EL 24 DE FEBRERO DE 2006, CAYÓ EL helicóptero en el que viajaba Pedro Juan Moreno Villa. Estaba en plena campaña para el Senado de la República y muchos creían que sacaría la mayor votación de la lista conservadora.
Se había convertido en un importante líder de la derecha. Moreno era un hombre batallador, frentero, aguerrido. Características que lo identificaban con la personalidad de Álvaro Uribe, con quien trabajó mancomunadamente durante algunos años.
Tomó distancia del anterior gobierno pero nunca del presidente Uribe; fundó una revista que se convirtió en el faro contra la corrupción. Muchas fueron las denuncias contenidas en las páginas de La Otra Verdad. Libró batallas por defender su dignidad. Se presentaba con orgullo como un “ingeniero litigante” que denunciaba a diestra y siniestra a todo aquel que en su parecer enlodara su buen nombre. Puso a subir escalas a D’Artagnan y al coronel de la Policía Leonardo Gallego.
Viajaba con su comitiva, integrada por su hijo Juan Gilberto y Ana María Palacio —hija del abogado Óscar Iván Palacio—. Según la evaluación técnica que sobre el siniestro adelantó la Aerocivil, el día del accidente tanto en el aeropuerto de origen —Olaya Herrera en Medellín— como en el de destino —Apartadó— las condiciones climatológicas eran óptimas.
No sucedía lo mismo en Mutatá, lugar en el que se precipitó la aeronave. Según la investigación adelantada por las autoridades colombianas, representantes del fabricante Bell y expertos canadienses, el accidente se produjo por una falla humana. El piloto no supo sortear los problemas climáticos en el cañón de la Llorona, razón por la que el aparato se desplomó, causando la muerte de todos sus pasajeros y tripulantes.
Durante algún tiempo se insinuó que dentro del helicóptero fue plantada una bomba. Al respecto, la investigación es contundente: no hay rastros de explosivos ni evidencia de que la aeronave haya explotado en pleno vuelo. El fuselaje se incendió como consecuencia del golpe contra la tierra.
También se dijo que la nave fue derribada por la guerrilla. Esa hipótesis tampoco es cierta, pues los investigadores no encontraron restos de munición o perforaciones en el fuselaje.
Consta en el pormenorizado informe de la Aeronáutica que antes de salir de Medellín se estudió el combustible del helicóptero y no se encontró agua en éste.
El accidente se produjo entre Mutatá y Dabeiba, zona con fuerte presencia de los terroristas de las Farc. Allí operan los frentes 5 y 47 de esa banda criminal. Esa situación obligó a que la Aerocivil, en aras de proteger la vida de sus funcionarios, le pidiera a las unidades especiales de la Fuerza Aérea que asumiera el rescate de los cuerpos y de los restos de la nave.
Fernando Sanclemente Alzate, quien dirigiera la Aeronáutica Civil durante el gobierno del presidente Uribe, reveló que la investigación sobre el accidente no ha sido objeto de cuestionamientos o demandas, lo cual confirma la seriedad y veracidad de ésta.
Así las cosas, carece de cualquier veracidad la temeraria pregunta que ha formulado Rodrigo Lara, insinuando que el ex presidente Uribe tuvo alguna relación con la muerte de su amigo, aliado y compañero Pedro Juan Moreno, cuya causa está perfectamente explicada en un serio estudio que realizó la Aerocivil y que valdría la pena que el derrotado ex senador leyera en estos días de ocio.
EL 24 DE FEBRERO DE 2006, CAYÓ EL helicóptero en el que viajaba Pedro Juan Moreno Villa. Estaba en plena campaña para el Senado de la República y muchos creían que sacaría la mayor votación de la lista conservadora.
Se había convertido en un importante líder de la derecha. Moreno era un hombre batallador, frentero, aguerrido. Características que lo identificaban con la personalidad de Álvaro Uribe, con quien trabajó mancomunadamente durante algunos años.
Tomó distancia del anterior gobierno pero nunca del presidente Uribe; fundó una revista que se convirtió en el faro contra la corrupción. Muchas fueron las denuncias contenidas en las páginas de La Otra Verdad. Libró batallas por defender su dignidad. Se presentaba con orgullo como un “ingeniero litigante” que denunciaba a diestra y siniestra a todo aquel que en su parecer enlodara su buen nombre. Puso a subir escalas a D’Artagnan y al coronel de la Policía Leonardo Gallego.
Viajaba con su comitiva, integrada por su hijo Juan Gilberto y Ana María Palacio —hija del abogado Óscar Iván Palacio—. Según la evaluación técnica que sobre el siniestro adelantó la Aerocivil, el día del accidente tanto en el aeropuerto de origen —Olaya Herrera en Medellín— como en el de destino —Apartadó— las condiciones climatológicas eran óptimas.
No sucedía lo mismo en Mutatá, lugar en el que se precipitó la aeronave. Según la investigación adelantada por las autoridades colombianas, representantes del fabricante Bell y expertos canadienses, el accidente se produjo por una falla humana. El piloto no supo sortear los problemas climáticos en el cañón de la Llorona, razón por la que el aparato se desplomó, causando la muerte de todos sus pasajeros y tripulantes.
Durante algún tiempo se insinuó que dentro del helicóptero fue plantada una bomba. Al respecto, la investigación es contundente: no hay rastros de explosivos ni evidencia de que la aeronave haya explotado en pleno vuelo. El fuselaje se incendió como consecuencia del golpe contra la tierra.
También se dijo que la nave fue derribada por la guerrilla. Esa hipótesis tampoco es cierta, pues los investigadores no encontraron restos de munición o perforaciones en el fuselaje.
Consta en el pormenorizado informe de la Aeronáutica que antes de salir de Medellín se estudió el combustible del helicóptero y no se encontró agua en éste.
El accidente se produjo entre Mutatá y Dabeiba, zona con fuerte presencia de los terroristas de las Farc. Allí operan los frentes 5 y 47 de esa banda criminal. Esa situación obligó a que la Aerocivil, en aras de proteger la vida de sus funcionarios, le pidiera a las unidades especiales de la Fuerza Aérea que asumiera el rescate de los cuerpos y de los restos de la nave.
Fernando Sanclemente Alzate, quien dirigiera la Aeronáutica Civil durante el gobierno del presidente Uribe, reveló que la investigación sobre el accidente no ha sido objeto de cuestionamientos o demandas, lo cual confirma la seriedad y veracidad de ésta.
Así las cosas, carece de cualquier veracidad la temeraria pregunta que ha formulado Rodrigo Lara, insinuando que el ex presidente Uribe tuvo alguna relación con la muerte de su amigo, aliado y compañero Pedro Juan Moreno, cuya causa está perfectamente explicada en un serio estudio que realizó la Aerocivil y que valdría la pena que el derrotado ex senador leyera en estos días de ocio.