Porque me he dado cuenta de que no hay una felicidad, sino millones y miles de millones de felicidades, pero nos la venden como una, sola, indivisible, definible, absoluta e inalterable, y por esa misma vía, por esa misma razón, tampoco hay un arte ni una justicia ni una literatura ni un periodismo, sino artistas o escritores o gente que intenta o no impartir justicia, ni hay un solo amor, sino múltiples amores con sus respectivos dolores y sus grises y sus ineludibles odios, pues a la larga y en el fondo, hablando de amores, algo de odio y muchos odios se esconden en cada amor, y nos gritan y nos hieren y nos advierten que ahí...
Por Fernando Araújo Vélez
De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com