En un lapso de dos semanas han sido asesinados en el Valle y en Nariño 19 jóvenes que apenas estaban empezando a vivir. Llenos de esperanza y alegría, como corresponde a personas que tienen edades tan cortas. ¡Cómo duelen nuestros muertos!
El ministro de Defensa dijo que este año ha habido “menos masacres que el año pasado y los años anteriores”. La Oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos informó que en 2020 se han cometido 33 masacres y seis más están en investigación. Las autoridades manejan varias hipótesis que no estoy en capacidad de discutir: narcotráfico o venganzas entre bandas criminales, ¿para cuándo las capturas de los asesinos?
Me impresiona mucho que el ministro Trujillo todavía esté utilizando el espejo retrovisor, cuando este Gobierno lleva ya dos años. Me estremece la indolencia frente a estos casos, porque si los niños y jóvenes asesinados hubieran sido de estrato seis o vivieran en uno de los mejores barrios de Bogotá, no habrían ofrecido tan poca plata por información y el país se habría paralizado. Colombia es clasista hasta para clasificar a sus muertos. Me hierve la sangre, pues no puede haber personas de primera y de segunda.
La realidad es que el paso del ministro Trujillo por el Ministerio de Defensa ha sido bastante desafortunado. “Chuzadas”, corrupción, seguimientos y perfilamientos ilegales, violación de menores y más corrupción. ¿Es su culpa? Obviamente no, pero entonces que encare claramente todas estas situaciones. El ministro es un tipo serio y preparado. Lo digo con conocimiento de causa. Conviene preguntarse: ¿están tan maleadas nuestras Fuerzas Militares que Trujillo no ha podido enmendar todos estos problemas? Solo dejo la pregunta, porque sinceramente no me atrevo a hacer ese juicio de valor.
Es la hora de que el Gobierno deje de usar el retrovisor para empezar a solucionar los graves problemas de nuestras Fuerzas Militares que quedaron, sin duda, muy fracturadas por dentro por cuenta del Acuerdo de Paz suscrito con las Farc. Trujillo tiene el talante y las buenas formas para hacerlo.
¿Y qué tiene que ver esto con las masacres? Pues todo, porque las autoridades en general fallaron en su obligación constitucional de garantizarles la vida a estos muchachos. Esto no puede seguir pasando y debe ser una prioridad del Estado. No podemos seguir en esta barbarie tan dolorosa. El tiempo apremia y nuestros jóvenes no pueden seguir siendo asesinados. ¡Nunca es demasiado tarde!
Ojalá el ministro lo haga, porque de lo contrario la historia le va a pasar una cuenta de cobro impagable. He elogiado en esta columna a nuestras Fuerzas Militares, pero como dicen: “Amor no quita conocimiento”.
Notícula. La Sala de Instrucción Penal de la Corte Suprema decidió detener al senador Álvaro Uribe y el país no se acabó como decían. Claro está que sus decisiones deben estar totalmente ajustadas al derecho, otorgándole a Uribe todas las garantías como debe ser. Ojalá no hayan matado al tigre para asustarse con el cuero.
En un lapso de dos semanas han sido asesinados en el Valle y en Nariño 19 jóvenes que apenas estaban empezando a vivir. Llenos de esperanza y alegría, como corresponde a personas que tienen edades tan cortas. ¡Cómo duelen nuestros muertos!
El ministro de Defensa dijo que este año ha habido “menos masacres que el año pasado y los años anteriores”. La Oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos informó que en 2020 se han cometido 33 masacres y seis más están en investigación. Las autoridades manejan varias hipótesis que no estoy en capacidad de discutir: narcotráfico o venganzas entre bandas criminales, ¿para cuándo las capturas de los asesinos?
Me impresiona mucho que el ministro Trujillo todavía esté utilizando el espejo retrovisor, cuando este Gobierno lleva ya dos años. Me estremece la indolencia frente a estos casos, porque si los niños y jóvenes asesinados hubieran sido de estrato seis o vivieran en uno de los mejores barrios de Bogotá, no habrían ofrecido tan poca plata por información y el país se habría paralizado. Colombia es clasista hasta para clasificar a sus muertos. Me hierve la sangre, pues no puede haber personas de primera y de segunda.
La realidad es que el paso del ministro Trujillo por el Ministerio de Defensa ha sido bastante desafortunado. “Chuzadas”, corrupción, seguimientos y perfilamientos ilegales, violación de menores y más corrupción. ¿Es su culpa? Obviamente no, pero entonces que encare claramente todas estas situaciones. El ministro es un tipo serio y preparado. Lo digo con conocimiento de causa. Conviene preguntarse: ¿están tan maleadas nuestras Fuerzas Militares que Trujillo no ha podido enmendar todos estos problemas? Solo dejo la pregunta, porque sinceramente no me atrevo a hacer ese juicio de valor.
Es la hora de que el Gobierno deje de usar el retrovisor para empezar a solucionar los graves problemas de nuestras Fuerzas Militares que quedaron, sin duda, muy fracturadas por dentro por cuenta del Acuerdo de Paz suscrito con las Farc. Trujillo tiene el talante y las buenas formas para hacerlo.
¿Y qué tiene que ver esto con las masacres? Pues todo, porque las autoridades en general fallaron en su obligación constitucional de garantizarles la vida a estos muchachos. Esto no puede seguir pasando y debe ser una prioridad del Estado. No podemos seguir en esta barbarie tan dolorosa. El tiempo apremia y nuestros jóvenes no pueden seguir siendo asesinados. ¡Nunca es demasiado tarde!
Ojalá el ministro lo haga, porque de lo contrario la historia le va a pasar una cuenta de cobro impagable. He elogiado en esta columna a nuestras Fuerzas Militares, pero como dicen: “Amor no quita conocimiento”.
Notícula. La Sala de Instrucción Penal de la Corte Suprema decidió detener al senador Álvaro Uribe y el país no se acabó como decían. Claro está que sus decisiones deben estar totalmente ajustadas al derecho, otorgándole a Uribe todas las garantías como debe ser. Ojalá no hayan matado al tigre para asustarse con el cuero.