La incapacidad del señor Gustavo Petro para gobernar al país se demuestra cada día más. No tiene método, es perezoso, mitómano, megalómano y egocéntrico. No hay un solo pronunciamiento del señor Petro que pretenda unir a los colombianos en algún propósito común. Por el contrario, divide y atiza el odio entre ricos y pobres, entre blancos y negros, entre trabajadores y empresarios, ataca virulentamente a los medios de comunicación y en su calenturienta cabeza siempre está pensando que alguien está tratando de darle un golpe de Estado.
Se pone por encima de la ley, critica a los órganos de control, habla pestes de las altas cortes y, como si fuera poco, permanentemente ve fantasmas que no lo quieren dejar gobernar. No, señor Petro, no es que no lo quieran dejar gobernar. El asunto es que usted no sabe gobernar pues, como se sabe, no es disciplinado y sigue pensando que está en campaña presidencial. Razón por la cual promete y promete y promete y al final del gobierno no va a salir con nada, porque está rodeado de incompetentes. ¿Cree usted que no? Mire a su ministra del Deporte, que por negligencia dejó perder la sede de los Panamericanos. Mire a su ministro de Salud, el ideólogo Guillermo Alfonso Jaramillo, que dejó vencer más de seis millones de vacunas contra el covid, con un detrimento patrimonial para los colombianos de casi $70.000 millones. Mire al patán que tiene usted como canciller, señor Leyva, que sigue despachando a pesar de estar suspendido por la Procuraduría, porque usted, señor Petro, se pasó por la faja la providencia de este órgano de control.
Ha llevado usted al país, señor Petro, a un retroceso de más de 20 años en lo que tiene que ver con el deterioro de orden público. Su llamada paz total es un desastre comprobado. Sin embargo, usted insiste en dejar fortalecer a los grupos al margen de la ley y en desmantelar a nuestras Fuerzas Militares. Sus mensajes agresivos en redes sociales ponen de manifiesto que usted, claramente, padece alguna enfermedad mental relacionada con el afán de destruir y de prender en llamas al país para poder refundar la patria. Ese es usted, señor Petro. La verborragia que lo caracteriza lo lleva a decir en un discurso que su gobierno lleva dos años y, en el siguiente, que le quedan tres años. Como usted mismo lo dice: pamplinas.
Si la cantidad de tiempo que usted pierde haciéndose la víctima la destinara a gobernar, seguramente podría lograr el cambio que prometió y que está lejos de ser una realidad. El despilfarro, la contratación de los amigos de su hijo negado, el maquillador, el vestuarista y el masajista de la primera dama son tan solo la punta del iceberg de los escándalos que sacuden a su gobierno, como bien lo informó en su último número la revista The Economist.
Lástima que haya perdido la gran oportunidad de realizar los cambios profundos que el país necesita. Pero eso no fue posible porque, no me da pena decirlo, usted es un inepto ejemplar.
La incapacidad del señor Gustavo Petro para gobernar al país se demuestra cada día más. No tiene método, es perezoso, mitómano, megalómano y egocéntrico. No hay un solo pronunciamiento del señor Petro que pretenda unir a los colombianos en algún propósito común. Por el contrario, divide y atiza el odio entre ricos y pobres, entre blancos y negros, entre trabajadores y empresarios, ataca virulentamente a los medios de comunicación y en su calenturienta cabeza siempre está pensando que alguien está tratando de darle un golpe de Estado.
Se pone por encima de la ley, critica a los órganos de control, habla pestes de las altas cortes y, como si fuera poco, permanentemente ve fantasmas que no lo quieren dejar gobernar. No, señor Petro, no es que no lo quieran dejar gobernar. El asunto es que usted no sabe gobernar pues, como se sabe, no es disciplinado y sigue pensando que está en campaña presidencial. Razón por la cual promete y promete y promete y al final del gobierno no va a salir con nada, porque está rodeado de incompetentes. ¿Cree usted que no? Mire a su ministra del Deporte, que por negligencia dejó perder la sede de los Panamericanos. Mire a su ministro de Salud, el ideólogo Guillermo Alfonso Jaramillo, que dejó vencer más de seis millones de vacunas contra el covid, con un detrimento patrimonial para los colombianos de casi $70.000 millones. Mire al patán que tiene usted como canciller, señor Leyva, que sigue despachando a pesar de estar suspendido por la Procuraduría, porque usted, señor Petro, se pasó por la faja la providencia de este órgano de control.
Ha llevado usted al país, señor Petro, a un retroceso de más de 20 años en lo que tiene que ver con el deterioro de orden público. Su llamada paz total es un desastre comprobado. Sin embargo, usted insiste en dejar fortalecer a los grupos al margen de la ley y en desmantelar a nuestras Fuerzas Militares. Sus mensajes agresivos en redes sociales ponen de manifiesto que usted, claramente, padece alguna enfermedad mental relacionada con el afán de destruir y de prender en llamas al país para poder refundar la patria. Ese es usted, señor Petro. La verborragia que lo caracteriza lo lleva a decir en un discurso que su gobierno lleva dos años y, en el siguiente, que le quedan tres años. Como usted mismo lo dice: pamplinas.
Si la cantidad de tiempo que usted pierde haciéndose la víctima la destinara a gobernar, seguramente podría lograr el cambio que prometió y que está lejos de ser una realidad. El despilfarro, la contratación de los amigos de su hijo negado, el maquillador, el vestuarista y el masajista de la primera dama son tan solo la punta del iceberg de los escándalos que sacuden a su gobierno, como bien lo informó en su último número la revista The Economist.
Lástima que haya perdido la gran oportunidad de realizar los cambios profundos que el país necesita. Pero eso no fue posible porque, no me da pena decirlo, usted es un inepto ejemplar.