“Estudié en medio de una pandemia”. Este será el testimonio que muchos niños y jóvenes de nuestro país y del mundo darán a las futuras generaciones. Cuando se detectó el coronavirus en Colombia, en marzo de este año, la gran mayoría de las universidades del país ya habían iniciado el primer periodo académico del 2020. Proyectos y compromisos familiares, académicos, financieros y laborales fueron parte de los incentivos o presiones que obligaron a una rápida adaptación de los estudiantes, las familias y las instituciones para concluir de la mejor manera ese semestre, tal como en general ocurrió.
Para el segundo periodo académico del 2020, pese a las expectativas de las instituciones y los estudiantes de volver al trabajo presencial y a la incertidumbre que significaba la educación remota, los estudiantes decidieron continuar su proceso de formación en las universidades, lo que exige un esfuerzo adicional de los jóvenes y las instituciones para el logro de los objetivos académicos.
Lamentablemente muchos jóvenes y sus familias no han tenido la posibilidad de decidir. La grave crisis social y económica que vivimos por la pandemia ha obligado a muchos a suspender sus proyectos formativos. Así lo reconocen las instituciones que, en general, han hecho esfuerzos de todo tipo para evitar la deserción estudiantil. En el caso particular de la Universidad Nacional de Colombia, para evitar la deserción, hemos logrado garantizar derechos de matrícula cero al 63% de los estudiantes de pregrado y un 20% descuento en las matrículas de posgrados. Además, se ha flexibilizado el pago de matrícula y se han ofrecido múltiples apoyos como alojamiento, transporte, alimentación, equipos de conectividad, planes de internet y giros directos de dinero que, solo durante el primer semestre del 2020, llegaron a cerca de 16.000 apoyos otorgados a los estudiantes con condiciones de mayor vulnerabilidad. Estas ayudas, entre otras que buscan garantizar el bienestar estudiantil, se mantendrán para el segundo semestre del 2020.
Pese a los esfuerzos de las universidades y los gobiernos, algunos jóvenes no podrán estudiar porque, por ejemplo, hay regiones de nuestro país que no tienen la infraestructura de conectividad necesaria. Esperamos que esto solo sea por un semestre y con ese propósito trabajaremos para que puedan volver cuanto antes al sistema.
También es cierto que las universidades en general ofrecemos facilidades para que algunos proyectos académicos sean postergados por uno o dos semestres sin mayor inconveniente, asumiendo que se hacen por la voluntad y el deseo de cada estudiante. Esta es una opción que muchos considerarían frente a la situación que afronta el mundo y nuestro país. Quiero entonces, hacer un reconocimiento a quienes, contando con la posibilidad de decidir, han querido enfrentar este semestre académico asumiendo el reto de estudiar en medio de la pandemia.
Las clases remotas han dado vida a algunas ideas que desde hace muchos años se han planteado en las discusiones pedagógicas al interior de las instituciones. Una de ellas es la idea de que el proceso de aprendizaje no es la transmisión de conocimiento de uno a otro; no hay sujeto pasivo en la relación maestro-estudiante, ambos contribuyen con sus experiencias de vida y con el conocimiento previo al diálogo en el cual se construye nuevo conocimiento. Con esto en claro, la experiencia del aprendizaje remoto es una oportunidad para desarrollar y fortalecer nuestra autonomía y libertad para seguir construyendo nuestros proyectos de vida.
Las clases remotas también pueden ser una herramienta adicional para el aprendizaje que podría complementar la modalidad presencial, que sigue siendo el mejor escenario para la formación integral, a la que deseamos volver en cuanto sea seguro. Los campus son esenciales como espacios para el encuentro de las artes, el deporte, las ciencias y la cultura universal, para el encuentro de saberes y experiencias que configuran y enriquecen las vivencias universitarias.
La pandemia ha hecho que las sociedades en el mundo tengan claro que el conocimiento es la fuente del bienestar de la población y la riqueza de las naciones. La decisión de seguir adelante en este segundo semestre del 2020 está guiada por la consciencia de no detener los procesos de formación que tienden al desarrollo de aptitudes cognitivas y actitudes ciudadanas, características de una formación integral, con las que nuestros jóvenes podrán cumplir el deseo de contribuir significativamente, desde el ejercicio de su autonomía y de su libertad, a la superación de la crisis pospandemia y a la transformación social y cultural de su país.
* Rectora, Universidad Nacional de Colombia.
“Estudié en medio de una pandemia”. Este será el testimonio que muchos niños y jóvenes de nuestro país y del mundo darán a las futuras generaciones. Cuando se detectó el coronavirus en Colombia, en marzo de este año, la gran mayoría de las universidades del país ya habían iniciado el primer periodo académico del 2020. Proyectos y compromisos familiares, académicos, financieros y laborales fueron parte de los incentivos o presiones que obligaron a una rápida adaptación de los estudiantes, las familias y las instituciones para concluir de la mejor manera ese semestre, tal como en general ocurrió.
Para el segundo periodo académico del 2020, pese a las expectativas de las instituciones y los estudiantes de volver al trabajo presencial y a la incertidumbre que significaba la educación remota, los estudiantes decidieron continuar su proceso de formación en las universidades, lo que exige un esfuerzo adicional de los jóvenes y las instituciones para el logro de los objetivos académicos.
Lamentablemente muchos jóvenes y sus familias no han tenido la posibilidad de decidir. La grave crisis social y económica que vivimos por la pandemia ha obligado a muchos a suspender sus proyectos formativos. Así lo reconocen las instituciones que, en general, han hecho esfuerzos de todo tipo para evitar la deserción estudiantil. En el caso particular de la Universidad Nacional de Colombia, para evitar la deserción, hemos logrado garantizar derechos de matrícula cero al 63% de los estudiantes de pregrado y un 20% descuento en las matrículas de posgrados. Además, se ha flexibilizado el pago de matrícula y se han ofrecido múltiples apoyos como alojamiento, transporte, alimentación, equipos de conectividad, planes de internet y giros directos de dinero que, solo durante el primer semestre del 2020, llegaron a cerca de 16.000 apoyos otorgados a los estudiantes con condiciones de mayor vulnerabilidad. Estas ayudas, entre otras que buscan garantizar el bienestar estudiantil, se mantendrán para el segundo semestre del 2020.
Pese a los esfuerzos de las universidades y los gobiernos, algunos jóvenes no podrán estudiar porque, por ejemplo, hay regiones de nuestro país que no tienen la infraestructura de conectividad necesaria. Esperamos que esto solo sea por un semestre y con ese propósito trabajaremos para que puedan volver cuanto antes al sistema.
También es cierto que las universidades en general ofrecemos facilidades para que algunos proyectos académicos sean postergados por uno o dos semestres sin mayor inconveniente, asumiendo que se hacen por la voluntad y el deseo de cada estudiante. Esta es una opción que muchos considerarían frente a la situación que afronta el mundo y nuestro país. Quiero entonces, hacer un reconocimiento a quienes, contando con la posibilidad de decidir, han querido enfrentar este semestre académico asumiendo el reto de estudiar en medio de la pandemia.
Las clases remotas han dado vida a algunas ideas que desde hace muchos años se han planteado en las discusiones pedagógicas al interior de las instituciones. Una de ellas es la idea de que el proceso de aprendizaje no es la transmisión de conocimiento de uno a otro; no hay sujeto pasivo en la relación maestro-estudiante, ambos contribuyen con sus experiencias de vida y con el conocimiento previo al diálogo en el cual se construye nuevo conocimiento. Con esto en claro, la experiencia del aprendizaje remoto es una oportunidad para desarrollar y fortalecer nuestra autonomía y libertad para seguir construyendo nuestros proyectos de vida.
Las clases remotas también pueden ser una herramienta adicional para el aprendizaje que podría complementar la modalidad presencial, que sigue siendo el mejor escenario para la formación integral, a la que deseamos volver en cuanto sea seguro. Los campus son esenciales como espacios para el encuentro de las artes, el deporte, las ciencias y la cultura universal, para el encuentro de saberes y experiencias que configuran y enriquecen las vivencias universitarias.
La pandemia ha hecho que las sociedades en el mundo tengan claro que el conocimiento es la fuente del bienestar de la población y la riqueza de las naciones. La decisión de seguir adelante en este segundo semestre del 2020 está guiada por la consciencia de no detener los procesos de formación que tienden al desarrollo de aptitudes cognitivas y actitudes ciudadanas, características de una formación integral, con las que nuestros jóvenes podrán cumplir el deseo de contribuir significativamente, desde el ejercicio de su autonomía y de su libertad, a la superación de la crisis pospandemia y a la transformación social y cultural de su país.
* Rectora, Universidad Nacional de Colombia.