Hace un mes Colombia vivió la posesión presidencial más simbólica de su historia. En 30 días se han planteado cambios de fondo, que no se habían esbozado en 30 ni en 300 años, pero nosotros somos un país pendular, que oscila entre la lentitud y el afán, y muchos le están diciendo al Gobierno que ya debería haber pasado de los símbolos a los hechos y de las propuestas a las respuestas.
Claro, hay temas especialmente sensibles, como el hambre o la infancia, sin tiempo para lo estático.
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