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De oveja negra a estrella renaciente

Eduardo Barajas Sandoval
30 de mayo de 2023 - 02:00 a. m.
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Analistas foráneos dicen que Grecia pasó de oveja negra a país de notable buen comportamiento económico post pandemia, dentro de la Unión Europea. Calificación diferente de la popular, que aprecia las cosas desde la cotidianidad, afectada por el costo de vida y el mortífero choque de trenes en Lárisa, adjudicable a la mala gestión de los ferrocarriles.

La oposición de izquierda, con el ex primer ministro Alexis Tsipras a la cabeza, cifró sus esperanzas en esos dos factores, además de confiar en el retorno temprano del movimiento pendular que permite la alternación en el poder, sin un segundo mandato para la derecha. También confiaba en que el modelo electoral, que en su momento Tsipras modificó, con diseño a su medida, llevaría a su partido de retorno a la jefatura del gobierno.

El veredicto ciudadano, sorpresivo, terminó dando en primera vuelta la victoria a los conservadores de Nueva Democracia, que con algo más del 40 % de los votos duplicaron a la izquierda de SYRIZA, aunque no alcanzaron la meta, siempre anhelada, de contar con los 151 escaños que les permitirían gobernar conforme a su proyecto, sin necesidad de negociar con nadie para la formación de un nuevo gobierno.

Los rituales que siguen ahora muestran una vez más la madurez de la democracia griega contemporánea. La presidente de la República, Katerina Sakelaropoulou, ofreció sucesivamente la opción de formar gobierno a los jefes de los partidos más votados en los comicios. Como a ninguno de ellos le quedaría fácil formar un gobierno con alianzas que implicarían negociaciones programáticas, habrá nuevos comicios, posiblemente a finales del mes de junio.

La señal de partida del nuevo proceso electoral estuvo marcada por una cordial reunión, presidida por la señora Sakelaropoulou, a la cual asistieron el saliente primer ministro y jefe de Nueva Democracia, Kyriakos Mitsotakis, el presidente de SYRIZA, Alexis Tsipras, el jefe del Partido Socialista Panhelénico, PASOK, Nikos Androulakis, el presidente del partido Elinikí Lisi, Solución Griega, Kyriakos Velópoulos, y el secretario general del Partido Comunista de Grecia (KKE), Dimitris Koutsoumpas.

Unidos por el mismo compromiso con la democracia y las instituciones, los principales protagonistas de la vida política, a sabiendas de sus diferencias y de que el requerimiento final de formar un gobierno no tendría resultado, declinaron la oferta y se comprometieron a ir de nuevo a las urnas. Mientras llega el día de las votaciones, todos se dedicarán a la campaña. Del gobierno se encargará de manera interina el presidente del Tribunal de Cuentas, con un gabinete técnico que adelante la gestión diaria de la administración. El parlamento recientemente se reúne por un día y al día siguiente se disuelve para dar comienzo a la nueva campaña.

Allí no se ve razón para interpretar de manera negativa la imposibilidad de formación de un nuevo gobierno. La falta de acuerdo político no es un fracaso. Es una fotografía del panorama, que obliga a reflexiones por parte de los partidos y de los votantes. Se vive un proceso que agita ideas e incita a refinar propuestas. Ese es el clima de paz verdadera que se debe respirar desde lo más profundo de cada país y de cada sociedad, en lugar de alimentar la idea de que el contradictor político es enemigo personal.

Grecia ha dejado de ser oveja negra porque el país ha podido superar, por esta vez, los años de la competencia populista que involucró por igual a los entonces grandes partidos, de centro izquierda y centro derecha, PASOK y Nueva Democracia, que repartieron el presupuesto para mantenerse en el poder a punta de dádivas y terminaron por quebrar al Estado, lanzar gente al abismo y poner en angustias al resto.

En ejercicio de la sana costumbre política de la alternación en el poder, el primer turno de los remiendos correspondió en 2015 a SYRIZA, la nueva izquierda democrática, que recibió el respaldo popular en los momentos de angustia de la quiebra del Estado y la amenaza de expulsión de la Unión Europea. Ultimátum acompañado de la descalificación por centros de poder de la Europa comunitaria, apóstoles de la ortodoxia neoliberal y hábiles encriptadores de sus propios pecados.

Tsípras, entonces juvenil y animoso campeón de una tradición que por décadas luchó contra los excesos del capitalismo, tuvo que escoger entre el cumplimiento estricto de las condiciones impuestas por la Unión Europea y las propuestas de un ministro de economía que pretendía imponer al mundo, desde Atenas, teorías cargadas de utopía, de esas que suenan bien en los recintos académicos, o en los círculos de quienes no tienen que responder por nada concreto, que resultan inaceptables en Bruselas o Washington.

El entonces primer ministro obró con inteligencia suficiente para entender que un país periférico no tiene cómo imponer modelos al resto del mundo y que, además de la payasada, quien pose de transformador desde cualquier nación que no sea potencia termina por hundir a su sociedad en una crisis aún más profunda. Salió entonces de su folclórico e impetuoso ministro y se puso a hacer la tarea, con la supervisión molesta pero inevitable de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.

Hace cuatro años, sobre la base de los remiendos bien hechos de la izquierda democrática, el turno llegó para Nueva Democracia, renovada bajo el liderazgo de Kyriakos Mitsotakis, el más reciente vástago de una de las familias políticas tradicionales de un país en el que los apellidos se repiten, en diferentes organizaciones políticas, con una frecuencia no vista en ningún otro país europeo. Asunto que no es tema de discusión en el medio helénico, donde se puede entender que el oficio de la política es una más de esas profesiones familiares que se heredan. Si el personaje es bueno, sirve, siempre y cuando respete la idea de que gobernar no es oprimir a los demás sino servirles.

Bajo la coordinación de Mitsotakis, que como tantos otros gobernantes del mundo tuvo que conducir el manejo de la pandemia, Grecia pudo dar una especie de salto hacia adelante, representado en cifras que todavía dejan por fuera consideraciones sociales y humanitarias como los restos de pobreza que puedan existir y el embate de otro obstáculo de muy difícil manejo para un país con cientos de islas europeas que son destino de migraciones del Medio Oriente y de África, ayudados por traficantes de seres humanos y gobiernos oportunistas que aúpan la aventura de echarse al mar en busca de un mejor destino.

Las próximas elecciones darán un nuevo veredicto sobre el presente y señalarán el rumbo del futuro de Grecia. Pero no hay que engañarse: los verdaderos protagonistas del repunte de los últimos años no han sido los gobiernos, sino la gente. Algo que es bueno entender, en lugar de seguir adjudicando los éxitos de los pueblos exclusivamente a sus gobernantes, como si los pueblos solo tuvieran la obligación, y la opción, de obedecer. Mirada simple y superficial, reflejo de sentimientos mesiánicos y caudillistas que han hecho daños en todas partes.

Es el pueblo griego, desde lo profundo, el protagonista de la reiteración de su vieja leyenda de renacer del fondo de sus propias cenizas. Fenómeno que sucede de manera reiterada en lo público y en lo privado, en lo grande y lo pequeño; muestra de un sentido del destino que, aún en medio de tragedias inverosímiles, saca todo adelante por cuenta del optimismo. Como debemos intentarlo nosotros.

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Boppi(61012)31 de mayo de 2023 - 03:55 p. m.
Muy buenas columnas las del señor Eduardo.
Atenas(06773)30 de mayo de 2023 - 02:46 p. m.
Yo, ferviente admirador, y lector claro está, del período helenístico o antigua Grecia, en lo académico, no dejo de sorprenderme x el ocaso en q’ cayó y cuyo comienzo del final se dio con un hombre infernal, al menos en lo referido a Atenas q’ igual así hubo arrastrado a las demás naciones q’ la conformaban, un tal Cleón, el curtidor, sofista x tradición y quien 1º propició la caída del grandioso Pericles pa hacerse al poder y así joder x siempre tan admirable cultura. Como el sofista Petro aquí
Mauricio(16948)30 de mayo de 2023 - 01:45 p. m.
Muy buenos mensajes a Bolivar para que los oiga Santander….
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