O la diversidad de orígenes en la base y en la cúpula de la Fuerza Pública.
El cuerpo de generales del Ejército Nacional escogió el jueves a diez coroneles para el curso de ascenso a Brigadier General, entre ellos, el coronel de Caballería Alex Jefferson Mena Mena, quien se ganó a pulso, durante 30 años, el honor de ser el primer general negro o afrocolombiano del Ejército de Colombia.
No es un hecho cualquiera. La igualdad en una sociedad también se mide por la diversidad de orígenes entre los que prestan servicio militar y entre la alta oficialidad. Una diversidad que no se logra por decreto, sino por consolidación de nuevas clases medias, educación de calidad y políticas activas.
Un estudio demostraría que el caso del coronel Mena es excepcional y que eso es lo común en las Fuerzas Militares y la Policía Nacional. Su ascenso debería estimular esfuerzos para conseguir más bachilleres afrocolombianos aspirantes a las escuelas de suboficiales y oficiales, como las Becas Vamos_Sumando de la embajada de Estados Unidos.
A la Fuerza Pública le conviene tener más morenos desde la base hasta la cúpula, por legitimidad social y por eficacia. Así fue desde el ejército patriota en la guerra de independencia contra la Corona española. A los negros, mulatos y zambos libres con entrenamiento en las milicias disciplinadas la República en armas les ofreció la igualdad ante la ley y su incorporación hizo una gran diferencia.
De hecho, el coronel Mena es heredero directo, por la rama de la caballería, del coronel Juan José Rondón, el de la recordada frase de Simón Bolívar, “coronel Rondón, salve usted la patria”, en la Batalla del Pantano de Vargas, el 25 de julio de 1819. Rondón era negro y venezolano, y su acción temeraria con 14 lanceros es la estirpe de las Fuerzas Especiales de Mena.
Y a la población afrocolombiana le conviene tener más presencia en la suboficialidad y la oficialidad de la Fuerza Pública, por estabilidad y oportunidades de carrera y por orgullo de tradición histórica.
El año pasado, el Congreso ascendió por ley al grado único de “Gran Almirante de la Nación” al héroe naval de la guerra de independencia, el general de División José Padilla López, que era mulato o zambo, como finalmente la Armada de Colombia reconoció. Los morenos en la Armada son sencillamente los herederos del respeto por el héroe oficial de la Fuerza.
Por eso el jueves también hubo tristeza. El coronel de Infantería de Marina Wisner Paz pudo ser el primer almirante afrocolombiano, pero no fue llamado al curso de ascenso. El año entrante, otro coronel podría alcanzar ese honor.
Esta es la perspectiva de quienes nos sentimos herederos de la experiencia de los descendientes de africanos en la república y en la modernidad colombiana, de más de 200 años de una historia difícil, pero meritoria, que ayudó a crear la nación. La corriente dominante, basada en 1991, logró que la Corte Constitucional exonerara del servicio militar obligatorio a los individuos de las comunidades negras, con argumentos que harían revolcar en la tumba a los negros y mulatos del ejército libertador. Pero así estamos. Ignorando la historia e inventándose una “etnicidad” radical, cuando estamos en la cultura occidental hace siglos.
O la diversidad de orígenes en la base y en la cúpula de la Fuerza Pública.
El cuerpo de generales del Ejército Nacional escogió el jueves a diez coroneles para el curso de ascenso a Brigadier General, entre ellos, el coronel de Caballería Alex Jefferson Mena Mena, quien se ganó a pulso, durante 30 años, el honor de ser el primer general negro o afrocolombiano del Ejército de Colombia.
No es un hecho cualquiera. La igualdad en una sociedad también se mide por la diversidad de orígenes entre los que prestan servicio militar y entre la alta oficialidad. Una diversidad que no se logra por decreto, sino por consolidación de nuevas clases medias, educación de calidad y políticas activas.
Un estudio demostraría que el caso del coronel Mena es excepcional y que eso es lo común en las Fuerzas Militares y la Policía Nacional. Su ascenso debería estimular esfuerzos para conseguir más bachilleres afrocolombianos aspirantes a las escuelas de suboficiales y oficiales, como las Becas Vamos_Sumando de la embajada de Estados Unidos.
A la Fuerza Pública le conviene tener más morenos desde la base hasta la cúpula, por legitimidad social y por eficacia. Así fue desde el ejército patriota en la guerra de independencia contra la Corona española. A los negros, mulatos y zambos libres con entrenamiento en las milicias disciplinadas la República en armas les ofreció la igualdad ante la ley y su incorporación hizo una gran diferencia.
De hecho, el coronel Mena es heredero directo, por la rama de la caballería, del coronel Juan José Rondón, el de la recordada frase de Simón Bolívar, “coronel Rondón, salve usted la patria”, en la Batalla del Pantano de Vargas, el 25 de julio de 1819. Rondón era negro y venezolano, y su acción temeraria con 14 lanceros es la estirpe de las Fuerzas Especiales de Mena.
Y a la población afrocolombiana le conviene tener más presencia en la suboficialidad y la oficialidad de la Fuerza Pública, por estabilidad y oportunidades de carrera y por orgullo de tradición histórica.
El año pasado, el Congreso ascendió por ley al grado único de “Gran Almirante de la Nación” al héroe naval de la guerra de independencia, el general de División José Padilla López, que era mulato o zambo, como finalmente la Armada de Colombia reconoció. Los morenos en la Armada son sencillamente los herederos del respeto por el héroe oficial de la Fuerza.
Por eso el jueves también hubo tristeza. El coronel de Infantería de Marina Wisner Paz pudo ser el primer almirante afrocolombiano, pero no fue llamado al curso de ascenso. El año entrante, otro coronel podría alcanzar ese honor.
Esta es la perspectiva de quienes nos sentimos herederos de la experiencia de los descendientes de africanos en la república y en la modernidad colombiana, de más de 200 años de una historia difícil, pero meritoria, que ayudó a crear la nación. La corriente dominante, basada en 1991, logró que la Corte Constitucional exonerara del servicio militar obligatorio a los individuos de las comunidades negras, con argumentos que harían revolcar en la tumba a los negros y mulatos del ejército libertador. Pero así estamos. Ignorando la historia e inventándose una “etnicidad” radical, cuando estamos en la cultura occidental hace siglos.