Luego de un largo proceso de reflexión, en la próxima semana aparecerá el libro Teorías de crecimiento y distribución del ingreso para una nueva era. El trabajo lo realicé durante varios años y adquiere gran actualidad ante el malestar y las protestas causados por la ampliación de las desigualdades.
En la primera parte del libro se cuestiona la concepción de equilibrio que ha predominado en la ciencia económica. Se presume que el mercado y la competencia conducen al estado más eficiente. Las economías tienden a estructuras regulares y similares. Los comportamientos pueden ser formulados o representados en formulaciones estilizadas que son válidas en todos los lugares. Las economías convergen a estructuras similares.
El supuesto se analiza a la luz de los principales componentes del sistema económico. En los distintos capítulos se encuentra que los principios de equilibrio no se cumplen en el balance macroeconómico, el comercio internacional, el ahorro, el empleo y el crecimiento económico. Las economías operan con exceso de ahorro que deprime la producción del empleo. La competencia internacional no garantiza la especialización en las actividades con ventaja comparativa y los países en desarrollo tienen que deprimir los salarios para mantener el balance de las cuentas externas. El ahorro es insensible y la tasa de interés es insuficiente para alcanzar altas tasas de crecimiento. La flexibilidad de salarios no garantiza el pleno empleo. Así las cosas, las economías operan por debajo de su potencial de producción, crecimiento y empleo, y están expuestas a crisis y colapsos frecuentes. La solución óptima está condicionada a una severa regulación y seguimiento del Estado en el Banco Central, la protección externa, el mercado laboral y la composición sectorial.
En los últimos capítulos muestro cómo después de las contribuciones de Ricardo y Marx, en el siglo XIX, no se ha avanzado en una teoría de la distribución del ingreso sustentada en fundamentos científicos. En los planteamientos de Kuznets, el Banco Mundial y los neoclásicos a mediados del siglo pasado decían que las economías habían entrado en un proceso de equilibrio, en el que el crecimiento y la equidad son separables. Se esperaba que después de un nivel de ingreso per cápita de US$1.000 de esa época, el crecimiento económico aumentara y la distribución mejorara. El postulado fue controvertido por la misma globalización en 1980. A partir de esa fecha el mundo, América Latina y Colombia entraron en un proceso de ampliación de las desigualdades.
Los hechos confirmaron que el equilibrio no se da en el mundo real expuesto a deficiencias y distorsiones estructurales. El mercado no conduce a la máxima producción y el efecto distribución es incierto, y en el caso de las deficiencias estructurales identificadas a lo largo de la obra, es negativo. El crecimiento económico impulsado por el mercado deteriora la distribución del ingreso. La conciliación de los dos propósitos está condicionada a una abierta intervención del Estado.
El aporte del libro está precisamente en concretar y articular los fundamentos científicos de la distribución del ingreso, es decir, sus causas. No sobra advertir que las soluciones a la distribución del ingreso no se encuentran en las cifras globales y la comparación de los países, sino en las características propias de las economías. Lo importante es que la estrategia se sustente en una teoría sólida, que al mismo tiempo garantice el crecimiento económico. En próximas columnas volveré con el tema.
Luego de un largo proceso de reflexión, en la próxima semana aparecerá el libro Teorías de crecimiento y distribución del ingreso para una nueva era. El trabajo lo realicé durante varios años y adquiere gran actualidad ante el malestar y las protestas causados por la ampliación de las desigualdades.
En la primera parte del libro se cuestiona la concepción de equilibrio que ha predominado en la ciencia económica. Se presume que el mercado y la competencia conducen al estado más eficiente. Las economías tienden a estructuras regulares y similares. Los comportamientos pueden ser formulados o representados en formulaciones estilizadas que son válidas en todos los lugares. Las economías convergen a estructuras similares.
El supuesto se analiza a la luz de los principales componentes del sistema económico. En los distintos capítulos se encuentra que los principios de equilibrio no se cumplen en el balance macroeconómico, el comercio internacional, el ahorro, el empleo y el crecimiento económico. Las economías operan con exceso de ahorro que deprime la producción del empleo. La competencia internacional no garantiza la especialización en las actividades con ventaja comparativa y los países en desarrollo tienen que deprimir los salarios para mantener el balance de las cuentas externas. El ahorro es insensible y la tasa de interés es insuficiente para alcanzar altas tasas de crecimiento. La flexibilidad de salarios no garantiza el pleno empleo. Así las cosas, las economías operan por debajo de su potencial de producción, crecimiento y empleo, y están expuestas a crisis y colapsos frecuentes. La solución óptima está condicionada a una severa regulación y seguimiento del Estado en el Banco Central, la protección externa, el mercado laboral y la composición sectorial.
En los últimos capítulos muestro cómo después de las contribuciones de Ricardo y Marx, en el siglo XIX, no se ha avanzado en una teoría de la distribución del ingreso sustentada en fundamentos científicos. En los planteamientos de Kuznets, el Banco Mundial y los neoclásicos a mediados del siglo pasado decían que las economías habían entrado en un proceso de equilibrio, en el que el crecimiento y la equidad son separables. Se esperaba que después de un nivel de ingreso per cápita de US$1.000 de esa época, el crecimiento económico aumentara y la distribución mejorara. El postulado fue controvertido por la misma globalización en 1980. A partir de esa fecha el mundo, América Latina y Colombia entraron en un proceso de ampliación de las desigualdades.
Los hechos confirmaron que el equilibrio no se da en el mundo real expuesto a deficiencias y distorsiones estructurales. El mercado no conduce a la máxima producción y el efecto distribución es incierto, y en el caso de las deficiencias estructurales identificadas a lo largo de la obra, es negativo. El crecimiento económico impulsado por el mercado deteriora la distribución del ingreso. La conciliación de los dos propósitos está condicionada a una abierta intervención del Estado.
El aporte del libro está precisamente en concretar y articular los fundamentos científicos de la distribución del ingreso, es decir, sus causas. No sobra advertir que las soluciones a la distribución del ingreso no se encuentran en las cifras globales y la comparación de los países, sino en las características propias de las economías. Lo importante es que la estrategia se sustente en una teoría sólida, que al mismo tiempo garantice el crecimiento económico. En próximas columnas volveré con el tema.