Mi voto no es secreto. Humberto de la Calle lideró las dos realidades políticas de mayor impacto positivo en los últimos 100 años en Colombia: la Constituyente del 91 y el Acuerdo de Paz con las Farc, dos empresas sociopolíticas que habrían podido ser saltos al vacío y que De la Calle sacó adelante.
El pasado viernes, Granada —un pueblo antioqueño que ha sufrido todas las guerras— le rindió a De la Calle un tributo de gratitud. “Don Humberto, gracias a su trabajo en La Habana, por fin pudimos dormir sin el ruido de las balas pasando por nuestras cabezas”. “Cuando estamos juntos boleando azadón, ya no hay rencor ni enemigos”. Con el 97 % de su población desplazada, Granada se ha dedicado desde la firma del Acuerdo a reconstruir las casas y las almas del pueblo. En el Salón del Nunca Más están los rostros de hombres, mujeres y niños desaparecidos; cartas de una niña a su padre, devorado por los enfrentamientos; un pedazo de explosivo, una puerta a la paz, textos de perdón sin olvido; tierra triste recuperada de una fosa donde podríamos haber estado nosotros. El Acuerdo les permitió volver a empezar y los hijos de la guerra serán ahora los padres de la paz.
De la Calle logró que medio país cambiara el grito ensordecedor de la violencia por la voz de la conciliación y ahora necesitamos que legisle esta Colombia descuadernada. Desde el Senado exigirá la verdadera implementación del Acuerdo de Paz y propone reformar la Policía, la justicia y la política, saldar deudas sociales, defender el tema ambiental y la autonomía en las decisiones más difíciles del ciclo vital. Es nuestro único estadista vivo, el decano que ejerce el humanismo y se mueve con talento y espontaneidad en el país de las mariposas amarillas y en el contexto internacional. Ejerce la política y la vida con una mezcla fascinante de lucidez, virtud y desafío a lo convencional. Sabe que ningún incendio se apaga con odio y gasolina. Por eso votaré por De la Calle para el Senado, #1, Coalición Centro Esperanza.
Para la Cámara mi voto es por Gabriel Cifuentes #103, Alianza Verde. Columnista, abogado uniandino con maestrías y doctorado en Harvard, Nueva York y Roma, lleva tatuada en los genes y en la conducta la camiseta de la paz. Confío mucho en Gabriel. Es un extraordinario ser humano, pensante a profundidad sobre temas del conflicto armado, justicia transicional y reconciliación. Tiene transparencia ética e intelectual y jamás le han sido ni le serán indiferentes las vidas y muertes de líderes sociales y excombatientes.
La democracia participativa debe derrotar al régimen ejercido durante estos casi cuatro años cooptados por masacres, por la dictadura del miedo y la incapacidad de gobernar.
Necesitamos una bancada por la paz fuerte y visionaria: que Humberto de la Calle sea elegido con una gran votación; que Iván Cepeda, el congresista del valor ilimitado, el defensor de paz y de los derechos humanos a quien nada ni nadie doblega, siga en el Senado; que llegue a la Cámara gente nueva en política, como Gabriel Cifuentes y Diana Rodríguez, una mujer pila y sin contaminaciones, comprometida con temas de seguridad ciudadana, género y reforma rural integral.
Lo vivido y lo enterrado desde el 7 de agosto de 2018 nos obliga a salir de esta neblina entre el retroceso, la parálisis y el avance de la democracia. Los invito a demostrar que la política no es patrimonio de los partidos y que el raciocinio y el voto de opinión pueden más que la mano peluda de los barones electorales, patrocinadores de la corrupción y el descrédito.
Mi voto no es secreto. Humberto de la Calle lideró las dos realidades políticas de mayor impacto positivo en los últimos 100 años en Colombia: la Constituyente del 91 y el Acuerdo de Paz con las Farc, dos empresas sociopolíticas que habrían podido ser saltos al vacío y que De la Calle sacó adelante.
El pasado viernes, Granada —un pueblo antioqueño que ha sufrido todas las guerras— le rindió a De la Calle un tributo de gratitud. “Don Humberto, gracias a su trabajo en La Habana, por fin pudimos dormir sin el ruido de las balas pasando por nuestras cabezas”. “Cuando estamos juntos boleando azadón, ya no hay rencor ni enemigos”. Con el 97 % de su población desplazada, Granada se ha dedicado desde la firma del Acuerdo a reconstruir las casas y las almas del pueblo. En el Salón del Nunca Más están los rostros de hombres, mujeres y niños desaparecidos; cartas de una niña a su padre, devorado por los enfrentamientos; un pedazo de explosivo, una puerta a la paz, textos de perdón sin olvido; tierra triste recuperada de una fosa donde podríamos haber estado nosotros. El Acuerdo les permitió volver a empezar y los hijos de la guerra serán ahora los padres de la paz.
De la Calle logró que medio país cambiara el grito ensordecedor de la violencia por la voz de la conciliación y ahora necesitamos que legisle esta Colombia descuadernada. Desde el Senado exigirá la verdadera implementación del Acuerdo de Paz y propone reformar la Policía, la justicia y la política, saldar deudas sociales, defender el tema ambiental y la autonomía en las decisiones más difíciles del ciclo vital. Es nuestro único estadista vivo, el decano que ejerce el humanismo y se mueve con talento y espontaneidad en el país de las mariposas amarillas y en el contexto internacional. Ejerce la política y la vida con una mezcla fascinante de lucidez, virtud y desafío a lo convencional. Sabe que ningún incendio se apaga con odio y gasolina. Por eso votaré por De la Calle para el Senado, #1, Coalición Centro Esperanza.
Para la Cámara mi voto es por Gabriel Cifuentes #103, Alianza Verde. Columnista, abogado uniandino con maestrías y doctorado en Harvard, Nueva York y Roma, lleva tatuada en los genes y en la conducta la camiseta de la paz. Confío mucho en Gabriel. Es un extraordinario ser humano, pensante a profundidad sobre temas del conflicto armado, justicia transicional y reconciliación. Tiene transparencia ética e intelectual y jamás le han sido ni le serán indiferentes las vidas y muertes de líderes sociales y excombatientes.
La democracia participativa debe derrotar al régimen ejercido durante estos casi cuatro años cooptados por masacres, por la dictadura del miedo y la incapacidad de gobernar.
Necesitamos una bancada por la paz fuerte y visionaria: que Humberto de la Calle sea elegido con una gran votación; que Iván Cepeda, el congresista del valor ilimitado, el defensor de paz y de los derechos humanos a quien nada ni nadie doblega, siga en el Senado; que llegue a la Cámara gente nueva en política, como Gabriel Cifuentes y Diana Rodríguez, una mujer pila y sin contaminaciones, comprometida con temas de seguridad ciudadana, género y reforma rural integral.
Lo vivido y lo enterrado desde el 7 de agosto de 2018 nos obliga a salir de esta neblina entre el retroceso, la parálisis y el avance de la democracia. Los invito a demostrar que la política no es patrimonio de los partidos y que el raciocinio y el voto de opinión pueden más que la mano peluda de los barones electorales, patrocinadores de la corrupción y el descrédito.