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La economía está en un estado de colapso que solo se puede superar con un modelo económico basado en las realidades propias del país; en la práctica, adquiere la forma de bajar la tasa de interés en forma abierta e intervenir el mercado cambiario para devaluar la moneda en forma directa.
Durante mucho tiempo insistí en que las autoridades económicas y los analistas se habían equivocado en la interpretación de la información estadística e histórica. En general, se precipitaron a atribuir el disparo de la inflación a factores de expansión de la demanda por razones que nunca se explicaron, cuando la principal causa está en el desabastecimiento.
Se dio por hecho que estamos en una inflación inducida por la ampliación de la demanda. La producción y la inflación evolucionan en la misma dirección. Falso. Lo que se tiene son economías de oferta, en la cual la producción y la inflación evolucionan en dirección contraria.
Se ha regresado al pasado, cuando las economías experimentaban deficiencias de ahorro que se trasladaban al sector externo. Las balanzas de pagos registraban déficits crecientes. Los bancos y las empresas se precipitaban en estados de incumplimiento de las obligaciones externas, como ocurrió en la región en la década de los 80.
El modelo colapsó. La tasa de ahorro desciende y el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos se dispara. El Gobierno no hace nada para evitarlo; por el contrario, lo agrava subiendo la tasa de interés. La economía está a la deriva. La tasa de ahorro declina, al tiempo que el déficit en cuenta corriente aumenta y la tasa de cambio se revalúa. La solución es un modelo que baje la tasa de interés e intervenga el mercado cambiario para devaluar la moneda en forma directa.
Mientras se mantengan las condiciones actuales de caída de la tasa de ahorro y desbordamiento del déficit en cuenta corriente, la economía estará a la deriva. La caída de la producción reduce la tasa de ahorro, que a su turno reduce la producción.
El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, en comunicados de prensa, están diciendo que la política de alta tasa de interés y revaluación del tipo de cambio que le recomendaron al país y llevaron a declararla como la mejor economía de América Latina no fue más que un error de diagnóstico. Luego de la caída del producto nacional del 7,5 % en 2020, y el rebote en 2021, la actividad productiva decayó rápidamente en 2022 y en el presente año avanzará cerca de cero. Estamos ante el mayor ciclo recesivo del siglo.
En el momento actual la política está comprometida en una elevación de la tasa de interés y una revaluación del tipo de cambio que conduce al colapso. En su lugar, se requiere un modelo que baje la tasa de interés de una vez por todas y devalúe la moneda en forma directa.
El problema es claro. La economía se encuentra en un estado de ahorro faltante que viene de tiempo atrás. En términos macroeconómicos, la oferta agregada es menor que la demanda agregada. La producción decae y la inflación se dispara. Las importaciones crecen más que las exportaciones. El déficit en cuenta corriente aumenta y el tipo de cambio se revalúa. Los portadores de activos TES, convertibles en moneda extranjera, se mantienen con tasas de interés mayores a la tasa de referencia del Banco de la República.
Así suene repetitivo, la solución es la baja inmediata de la tasa de interés y la devaluación masiva que reduzca en forma drástica el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos. La economía experimentaría una expansión de la producción que reduciría la inflación y elevaría la productividad y el salario real.