Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
No han transcurrido dos meses desde que Carlos Fernando Galán asumió la Alcaldía de Bogotá. Como él mismo lo aceptó, la inseguridad no es un problema de percepción, es una realidad. Bogotá, claro está, no puede estar ajena a la violencia que se ha desatado en todo el país en el último año. Como tampoco lo está Barranquilla en donde desde las cárceles se están extorsionando a los comerciantes, sin que el Gobierno nacional haya hecho nada para evitarlo.
Ahora bien, el debate es si la seguridad en Bogotá es culpa de Galán o viene del gobierno anterior de Claudia López. Necio resulta pretender que el alcalde solucione en dos meses un asunto que ha ocurrido por décadas en la ciudad. El diagnóstico existe: no hay policías suficientes, no hay cámaras inteligentes, no están conectadas las cámaras privadas con las cámaras públicas, y no hay suficiente personal que vigile desde el centro de control.
Esto ciertamente no es culpa de Galán, pero eso no lo excusa de implementar con urgencia un plan que nos permita a los bogotanos salir tranquilamente de nuestras casas o nuestras oficinas. Conviene recordar que, en algún momento, cuando el estallido social, la entonces alcaldesa hablaba de estos vándalos como “mis muchachos “. Durante su campaña, en muchas oportunidades manifestó que ella sería la jefe de la policía en la ciudad y al cabo de los meses se dio cuenta de que eso no era posible.
Galán fue elegido por más de un millón de bogotanos que le dieron su voto de confianza fundamentalmente por el tema de la seguridad. “Bogotá camina segura” era el lema de la campaña. Si el burgomaestre no logra alcanzar algunos éxitos en contra de los criminales que tienen azotada a la ciudad, su prestigio seguramente se irá al piso antes de lo que él mismo se imagina. La ciudad necesita otros 7.000 policías adicionales, cosa que no va a pasar porque el señor Petro no le va a ayudar a Galán. Ese es su talante. Recuerden que Petro hace unos meses dijo que todos los policías deberían salir de las oficinas e irse para la calle, orden que nadie le cumplió.
En no pocas oportunidades, durante la administración de López, dijimos que era un desastre. Ella gastando miles de millones de pesos en publicidad, trató de hacerle creer a la ciudadanía que todo lo había hecho bien. Pues no, excepto lo de haber construido sobre lo que hizo y contrató el alcalde Enrique Peñalosa, a quien jamás la señora le dio un solo crédito.
Si siguen los robos a mano armada en los restaurantes, podríamos acabar como Caracas, en donde los cerraban y para poder entrar usted tenía que llamar desde afuera e identificarse. Entiendo que no es posible poner un policía en cada restaurante, pero debe haber alguna estrategia que se pueda ejecutar en el menor tiempo posible. De lo contrario, vamos a ver más casos de justicia por mano propia, como el de esta semana de un expolicía que mató a dos conocidos delincuentes.