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La carta de los hermanos Rodríguez Orejuela que el expresidente Andrés Pastrana le entregó a la Comisión de la Verdad, fechada el 12 de junio del 2000, tiene al país hablando otra vez del Proceso 8.000. Él ya la había publicado en 2013, en su libro Memorias olvidadas, que al parecer nadie leyó. Y ahora, sin saberlo, se pegó un tiro en el pie al reabrir el debate, pues los vacíos que quedan son enormes y es mucho lo que él tiene que explicarle al país.
Empecemos por lo primero: el capítulo que tituló “La prueba reina”. En él hay acusaciones muy graves. Dice que horas más tarde de haberles entregado los “narcocasetes” al presidente Gaviria y al ministro de Defensa, Rafael Pardo, este le propuso un “pacto de caballeros”, que consistía en que nunca se revelara que él les había entregado los casetes. Cuenta el exmandatario que, pasmado, se negó a esa posibilidad.
Pastrana argumenta que Pardo y Gaviria seguramente ya conocían las grabaciones. Entonces surgen preguntas: ¿por qué Pastrana no denunció en la Fiscalía que el ministro de Defensa le estaba proponiendo un pacto de silencio? ¿Por qué no le dijo a la Comisión de Acusaciones que Gaviria le estaba sugiriendo enterrar una prueba? ¿Si Rafael Pardo le pidió a Pastrana que obstruyeran la justicia, por qué en 1998 lo encargó de montar la Gran Alianza por el Cambio, movimiento compuesto por liberales que no apoyaban a Serpa?
Ahora vamos a la pepa del asunto: la carta. Pastrana dice que la recibió de manos de Santiago Rojas, su médico de confianza, quien en las cárceles había atendido a los Rodríguez Orejuela. La primera pregunta es evidente: ¿por qué el presidente, teniendo en sus manos “la prueba reina”, no la presentó ante las autoridades? ¿Incurrió en obstrucción a la justicia o, cuando menos, en omisión de denuncia?
Esta semana, en entrevista con Julio Sánchez, William Rodríguez, hijo de Miguel, dijo que él conoce la razón por la que Pastrana se guardó esa carta por 13 largos años. Además, le pidió al expresidente que aclare cuál fue el beneficio que obtuvo por esa confesión y qué les dio a los capos a cambio. Y le hizo un llamado para que reconozca que tenía “relaciones en la clandestinidad con los hermanos Rodríguez”.
En las fallidas negociaciones de Miguel y Gilberto Rodríguez con la justicia, estos siempre exigieron unos inamovibles: no ser extraditados y pagar su pena en la cárcel Las Palmas de Palmira. Acá les dejo esta coincidencia: luego de llevar cinco años recluidos en La Picota de Bogotá con pedido de extradición, los Rodríguez le mandaron la carta a Pastrana apenas un mes antes de que solicitaran formalmente su traslado a Palmira. Y dos meses después, el 21 de septiembre, el ministro Rómulo González autorizó su traslado a la misma cárcel de Palmira donde estaban recluidos los también jefes del Cartel de Cali Phanor Arizabáleta, Víctor Patiño Fómeque y Henry Loaiza, el Alacrán. Pastrana nunca los extraditó.
¿Será que el expresidente negoció la carta de los Rodríguez a cambio de su traslado de cárcel y de no ser extraditados en su gobierno? ¿O es sólo coincidencia que tres meses después de enviada la carta los capos obtuvieron lo que siempre quisieron? Tiene mucho por explicar el doctor Pastrana.