En pasada columna publicada en este diario, decía Eduardo Lora que “cada año una empresa colombiana promedio pierde una tercera parte de su personal”. Se trata de un dato sombrío tanto para empresarios como para empleados y para todo el país, que me recordó algunas políticas que auspiciaron el éxito en Japón y que obligan a una reflexión acerca del fallido acuerdo sobre el aumento del salario mínimo para este año.
Una de las bases de lo que se conoce como el milagro japonés fue el pacto logrado entre la clase política...