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En la última columna señalé que el conflicto entre ahorro y el gasto público se había agravado. Antes bastaba aumentar el ahorro, ahora es necesario aumentar el ahorro y reducir el gasto público, esto es reducir el déficit fiscal y en cuenta corriente.
Lamentablemente, se regresó a las épocas en que la tasa de ahorro se colocaba por debajo de la inversión, y no se sabía qué hacer para normalizar el sistema, es decir, para subir la tasa de ahorro.
El déficit del Gobierno Nacional Central de 6,3% implica una senda de política fiscal altamente expansiva, y los correctivos que se van a aplicar por el Gobierno en la presente administración lo agravan. El ahorro no se recupera y los índices de crecimiento del producto y la inflación se deterioran.
El ahorro es la suma del ahorro privado y público. El aumento del déficit fiscal disminuye el ahorro público. El déficit fiscal aumentó significativamente durante la pandemia y volvió a subir en 2024. El aumento de los déficits del Gobierno puede justificarse con motivos de corto plazo, pero no se debe mantener en el largo plazo, ya que sube el endeudamiento y reduce el ahorro. El aumento del déficit fiscal a niveles insostenibles lleva ya varios años desde la pandemia en 2020-2021.
La economía se encuentra en el estado de ahorro menor que la inversión y reducción del crecimiento económico y el empleo. No hay otro camino que devaluar la moneda, y así subir la tasa de ahorro. Como no se hizo, el tipo de cambio se revaluó y la tasa de ahorro declinó.
Lo que se requiere es un modelo económico que haga lo contrario, devalúe la moneda y suba la tasa de ahorro. En su lugar, se tiene un modelo que revalúa el tipo de cambio, baja la tasa de ahorro y conduce al colapso.
El crecimiento económico ha disminuido por la contracción del ahorro, y ambas variables se refuerzan simultáneamente ampliando los efectos.
Como lo reitero en la última columna, se requieren acuerdos consensuales para que el ahorro en su conjunto aumente por encima de la inversión. La oferta debe aumentar por encima de la demanda, y no al contrario. En la práctica se puede conseguir con la intervención monetaria o cambiaria para devaluar la moneda, como se ha recomendado en forma insistente durante dos años.
Mientras el déficit fiscal aumenta, el déficit comercial también se expande. En el comienzo del año, en enero las exportaciones subieron 4,3% y las importaciones 7,4%, y el déficit de la balanza comercial fue US$1.279 millones. El déficit comercial que el año pasado alcanzó el 3% del producto, en el presente año se inició en ascenso.
El Gobierno, en vez de revertir la reducción del ahorro que genera el mercado y viene de atrás, lo que hace es agravarla. No es sorprendente el bajo desempeño de la economía en la forma de estancamiento con inflación, con bajo ahorro y alto gasto público y déficit fiscal. Su persistencia en la actualidad se debe a la continuación y mantenimiento de políticas equivocadas. Antes había que aumentar el ahorro, ahora hay que aumentar el ahorro y reducir el déficit fiscal y en cuenta corriente.
