Primera infancia: ¿sin espacio en la Presidencia?
La eliminación de la Consejería Presidencial de Niñez y Adolescencia no es oportuna.
De la Declaración de la Cumbre de aliados “Juntos por la Primera Infancia” de la semana pasada, sería estupendo que una opinión pública más amplia retuviera al menos tres puntos: i) “la primera infancia es un momento crucial para el desarrollo humano” (la evidencia científica es contundente); ii) “hay retos para alcanzar la universalidad de la atención integral a la primera infancia” (al parecer, estamos en 50% de cobertura), y iii) “priorizar la atención integral a la primera infancia y sus cuidadores, familias gestantes y lactantes, siempre por encima de los demás grupos etáreos”.
Dado que el artículo 44 de la Constitución establece que “los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás” y que “la familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral”, el punto iii) suena incontestable, pero en realidad la cumbre añadió en su declaración que esa priorización ocurra en “emergencias por migración, desastres naturales, conflicto armado y demás crisis humanitarias”.
No le dio un alcance general, o no recordó la prevalencia constitucional, y esto puede entenderse como parte del esfuerzo de los organizadores de la Cumbre (sociedad civil con apoyo de la academia, incluyendo autoridades mundiales que llegaron a Bogotá) para mantener buenos términos con el gobierno nacional. Evitaron reaccionar en lo más mínimo en público a las señales que causan malestar y preocupación, que van más allá del trato presupuestal, mencionado en mi anterior columna.
La directora del ICBF no asistió, ni envió vídeo y tampoco al subdirector general o a la dirección de primera infancia. No fueron el MinEducación ni el vice de Educación Preescolar, Básica y Media. Se desperdició la oportunidad de un diálogo este sí “vinculante”. Una directora sectorial de Planeación Nacional anunció que habrá un diálogo del presidente Petro con los niños, es decir, con un grupo de niños. No quedó claro si en lo que se refiere a la política de primera infancia, se tendrá en cuenta para el borrador de Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 lo que balbuceen y digan los menores de cinco años con el presidente. O si estos no estarán.
Mientras tanto, será bueno repasar la evidencia científica del Premio Nobel de Economía James Heckman en la cumbre y las conclusiones que expuso la profesora Lynn Kagan de estudios comparativos de 90 países en la materia.
En esta coyuntura de inicio del nuevo gobierno, la preocupación por la interlocución en primera infancia aumentó por el anuncio de la “transformación” de la Consejería Presidencial de Niñez y Adolescencia en “Consejería de la Reconciliación Nacional”, que “incluirá temas de niñez, pero la misionalidad y política pública es del ICBF”. Es decir, sale de la “institucionalidad” de la Presidencia de la República el doliente de la primera infancia. Vale recordar que la Consejería para la Juventud se mantuvo y, de hecho, se ha empoderado notablemente.
Incluso con buena interlocución con ICBF, la Consejería Presidencial ayuda a todos los esfuerzos. No deberíamos retroceder.
La eliminación de la Consejería Presidencial de Niñez y Adolescencia no es oportuna.
De la Declaración de la Cumbre de aliados “Juntos por la Primera Infancia” de la semana pasada, sería estupendo que una opinión pública más amplia retuviera al menos tres puntos: i) “la primera infancia es un momento crucial para el desarrollo humano” (la evidencia científica es contundente); ii) “hay retos para alcanzar la universalidad de la atención integral a la primera infancia” (al parecer, estamos en 50% de cobertura), y iii) “priorizar la atención integral a la primera infancia y sus cuidadores, familias gestantes y lactantes, siempre por encima de los demás grupos etáreos”.
Dado que el artículo 44 de la Constitución establece que “los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás” y que “la familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral”, el punto iii) suena incontestable, pero en realidad la cumbre añadió en su declaración que esa priorización ocurra en “emergencias por migración, desastres naturales, conflicto armado y demás crisis humanitarias”.
No le dio un alcance general, o no recordó la prevalencia constitucional, y esto puede entenderse como parte del esfuerzo de los organizadores de la Cumbre (sociedad civil con apoyo de la academia, incluyendo autoridades mundiales que llegaron a Bogotá) para mantener buenos términos con el gobierno nacional. Evitaron reaccionar en lo más mínimo en público a las señales que causan malestar y preocupación, que van más allá del trato presupuestal, mencionado en mi anterior columna.
La directora del ICBF no asistió, ni envió vídeo y tampoco al subdirector general o a la dirección de primera infancia. No fueron el MinEducación ni el vice de Educación Preescolar, Básica y Media. Se desperdició la oportunidad de un diálogo este sí “vinculante”. Una directora sectorial de Planeación Nacional anunció que habrá un diálogo del presidente Petro con los niños, es decir, con un grupo de niños. No quedó claro si en lo que se refiere a la política de primera infancia, se tendrá en cuenta para el borrador de Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 lo que balbuceen y digan los menores de cinco años con el presidente. O si estos no estarán.
Mientras tanto, será bueno repasar la evidencia científica del Premio Nobel de Economía James Heckman en la cumbre y las conclusiones que expuso la profesora Lynn Kagan de estudios comparativos de 90 países en la materia.
En esta coyuntura de inicio del nuevo gobierno, la preocupación por la interlocución en primera infancia aumentó por el anuncio de la “transformación” de la Consejería Presidencial de Niñez y Adolescencia en “Consejería de la Reconciliación Nacional”, que “incluirá temas de niñez, pero la misionalidad y política pública es del ICBF”. Es decir, sale de la “institucionalidad” de la Presidencia de la República el doliente de la primera infancia. Vale recordar que la Consejería para la Juventud se mantuvo y, de hecho, se ha empoderado notablemente.
Incluso con buena interlocución con ICBF, la Consejería Presidencial ayuda a todos los esfuerzos. No deberíamos retroceder.