Con todo lo que ha pasado en torno a los actos vandálicos en Bogotá, uno queda realmente muy preocupado por la actitud de nuestra alcaldesa mayor. La funcionaria, contrario a lo que ella y sus asesores en comunicaciones creen, ha dado palos de ciego como máxima autoridad administrativa y se ha contradicho en temas graves con tal de no asumir su responsabilidad como jefe de la Policía.
La señora López ha actuado más con una actitud cantinflesca que como una profesional doctorada. La jugadita que le hizo al presidente poniendo a las carreras un papelito en una silla con el nombre del primer mandatario, sabiendo que él no asistiría al acto ecuménico con los familiares de las víctimas, no ha sido suficientemente explicada. No me queda la menor duda de que fue un acto de mala fe hecho con premeditación.
Recordemos que en febrero, cuando hubo desmanes, ella acusó al Eln de estar infiltrado, pero esta semana puso en tela de juicio esa versión dada por el Gobierno. Como diría Cantinflas: “Ahí está el detalle. Que no es ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario”.
Si hay algo claro después de haber visto actuar a la alcaldesa López es que tiene un temperamento jodido. Esa alcaldesa que sale con tono de mamá a pedirnos que nos cuidemos (muy compasiva y querendona) no es la verdadera Claudia López. Por el contrario, y lo digo con respeto, apenas pierde los estribos, lo que le suele pasar fácilmente, asume posiciones oportunistas. Mientras tanto los bogotanos trasegamos con zozobra tratando de entender todo lo que está pasando.
No tengo la menor duda de que la alcaldesa es una mujer estudiosa, berraca y con los pantalones mejor puestos que muchos hombres. Pero el temperamento jamás debe confundirse con patanería ni el carácter con ramplonería. Bien convendría que la alcaldesa haga un alto en el camino, medite sobre su futuro político, proceda con mesura y maneje el destino de Bogotá con cabeza fría. Más de un millón de personas le dieron un mandato claro. No debe desviarse de lo que propuso en el devenir y la pelea diaria.
Los bandazos cantinflescos ideológicos de la alcaldesa López harán que, en algún momento, pierda el respeto de sus conciudadanos. No debe gobernar para un grupo determinado de personas. Es la alcaldesa de todos. Y eso incluye, quiéralo o no, a los hombres y mujeres policías. El enfrentamiento entre nuestra alcaldesa y la Policía no le sirve absolutamente a nadie. Es, por el contrario, un caldo de cultivo para los vándalos y los delincuentes comunes. Debe urgentemente reconstruir la confianza con la Policía.
Notícula. Acusaron al fiscal general Barbosa dizque porque se había ido a pasear a San Andrés. Pero quienes lo criticaron injustificadamente no dicen nada de la decisión de haber logrado la captura del gobernador de la isla como presunto responsable de irregularidades detectadas en un contrato para material publicitario suscrito durante la emergencia sanitaria por COVID-19.