Mi amiga Isabel Barragán está tendida bocarriba bronceándose sobre una reposera junto a la piscina de su casa en El Poblado. Toples. Tanga como una seda dental. ¿No te parece que mi cuerpo es una grosería?, dice de repente y me señala la exquisita simetría de su figura. ¿Y tu marido?, pregunto antes de contestar. Está en la finca.
El esposo, Laureano, o sea, Nano, acá entre nos, es ganadero de nueva generación. ¿Mafioso? No. Estudió Zootecnia en Luisiana y sólo le importan las vaquitas: estabulación, inseminación artificial, engorde placentero. Bueno, a Isabel también la quiere…
Bajo el quitasol en donde encubro mi bochorno corporal hay una mesa de plástico con bebidas y mecato. También un libro: tiene una portada tan perturbadora como la misma Isabel. Se llama Muertas de amor, Tusquets Editores, y es la más reciente publicación de un autor con nombre y estilo de ganador, Triunfo Arciniegas. Ya lo leí, exclama Isabel y se reacomoda en la playera.
Son 22 cuentos o relatos, escritos o reescritos hace dos o tres décadas, una colección de ordalías de amor y deseo, hambre o sed de lujuria, dice sin vacilación. Y añade: Están narrados con una combinación de preciosismo y meticulosidad en la que sobresalen la inteligencia, el humor, el desparpajo y un erotismo abrasador, exquisito, perenne o, a la vez, fugaz. ¡Guau!, digo, descrestado con Isabel.
Emocionada, ella se incorpora y yo, gloria a Dios, disfruto su esplendor. No hace caso a mi avariciosa mirada de enamorado. Cada texto es mejor que el anterior, dice mientras se esparce bloqueador solar sobre los senos pluscuamperfectos. Cierto, balbuceo. Vuelvo a tragar saliva y digo no sin arrojo: Amoríos de jovencitas que se desviven por perder el virgo con hombres ya maduros, canas arriba, ganas abajo. El entierro de un payaso con una parranda descomunal en la que los dolientes olvidan el cajón con el muerto por andar bebiendo, tirando pólvora o follando. Crímenes de mujeres encoñadas que no vacilan en disparar cuatro, cinco o seis balazos contra sus amantes o examantes para librarse del despecho, la angustia del dolor o la pena del abandono.
Ahora la que dice ¡guau! es Isabel. Las historias transcurren entre Málaga y Pamplona, en los Santanderes, por carreteras tortuosas, páramos desolados o pueblitos viejos aún con el encanto del tren, y ríos o bosques para esconderse y descubrir la esclavitud del sexo.
Isabel va desgranando apartes del libro. Memorias del viaje de un niño con su padre herrero, ternuras reprimidas o desfogadas sin alardes, tirantes relaciones entre hombres de 40 años y muchachitas de 19, Melissa Walter, “semen y lágrimas”, “tristes animales del deseo”, látigos para “rugir de dicha”, “la muerte quema los recuerdos”, un listado de mujeres digno de Bukowski, boda y suicidio de un escritor paisa, el excelso delantal excelso.
No sin esfuerzo logro desentenderme de Isabel. Estas Muertas de amor es otro librazo de Arciniegas, Triunfo, pienso. Desde la reposera, Isabel me alcanza a leer la mente. ¡Mero golazo!, exclama y dichosa se voltea y voltea bajo la resolana.
Rabito: “De pronto se me ocurrió decirle:
—Tengo un conejo que quiero que veas.
Lo llevé de la mano al fondo del solar, más allá de la casa del perro que se nos murió de viejo, detrás del durazno. Me quité los calzones y me subí el vestido.
—Haz lo que quieras —dije”.
Triunfo Arciniegas. “Altagracia”, en Muertas de amor. Tusquets Editores, abril de 2023.
Mi amiga Isabel Barragán está tendida bocarriba bronceándose sobre una reposera junto a la piscina de su casa en El Poblado. Toples. Tanga como una seda dental. ¿No te parece que mi cuerpo es una grosería?, dice de repente y me señala la exquisita simetría de su figura. ¿Y tu marido?, pregunto antes de contestar. Está en la finca.
El esposo, Laureano, o sea, Nano, acá entre nos, es ganadero de nueva generación. ¿Mafioso? No. Estudió Zootecnia en Luisiana y sólo le importan las vaquitas: estabulación, inseminación artificial, engorde placentero. Bueno, a Isabel también la quiere…
Bajo el quitasol en donde encubro mi bochorno corporal hay una mesa de plástico con bebidas y mecato. También un libro: tiene una portada tan perturbadora como la misma Isabel. Se llama Muertas de amor, Tusquets Editores, y es la más reciente publicación de un autor con nombre y estilo de ganador, Triunfo Arciniegas. Ya lo leí, exclama Isabel y se reacomoda en la playera.
Son 22 cuentos o relatos, escritos o reescritos hace dos o tres décadas, una colección de ordalías de amor y deseo, hambre o sed de lujuria, dice sin vacilación. Y añade: Están narrados con una combinación de preciosismo y meticulosidad en la que sobresalen la inteligencia, el humor, el desparpajo y un erotismo abrasador, exquisito, perenne o, a la vez, fugaz. ¡Guau!, digo, descrestado con Isabel.
Emocionada, ella se incorpora y yo, gloria a Dios, disfruto su esplendor. No hace caso a mi avariciosa mirada de enamorado. Cada texto es mejor que el anterior, dice mientras se esparce bloqueador solar sobre los senos pluscuamperfectos. Cierto, balbuceo. Vuelvo a tragar saliva y digo no sin arrojo: Amoríos de jovencitas que se desviven por perder el virgo con hombres ya maduros, canas arriba, ganas abajo. El entierro de un payaso con una parranda descomunal en la que los dolientes olvidan el cajón con el muerto por andar bebiendo, tirando pólvora o follando. Crímenes de mujeres encoñadas que no vacilan en disparar cuatro, cinco o seis balazos contra sus amantes o examantes para librarse del despecho, la angustia del dolor o la pena del abandono.
Ahora la que dice ¡guau! es Isabel. Las historias transcurren entre Málaga y Pamplona, en los Santanderes, por carreteras tortuosas, páramos desolados o pueblitos viejos aún con el encanto del tren, y ríos o bosques para esconderse y descubrir la esclavitud del sexo.
Isabel va desgranando apartes del libro. Memorias del viaje de un niño con su padre herrero, ternuras reprimidas o desfogadas sin alardes, tirantes relaciones entre hombres de 40 años y muchachitas de 19, Melissa Walter, “semen y lágrimas”, “tristes animales del deseo”, látigos para “rugir de dicha”, “la muerte quema los recuerdos”, un listado de mujeres digno de Bukowski, boda y suicidio de un escritor paisa, el excelso delantal excelso.
No sin esfuerzo logro desentenderme de Isabel. Estas Muertas de amor es otro librazo de Arciniegas, Triunfo, pienso. Desde la reposera, Isabel me alcanza a leer la mente. ¡Mero golazo!, exclama y dichosa se voltea y voltea bajo la resolana.
Rabito: “De pronto se me ocurrió decirle:
—Tengo un conejo que quiero que veas.
Lo llevé de la mano al fondo del solar, más allá de la casa del perro que se nos murió de viejo, detrás del durazno. Me quité los calzones y me subí el vestido.
—Haz lo que quieras —dije”.
Triunfo Arciniegas. “Altagracia”, en Muertas de amor. Tusquets Editores, abril de 2023.