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No hay tiempo para los placeres intelectuales

Eduardo Lora
22 de marzo de 2025 - 05:05 a. m.
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El tiempo, ese recurso finito e irrecuperable, es el lienzo sobre el que pintamos nuestras vidas. Cómo lo distribuimos define quiénes somos, qué logramos y, en última instancia, qué tan satisfechos estamos con nuestra existencia. En el capítulo sobre el uso del tiempo, de mi libro Los colombianos somos así, muestro algo inquietante: no nos queda tiempo para los placeres intelectuales.

La jornada laboral colombiana, ya de por sí extensa, se ve incrementada por las horas dedicadas a las tareas domésticas, al cuidado no remunerado y a desplazarnos de un sitio a otro. Las mujeres, en particular, se enfrentan a una doble jornada que deja poco espacio para actividades más allá de la supervivencia. Todo esto nos deja sin alientos para el enriquecimiento personal y para cultivar la mente y el espíritu.

La lectura, esa actividad fundamental para el desarrollo intelectual y la expansión de la mente, se ve relegada a un segundo plano. El promedio de lectura en Colombia está muy por debajo de la media internacional. Un día cualquiera, apenas una minoría de colombianos dedica tiempo a la lectura, y el promedio de tiempo dedicado a esta actividad es escaso. Pero la escasez de tiempo para actividades intelectualmente estimulantes no se limita a la lectura. El contacto con el arte, igualmente crucial para el desarrollo personal y la formación integral, también se ve desplazado por otras actividades. Igualmente relegado queda el contacto con la naturaleza, una fuente inagotable de aprendizaje y contemplación que requiere tiempo y dedicación para ser apreciada en su plenitud. Observar el vuelo de un colibrí, escuchar el canto de las aves, o simplemente caminar por un sendero natural, son experiencias que enriquecen la mente y el espíritu, pero que parecen ser un lujo inalcanzable para muchos colombianos.

¿A qué se debe esta falta de tiempo para los placeres intelectuales? No es solo que las tareas del hogar y del trabajo nos demanden mucho tiempo. Es que, además, no le damos ninguna prioridad a las actividades intelectuales y al contacto con la naturaleza. La televisión y el internet, con sus infinitas distracciones, acaparan la atención de los colombianos, dejando poco espacio para actividades que requieren mayor concentración y esfuerzo mental, ya sea leer un libro, visitar un museo, asistir a un concierto, o simplemente disfrutar de una conversación enriquecedora o de una caminata por un entorno natural. El aprendizaje que se deriva de estas experiencias, tan diverso y profundo, se ve sacrificado en aras de la productividad y la inmediatez.

Esta situación nos debe llevar a una profunda reflexión. Una sociedad que no dedica tiempo a los placeres intelectuales arriesga su propio desarrollo. La falta de pensamiento crítico, la limitación del conocimiento y la disminución de la capacidad analítica son las consecuencias directas del poco tiempo dedicado al intelecto.

Es necesario replantear nuestra relación con el tiempo. Se requiere una distribución más equitativa de las tareas domésticas y de cuidado, una cierta moderación con el tiempo dedicado al trabajo y, sobre todo, una priorización consciente de las actividades que nutren la mente y el espíritu, incluyendo el acceso a experiencias artísticas y la conexión con la naturaleza. La inversión en educación, la promoción de la lectura y el arte, la creación de espacios públicos que faciliten el acceso a la cultura, la música y la naturaleza, son cruciales para revertir esta tendencia y construir una sociedad más informada, crítica, conectada con su entorno y, en última instancia, más plena. No hay tiempo para los placeres intelectuales, pero sí hay necesidad de crear ese tiempo. Es una inversión que redundará en el desarrollo personal y colectivo, y en una mejor calidad de vida para todos los colombianos.

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Maria Paula Gonzalez Avila(gpes8)Hace 14 horas
Desde la escuela se foementa el desplacer por lo intelectual, por la lectura y la escritura al sometarla a la calificación. Se apoya el deber de leer, pero no el gusto. No se estimula el pensamiento sino la obediencia, la copia y eso esta pensando desde la politica de control, para que los humanos no piensen. Disque la inteligencia artificial piensa por los humanos. Eso se debe desvirtuar para avanzar. Los senderos a cerros Orientales de Bogota estaban cerrados, para ir a dsifrutar con la natura
David Valencia Cuellar(0vhxw)22 de marzo de 2025 - 11:18 p. m.
Sin lectura no hay cultura.
Rosdel(57807)22 de marzo de 2025 - 09:12 p. m.
No interesa a un país excluyente dejar tiempo para el Placer intelectual… se vuelven todos sabios y buenos y a quien se hace esclavo?
Melibea(45338)22 de marzo de 2025 - 04:19 p. m.
Que importantes son los planteamientos críticos de su columna.pues con su análisis contesta ese gran interrogante de Porqué Colombia nunca cambia.Efectivamente. Mientras sigamos siendo una sociedad analfabeta funcional,continuaremos siendo manipulados por los corruptos que dirigen el orden político,social y económico del país.Esto sumado a los ministros que no propician modelos educativos que busquen el desarrollo intelectual de la población joven
Mario Giraldo(196)22 de marzo de 2025 - 03:40 p. m.
La jornada laboral en Colombia es de 48horas, en los países desarrollados es de 40 y en las democracias sociales se habla de 36horas. 40 años de investigaciones demuestran que la hora nalga va en contra de la productividad. La eficiencia y la innovación se dan en los espacios de esparcimiento, no en la rutina repetitiva. Los empresarios en Colombia tiene la mentalidad del siglo 19. Donde el costo de la mano de obra, creen que es disminución de utilidades. Absurdo.
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