fundación de la Sociedad Portuaria presentó las nuevas instalaciones de su proyecto educativo, que puede jalonar hacia 2040.
El miércoles 14 de julio Buenaventura cumplió 481 años, ocasión escogida para inaugurar la mejor infraestructura de una institución educativa de la ciudad. Más de $20.000 millones de inversión y 12.432 m² construidos en un área verde de siete hectáreas al lado de la vía principal.
No es un megacolegio propiamente, sino un complejo pensado para prestar servicios educativos de calidad desde transición hasta posmedia, con espacios de aprendizaje modernos, experienciales, uso de tecnología (robótica, impresoras 3D, p.e.), artes y deportes, atravesados por un espíritu de sostenibilidad ambiental.
Estudiantes de seis instituciones educativas del entorno podrán acceder a los laboratorios, y la comunidad, a la biblioteca y al salón múltiple de eventos. La Fundación de la Sociedad Portuaria administra un colegio pequeño desde hace más de 20 años, con 52% de becados, y tiene aliados como Fundación Fe y Alegría Colombia, Cultivarte de la Fundación Bolívar-Davivienda y Clubhouse Network.
El proyecto puede liderar un cambio de mentalidad en la educación de Buenaventura, vía el ejemplo y la diseminación de experiencias. La idea del colegio se la vendió el exministro Rudolf Hommes a la junta de la Sociedad Portuaria; el gerente de la Fundación, Andrés Ramírez, se encargó de la ejecución, y el alcalde Víctor Hugo Vidal ofreció su respaldo en la junta.
Para terminar la obra, la Fundación tomó un préstamo bancario grande a 10 años, garantizado por la Sociedad Portuaria. Ahí hay una década por delante de reto financiero y, oyendo como moderador a los panelistas (Víctor Murillo, Isabel Cristina Díaz, Freddy Naranjo Pérez, Gail Breslow y Ramiro Forero), me pareció que sus enfoques innovadores de educación van a requerir un horizonte largo de consolidación.
Eso nos pone cerca de los 500 años de Buenaventura, en 2040. Todavía no hay una planeación de la ciudad con miras a esa fecha, y el “Plan Especial para el Desarrollo Integral del Distrito de Buenaventura” que ordena la Ley 1872 de 2017 será a diez años. Pero podemos mirar algunos indicadores de educación, a propósito del nuevo centro educativo (“Bahía de Buenaventura”) y de las brechas a cerrar.
Antes de la pandemia, en grado transición (5 años), Buenaventura tenía 64% de asistencia escolar versus 73% del Valle del Cauca y 85% de Colombia. Menos de 700 niños tenían prejardín y jardín, por debajo del 15%, atendidos por jardines privados casi todos. En preescolar la brecha es grande y en primaria hay muchos niños en extraedad (alrededor de 72% de cobertura neta).
El drama de la juventud comienza a verse en la matrícula de los adolescentes de 15 y 16 años: menos del 80%, y en la calidad de la educación: en matemáticas de Saber 11, Buenaventura era el penúltimo municipio del Valle con 43,28 puntos, siete por debajo del departamento y del país. En lectura crítica, el último del Valle, seis puntos abajo del promedio del departamento. Déficit de cobertura y crisis de calidad educativa.
En este contexto, el proyecto educativo de la Fundación de la Sociedad Portuaria puede ser un faro o referente. Respecto de la educación superior, Buenaventura tiene las condiciones para ser un laboratorio del país. Problemas estructurales, diferencia cultural o ideológica, y oportunidades económicas.
Por la posición estratégica de Buenaventura para el país, es doble la necesidad de un rescate productivo para el futuro de una buena parte de la juventud. Si se halla una solución innovadora y sostenible, puede servir para otros lugares de Colombia.
El asunto es comenzar a lidiar con los intereses creados o los 500 años cogerán a la ciudad en situación parecida o peor, si Colombia abandona o pierde la apuesta en la cuenca del Pacífico, como lo está haciendo con paso morrongo.
La Fundación de la Sociedad Portuaria presentó las nuevas instalaciones de su proyecto educativo, que puede jalonar hacia 2040.
El miércoles 14 de julio Buenaventura cumplió 481 años, ocasión escogida para inaugurar la mejor infraestructura de una institución educativa de la ciudad. Más de $20.000 millones de inversión y 12.432 m² construidos en un área verde de siete hectáreas al lado de la vía principal.
No es un megacolegio propiamente, sino un complejo pensado para prestar servicios educativos de calidad desde transición hasta posmedia, con espacios de aprendizaje modernos, experienciales, uso de tecnología (robótica, impresoras 3D, p.e.), artes y deportes, atravesados por un espíritu de sostenibilidad ambiental.
Estudiantes de seis instituciones educativas del entorno podrán acceder a los laboratorios, y la comunidad, a la biblioteca y al salón múltiple de eventos. La Fundación de la Sociedad Portuaria administra un colegio pequeño desde hace más de 20 años, con 52% de becados, y tiene aliados como Fundación Fe y Alegría Colombia, Cultivarte de la Fundación Bolívar-Davivienda y Clubhouse Network.
El proyecto puede liderar un cambio de mentalidad en la educación de Buenaventura, vía el ejemplo y la diseminación de experiencias. La idea del colegio se la vendió el exministro Rudolf Hommes a la junta de la Sociedad Portuaria; el gerente de la Fundación, Andrés Ramírez, se encargó de la ejecución, y el alcalde Víctor Hugo Vidal ofreció su respaldo en la junta.
Para terminar la obra, la Fundación tomó un préstamo bancario grande a 10 años, garantizado por la Sociedad Portuaria. Ahí hay una década por delante de reto financiero y, oyendo como moderador a los panelistas (Víctor Murillo, Isabel Cristina Díaz, Freddy Naranjo Pérez, Gail Breslow y Ramiro Forero), me pareció que sus enfoques innovadores de educación van a requerir un horizonte largo de consolidación.
Eso nos pone cerca de los 500 años de Buenaventura, en 2040. Todavía no hay una planeación de la ciudad con miras a esa fecha, y el “Plan Especial para el Desarrollo Integral del Distrito de Buenaventura” que ordena la Ley 1872 de 2017 será a diez años. Pero podemos mirar algunos indicadores de educación, a propósito del nuevo centro educativo (“Bahía de Buenaventura”) y de las brechas a cerrar.
Antes de la pandemia, en grado transición (5 años), Buenaventura tenía 64% de asistencia escolar versus 73% del Valle del Cauca y 85% de Colombia. Menos de 700 niños tenían prejardín y jardín, por debajo del 15%, atendidos por jardines privados casi todos. En preescolar la brecha es grande y en primaria hay muchos niños en extraedad (alrededor de 72% de cobertura neta).
El drama de la juventud comienza a verse en la matrícula de los adolescentes de 15 y 16 años: menos del 80%, y en la calidad de la educación: en matemáticas de Saber 11, Buenaventura era el penúltimo municipio del Valle con 43,28 puntos, siete por debajo del departamento y del país. En lectura crítica, el último del Valle, seis puntos abajo del promedio del departamento. Déficit de cobertura y crisis de calidad educativa.
En este contexto, el proyecto educativo de la Fundación de la Sociedad Portuaria puede ser un faro o referente. Respecto de la educación superior, Buenaventura tiene las condiciones para ser un laboratorio del país. Problemas estructurales, diferencia cultural o ideológica, y oportunidades económicas.
Por la posición estratégica de Buenaventura para el país, es doble la necesidad de un rescate productivo para el futuro de una buena parte de la juventud. Si se halla una solución innovadora y sostenible, puede servir para otros lugares de Colombia.
El asunto es comenzar a lidiar con los intereses creados o los 500 años cogerán a la ciudad en situación parecida o peor, si Colombia abandona o pierde la apuesta en la cuenca del Pacífico, como lo está haciendo con paso morrongo.