La racionalidad fue parte del surgimiento de los homínidos en el eterno proceso evolutivo, al crear necesidades explicativas de los fenómenos naturales. Pero sus logros fueron muy recientes con desarrollos científicos. De ahí el surgimiento de múltiples dioses, religiones y misterios para calmar tales necesidades.
Innumerables dioses acompañaron durante milenios la decantación final del homo sapiens y luego de otros cuantos milenios emergieron las religiones monoteístas: judía (200-100 a.C.), cristiana (50 d.C.) y musulmana (S. VII), que desataron guerras religiosas con sus competencias políticas. Sus bases morales se centraron en la sexualidad, convirtiendo a las mujeres en víctimas. En el siglo IV los cristianos se convirtieron en politeístas, con “tres personas distintas y un solo dios verdadero”. En 1054 se dividieron en católicos romanos y ortodoxos, y en 1517 lo hicieron los católicos romanos tras la división protestante. Y, para completar, los católicos se volvieron –en la práctica– idólatras, con la proliferación de imágenes de cristos, vírgenes y santos.
El “descubrimiento” de América fue acompañado por el catolicismo, al “convertir” luego a los nativos (politeístas) en supuestos monoteístas. Inmigraciones posteriores introdujeron religiones monoteístas, pero en Latinoamérica primó el catolicismo, acompañado –en especial en los siglos XIX y XX– de inmigrantes musulmanes, judíos y protestantes.
En Colombia, el dominio del catolicismo fue absoluto, aun con la inmigración mencionada, en particular de “los turcos” desde hace un siglo en la costa Caribe (en San Andrés y Providencia primó la religión bautista desde el siglo XIX y gran parte del XX). La centenaria Constitución de 1886 enraizó al catolicismo como religión oficial y la mayoría de los días festivos surgieron de esa política. Además, el catolicismo disfrutó de excepción constitucional al régimen impositivo, norma que favoreció posteriormente a otras religiones formalizadas.
El monolítico dominio católico del país comenzó a desmoronarse en los años 70 del siglo pasado. La multiplicación de religiones cristianas se disparó y, en la década siguiente, se inició la fundación de sus partidos políticos. La Constitución de 1991 convirtió a Colombia en Estado laico con libertad de cultos, norma que ayudó a debilitar al catolicismo. La decisión del Congreso de trasladar los días festivos al lunes siguiente ayudó a que pasaran al olvido las fiestas religiosas. Así, las religiones cristianas se convirtieron en parte destacada de la política, contribuyendo a la crisis del catolicismo, aun siendo mayoritario.
El debilitamiento de los partidos, propiciado por la expansión del clientelismo, disparó la corrupción en un Estado en permanente crecimiento. El predominio de listas abiertas la aumentó y los partidos políticos pasaron a “bailar al son que les toquen”. El aval de los partidos a candidatos respaldados por religiones cristianas se expandió en el otrora “sistema de partidos” y sus elegidos se multiplicaron. Hay alrededor de 40 congresistas cristianos elegidos en menos de tres décadas, incluidas figuras en altos cargos públicos y diplomáticos. En las pasadas elecciones fueron cerca de 300 los candidatos cristianos postulados al Congreso. Así, las religiones pasaron a ser parte esencial de la política, exceptuado al catolicismo, impedido de pronunciarse abiertamente desde la época de la violencia, con sus líderes conservadores –incluso obispos– atacando al liberalismo.
Adenda. ¿Será posible que el Gobierno incluya a las centenas de religiones en el sistema tributario distorsionado de un Estado políticamente débil?
La racionalidad fue parte del surgimiento de los homínidos en el eterno proceso evolutivo, al crear necesidades explicativas de los fenómenos naturales. Pero sus logros fueron muy recientes con desarrollos científicos. De ahí el surgimiento de múltiples dioses, religiones y misterios para calmar tales necesidades.
Innumerables dioses acompañaron durante milenios la decantación final del homo sapiens y luego de otros cuantos milenios emergieron las religiones monoteístas: judía (200-100 a.C.), cristiana (50 d.C.) y musulmana (S. VII), que desataron guerras religiosas con sus competencias políticas. Sus bases morales se centraron en la sexualidad, convirtiendo a las mujeres en víctimas. En el siglo IV los cristianos se convirtieron en politeístas, con “tres personas distintas y un solo dios verdadero”. En 1054 se dividieron en católicos romanos y ortodoxos, y en 1517 lo hicieron los católicos romanos tras la división protestante. Y, para completar, los católicos se volvieron –en la práctica– idólatras, con la proliferación de imágenes de cristos, vírgenes y santos.
El “descubrimiento” de América fue acompañado por el catolicismo, al “convertir” luego a los nativos (politeístas) en supuestos monoteístas. Inmigraciones posteriores introdujeron religiones monoteístas, pero en Latinoamérica primó el catolicismo, acompañado –en especial en los siglos XIX y XX– de inmigrantes musulmanes, judíos y protestantes.
En Colombia, el dominio del catolicismo fue absoluto, aun con la inmigración mencionada, en particular de “los turcos” desde hace un siglo en la costa Caribe (en San Andrés y Providencia primó la religión bautista desde el siglo XIX y gran parte del XX). La centenaria Constitución de 1886 enraizó al catolicismo como religión oficial y la mayoría de los días festivos surgieron de esa política. Además, el catolicismo disfrutó de excepción constitucional al régimen impositivo, norma que favoreció posteriormente a otras religiones formalizadas.
El monolítico dominio católico del país comenzó a desmoronarse en los años 70 del siglo pasado. La multiplicación de religiones cristianas se disparó y, en la década siguiente, se inició la fundación de sus partidos políticos. La Constitución de 1991 convirtió a Colombia en Estado laico con libertad de cultos, norma que ayudó a debilitar al catolicismo. La decisión del Congreso de trasladar los días festivos al lunes siguiente ayudó a que pasaran al olvido las fiestas religiosas. Así, las religiones cristianas se convirtieron en parte destacada de la política, contribuyendo a la crisis del catolicismo, aun siendo mayoritario.
El debilitamiento de los partidos, propiciado por la expansión del clientelismo, disparó la corrupción en un Estado en permanente crecimiento. El predominio de listas abiertas la aumentó y los partidos políticos pasaron a “bailar al son que les toquen”. El aval de los partidos a candidatos respaldados por religiones cristianas se expandió en el otrora “sistema de partidos” y sus elegidos se multiplicaron. Hay alrededor de 40 congresistas cristianos elegidos en menos de tres décadas, incluidas figuras en altos cargos públicos y diplomáticos. En las pasadas elecciones fueron cerca de 300 los candidatos cristianos postulados al Congreso. Así, las religiones pasaron a ser parte esencial de la política, exceptuado al catolicismo, impedido de pronunciarse abiertamente desde la época de la violencia, con sus líderes conservadores –incluso obispos– atacando al liberalismo.
Adenda. ¿Será posible que el Gobierno incluya a las centenas de religiones en el sistema tributario distorsionado de un Estado políticamente débil?