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                                                                                                                                La fuerza y la poesía de Anna Ajmátova, contra los nazis

                                                                                                                                Fernando Araújo Vélez

                                                                                                                                Editor de Cultura

                                                                                                                                Y luego de pensarlo y rumiarlo y maldecirlo, y de escupir sin que nadie la viera el nombre de Iosef Stalin, y después de haber recordado una vez más los últimos 25 años de su vida, sus tormentos, las eternas filas que tenía que padecer para ir a visitar a su hijo en prisión, sus penas y el hambre y el miedo, le respondió que sí al oficial que el día anterior le había pedido que en nombre de Rusia, de la santa Rus, de la Unión Soviética, leyera algunos de sus poemas por la radio para que el pueblo, su pueblo, se uniera en el nombre de sus ancestros y su historia y enfrentara con dignidad, con valor y fuerza a los nazis, que habían invadido y cercado a los soviéticos desde finales de agosto de aquel año, 1942. Para Hitler, el gran objetivo de su Operación Azul era Stalingrado, en esencia, por su nombre. Pasadas dos décadas pasaría a llamarse Volgogrado.

                                                                                                                                PUBLICIDAD
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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Y luego de pensarlo y rumiarlo y maldecirlo, y de escupir sin que nadie la viera el nombre de Iosef Stalin, y después de haber recordado una vez más los últimos 25 años de su vida, sus tormentos, las eternas filas que tenía que padecer para ir a visitar a su hijo en prisión, sus penas y el hambre y el miedo, le respondió que sí al oficial que el día anterior le había pedido que en nombre de Rusia, de la santa Rus, de la Unión Soviética, leyera algunos de sus poemas por la radio para que el pueblo, su pueblo, se uniera en el nombre de sus ancestros y su historia y enfrentara con dignidad, con valor y fuerza a los nazis, que habían invadido y cercado a los soviéticos desde finales de agosto de aquel año, 1942. Para Hitler, el gran objetivo de su Operación Azul era Stalingrado, en esencia, por su nombre. Pasadas dos décadas pasaría a llamarse Volgogrado.

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Por Fernando Araújo Vélez

                                                                                                                                De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com
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