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He seguido muy de cerca las audiencias en el proceso que se le sigue al expresidente Uribe y no puedo menos que concluir que, aparte de las inconsistencias entre los testigos de la Fiscalía, se les ha visto a muchos de ellos recibir indirectamente algunas de sus respuestas, sea con señales de mano, miradas y otras artimañas. Algunas cosas han sido tan grotescas que hasta hemos presenciado como “pruebas” de la Fiscalía el baile de un enano o el de una actriz porno, lo cual no sería relevante a no ser que el ente acusador, y específicamente la fiscal del caso, no se haya tomado el trabajo de revisar en detalle todo lo que se ha de exhibir durante la audiencia.
La celeridad con la que se están llevando estas audiencias y el proceso en contra de Uribe, contrasta, sin lugar a duda, con la lentitud de la Fiscalía en el caso de Nicolás Petro, quien confesó la comisión de unos delitos ante la Fiscalía y en una entrevista para la revista Semana.
Entiendo que, por razones jurídicas en su estrategia de defensa, ahora se alegue que el hijo no criado dijo lo que dijo por una supuesta presión indebida de la Fiscalía. Este proceso que anda a paso de tortuga, buscando tal vez la inocencia del reo, contrasta con la rapidez y “eficiencia” del juicio en contra del expresidente.
Estoy seguro de que el Álvaro Uribe saldrá bien librado de este juicio que, en mi opinión, parece un juicio kafkiano. Esto lo digo como simple observador y en ningún caso como experto, pues para eso están los abogados de los denunciantes y del acusado.
Lo que no puede pasar es que el expresidente Uribe sea condenado cuando hay serias dudas razonables. Eso lo definirá la juez de la causa y los jueces de segunda instancia porque cualquiera que sea el resultado, las partes apelarán la decisión. Me cuesta mucho creer que, con los testimonios hasta ahora expuestos por los testigos de la Fiscalía, un juez de la República pueda condenar a Uribe. Entre otras cosas porque parecen más testigos de la defensa que de la señora fiscal del caso. Se nota sí el desespero de los enemigos declarados del expresidente Uribe, al sugerirle que renuncie a la prescripción. Faltaba más que por ineficiencia de la justicia un ciudadano, cualquiera que sea, deba estar sometido por años a un proceso penal. La prescripción es un derecho en favor del reo y procede cuando el Estado por su inoperancia no ha sido capaz, en determinado término, de probar la culpabilidad del procesado. ¿Qué tal que la presunción de inocencia, que no se le ha concedido al expresidente Uribe, ahora tuviera que correr en su contra? Y mientras tanto el señorito Petro muerto de la risa haciendo lo que se le viene en gana, porque en estos dos casos específicamente vemos celeridad en el proceso contra Uribe y la lentitud en el proceso contra el hijo no criado.
Todo este proceso parece más un montaje perverso pero la verdad sobre esto saldrá a flote muy pronto. ¡Uribe es inocente!