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Nuevamente quedó planteada esta semana una polémica sobre el porte legal de drogas y la dosis mínima. No he logrado entender por qué los expertos en el tema, porque yo no lo soy, no han hecho la diferencia entre las llamadas drogas blandas y las drogas duras. Lo digo específicamente por la marihuana, tan estigmatizada y criminalizada en el pasado. La marihuana es ya legal, con fines recreativos y medicinales, en países más desarrollados que el nuestro. En Estados Unidos es legal en nueve estados y en el Distrito de Columbia. Allí usted entra a unas supertiendas y la consigue en todas sus formas. Desde pura hasta gomitas o aceites. Un estudio dice que el año pasado este negocio le aportó US$9.000 millones a los estados por cuenta de los impuestos. Por supuesto, como la venta del licor, está restringida y seriamente regulada.
Otro ejemplo que deberíamos seguir es el de Canadá, que aprobó la legalización de la marihuana a partir del 17 de octubre. Habrá sitios en donde usted puede adquirirla, con controles obviamente, como también los tienen los licores. Los ciudadanos pueden incluso tener hasta cuatro matas en sus casas. El Gobierno canadiense calcula que le ingresarán millones de dólares por concepto de impuestos. Frente a otras drogas, ilegales, hay ciudades como Vancouver que les suministran jeringas a quienes usan morfina. Tratan el tema como un asunto de salud pública.
Y mientras tanto acá seguimos en una discusión bizantina, pues cuanta más represión haya, más personas dedicadas a la ilegalidad aparecerán.
El gobierno Santos, en cabeza del exministro Alejandro Gaviria, expidió unas normas serias sobre el uso de la marihuana con fines medicinales. Y se calcula que le dejará millones de pesos al fisco.
Va siendo la hora de que dejemos la doble moral frente a la marihuana y asumamos el tema con seriedad. Estudiando el proyecto de decreto sobre la dosis mínima encuentro que no producirá grandes efectos, entre otras cosas porque, como lo ha explicado la ministra de Justicia, si uno es adicto y un médico o alguien lo ratifica no le pueden retener la droga indefinidamente. Ese decreto, en mi criterio, va en contravía de varias sentencias de la Corte Constitucional. Entiendo que el Gobierno del presidente Iván Duque había prometido regular lo del consumo mínimo, pero me temo que el camino no es el que escogieron.
Por lo pronto es claro que no será en este cuatrienio en el que se legalice la marihuana. Esperemos que el ministro de Salud, doctor Juan Pablo Uribe, no vaya a retroceder en lo que ya tenemos sobre la marihuana con usos medicinales.
Otro tema es el de las llamadas drogas duras, en donde tenemos un problema complicado porque los jóvenes andan muy metidos en el uso de las drogas sintéticas. Antes que el Estado, los padres de familia somos quienes deberíamos estar más atentos a lo que están haciendo nuestros hijos. No podemos dejar que sea solamente el Estado el que tome decisiones en este tema.
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