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Tal como lo hizo Europa hace más de un lustro, las autoridades del sector de las telecomunicaciones comienzan a proponer la transición de la regulación por servicios a una por mercados, consecuencia necesaria de la convergencia tecnológica o la posibilidad de ofrecer a los usuarios en un mismo dispositivo aplicaciones de voz, datos, audio y video.
Esta transición, a pesar de tener grandes retos de orden jurídico, económico y técnico, es de vital importancia para generar reflexiones y propuestas en torno a los cambios en el marco regulador y sobre el desarrollo de políticas públicas de las industrias de las tecnologías y las comunicaciones.
Este proceso coincide con una profunda transformación de la estructura de los sectores relacionados con las tecnologías y las comunicaciones, consecuencia de los procesos de globalización económica y apertura a la competencia de mercados. Asistimos a un profundo cambio del modelo tradicional, con estructura lineal, a uno más complejo, que propicia el ingreso del derecho de la competencia en los mercados tecnológicos.
El nuevo modelo supone nuevos servicios dados por los avances tecnológicos, la muerte del monopolio público y la liberalización en la prestación de servicios, mayor complejidad en las actividades de los proveedores de sistemas, infraestructura y equipos y, fundamentalmente, se empieza a dejar atrás el concepto de mercados nacionales, por los de globalización, competitividad, consolidación y productividad.
En definitiva, los avances tecnológicos y la transformación de la demanda, junto con la internacionalización de las economías, tendrán un impacto inmediato sobre la regulación, la estructura del sector y el comportamiento de los agentes. Gracias a este proceso, es prudente realizar una revisión del marco regulatorio actual, así como temas tan importantes como el rol que debe cumplir el Estado para satisfacer la obligación de servicio universal en este nuevo enfoque y las condiciones y nuevas estrategias de negocio que han de acometer los operadores para crecer rentablemente.
El éxito de la transición hacia una regulación por mercados, promotora de la competencia lo determinará, fundamentalmente, que al tiempo que se hace un proceso transparente, participativo y que genera seguridad jurídica en cuanto a su aplicación en los agentes del mercado y consumidores, no es incompatible con los estímulos a la innovación y a la inversión.