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La economía de tiempo atrás está en un estado de ahorro menor que la inversión, oferta menor que la demanda. Las acciones de política para invertirla no han tenido los resultados buscados. La economía opera en un estado decreciente que contrae la oferta agregada (la producción nacional) y amplía la demanda agregada, y resulta en una contracción de la producción y ampliación de la demanda. La oferta agregada de la economía es determinada principalmente por el ahorro y el empleo. Por su parte, la demanda agregada está determinada por la inversión, el déficit fiscal y el déficit en cuenta corriente. La igualdad entre los dos no se consigue con el mercado. Por el contrario, el mercado amplía la divergencia.
La corrección del estado descrito está condicionada a una acción oficial orientada a ampliar el ahorro y moderar la demanda.
No se cumple el modelo de Solow en que el ahorro es igual a la inversión, y en la realidad el ahorro no puede mantenerse por debajo de la inversión. En general se reconoce que la economía está en un estado desequilibrio. La oferta es menor que la demanda. Y solo se puede normalizar con un modelo de desequilibrio que reduzca la tasa de interés real y devalúe la moneda.
En fin, tenemos un sistema de desequilibrio, la Ley de Say no se cumple; la solución es el modelo de desequilibrio, no de equilibrio de mercado, cómo sería bajar la tasa de interés real y devaluar la moneda, y así elevar la tasa de ahorro.
Le economía entró en un estado de desequilibrio. La oferta agregada y la demanda agregada declinan, y se refuerzan. La manifestación más clara del desajuste está en el declive de la tasa de ahorro y la revaluación del tipo de cambio. El Gobierno, llámese ministro de Hacienda o Banco de la República, no tienen otra opción que intervenir el sistema cambiario o monetario para devaluar la moneda de forma drástica, bajar la tasa de interés real y así elevar la tasa de ahorro.
La verdad es que la economía enfrenta un severo desequilibrio de ahorro menor que la inversión que no puede superarse con los procedimientos convencionales de mercado.
La solución de la crisis, de una vez por todas, está en que el Gobierno, más concretamente los bancos centrales, procedan de inmediato a devaluar la moneda en forma directa, ya sea mediante las reservas internacionales o emitiendo para que el Gobierno adquiera las divisas.
La verdad es que la economía enfrenta un severo desequilibrio de ahorro que no puede superarse con los procedimientos convencionales de mercado de igualdad entre la oferta y la demanda. Los cálculos convencionales del DANE advierten que la demanda agregada de la economía y el empleo se desploman empujados por la reducción del ahorro.
La falla de la economía se origina por un estado de ahorro menor que la inversión y se subsana con la ampliación del ahorro. Las soluciones se pretenden con modelos que reducen el ahorro, cómo es el caso del modelo de Solow y en general con formulaciones de mercado. La solución solo se consigue con un modelo que baje la tasa de interés y devalúe la moneda, y así suba la tasa de ahorro.
La solución es un modelo que aumente la oferta y la demanda. Lo primero se consigue con la tasa de ahorro y el empleo. Lo segundo se logra reduciendo los déficits fiscales y en cuenta corriente que en la actualidad su suma se acerca al 10 % del PIB.
Estamos ante un sistema imperfecto que se enfrenta con modelos imperfectos que bajan el ahorro y amplían el déficit fiscal y en cuenta corriente. En el fondo se tiene un modelo que baja la tasa de ahorro y amplía el déficit fiscal y en cuenta corriente, cuando lo que se requiere es un modelo de desequilibrio que realice lo contrario. En este punto se regresa al caso de los Tigres Asiáticos que han alcanzado el modelo en que la mayoría gana, reduciendo la brecha entre el crecimiento del capital y el producto nacional.