Las previsiones oficiales de que ahora sí se reactivará la economía en el segundo semestre, se incumplieron de nuevo. El empleo crece por debajo de la población, las licencias de construcción y el cemento descienden, las exportaciones industriales se mantienen deprimidas y la industria no sale de la recesión. La mejoría de una actividad, usualmente significa la caída de las otras.
El balance de los tres años es el de una economía en decaimiento y estancamiento. Lamentablemente las autoridades económicas no han entendido las razones de las causas de la caída histórica del producto. No han superado los libros de texto. La atribuyen a un choque externo que deprimió la economía y dan por cierto que la reducción de la tasa de interés induce una expansión de la inversión y el consumo y una mejoría de la balanza de pagos que la normalizan. Así, el mercado de la mano de la autonomía del Banco Central se encargan de recuperar y estabilizar la economía. Al igual que en todas partes del mundo, la prescripción falla en forma persistente. La baja de interés de 8 a 5,25 % no ha hecho mella a la actividad productiva.
La explicación se encuentra en una seria deficiencia estructural que mantiene el ingreso nacional por encima del gasto, y no se corrige con la tasa de interés, que no puede situarse por debajo de cero. El monumental despliegue mensual para bajar la tasa de referencia no afecta mayormente la tasa del crédito y menos el volumen. Por lo demás, la política fiscal se ve limitada por la balanza de pagos. La ampliación del déficit fiscal por encima del déficit en cuenta corriente generaría un exceso de ahorro sobre la inversión que cerraría el acceso al crédito. La actividad productiva quedaría totalmente a merced de la política fiscal, lo cual tendría serias resistencias en la ortodoxia internacional.
La deficiencia de la estructura productiva está en que no genera exportaciones ni sustitución de importaciones. El país regresó a la mitad del siglo XX, cuando el crecimiento y el empleo eran seriamente limitados por la balanza de pagos. El país está pagando los costos de la globalización que condujo a una estructura productiva en que los países desarrollados se especializan en actividades altamente intensivas en capital y dejan a los países en desarrollo con las actividades intensivas en mano de obra que están sobreofrecidas. No obstante la baja de los salarios ocasionada por la devaluación masiva del tipo de cambio, los productos colombianos se elaboran en el exterior a menores precios o carecen de demanda. La excepción temporal son los productos agrícolas temperados, como los granos y los artículos derivados de la ganadería.
La crisis económica colombiana de los últimos tres años tiene todos los visos para prolongarse por un períoodo igual. El déficit en cuenta corriente y las falencias macroeconómicas precipitaron la caída del crecimiento en más de 3 puntos porcentuales e interfieren en la recuperación. Mientras no se acepte la precariedad del banco central autónomo y el mercado para ajustar la economía y las enormes desventajas del comercio internacional en los países en desarrollo, no existirán las condiciones de demanda interna y externa que impulsen la producción nacional. En su lugar, se plantea un manejo macroeconómico basado en la armonización de las políticas monetarias y fiscales y una organización comercial y sectorial que levante la competitividad industrial.
Las previsiones oficiales de que ahora sí se reactivará la economía en el segundo semestre, se incumplieron de nuevo. El empleo crece por debajo de la población, las licencias de construcción y el cemento descienden, las exportaciones industriales se mantienen deprimidas y la industria no sale de la recesión. La mejoría de una actividad, usualmente significa la caída de las otras.
El balance de los tres años es el de una economía en decaimiento y estancamiento. Lamentablemente las autoridades económicas no han entendido las razones de las causas de la caída histórica del producto. No han superado los libros de texto. La atribuyen a un choque externo que deprimió la economía y dan por cierto que la reducción de la tasa de interés induce una expansión de la inversión y el consumo y una mejoría de la balanza de pagos que la normalizan. Así, el mercado de la mano de la autonomía del Banco Central se encargan de recuperar y estabilizar la economía. Al igual que en todas partes del mundo, la prescripción falla en forma persistente. La baja de interés de 8 a 5,25 % no ha hecho mella a la actividad productiva.
La explicación se encuentra en una seria deficiencia estructural que mantiene el ingreso nacional por encima del gasto, y no se corrige con la tasa de interés, que no puede situarse por debajo de cero. El monumental despliegue mensual para bajar la tasa de referencia no afecta mayormente la tasa del crédito y menos el volumen. Por lo demás, la política fiscal se ve limitada por la balanza de pagos. La ampliación del déficit fiscal por encima del déficit en cuenta corriente generaría un exceso de ahorro sobre la inversión que cerraría el acceso al crédito. La actividad productiva quedaría totalmente a merced de la política fiscal, lo cual tendría serias resistencias en la ortodoxia internacional.
La deficiencia de la estructura productiva está en que no genera exportaciones ni sustitución de importaciones. El país regresó a la mitad del siglo XX, cuando el crecimiento y el empleo eran seriamente limitados por la balanza de pagos. El país está pagando los costos de la globalización que condujo a una estructura productiva en que los países desarrollados se especializan en actividades altamente intensivas en capital y dejan a los países en desarrollo con las actividades intensivas en mano de obra que están sobreofrecidas. No obstante la baja de los salarios ocasionada por la devaluación masiva del tipo de cambio, los productos colombianos se elaboran en el exterior a menores precios o carecen de demanda. La excepción temporal son los productos agrícolas temperados, como los granos y los artículos derivados de la ganadería.
La crisis económica colombiana de los últimos tres años tiene todos los visos para prolongarse por un períoodo igual. El déficit en cuenta corriente y las falencias macroeconómicas precipitaron la caída del crecimiento en más de 3 puntos porcentuales e interfieren en la recuperación. Mientras no se acepte la precariedad del banco central autónomo y el mercado para ajustar la economía y las enormes desventajas del comercio internacional en los países en desarrollo, no existirán las condiciones de demanda interna y externa que impulsen la producción nacional. En su lugar, se plantea un manejo macroeconómico basado en la armonización de las políticas monetarias y fiscales y una organización comercial y sectorial que levante la competitividad industrial.