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Parece indiscutible decir que es mejor que la economía colombiana haya crecido 17,6 % que 10 % (por dar cualquier número) -como cuando se dice que es mejor ser rico que pobre–. Al menos en el caso del PIB, la afirmación no es precisa. Quienes se emocionan demasiado con el dato reciente olvidan algo básico: ¡la economía cayó 15,7 % en el segundo trimestre del año pasado! Un piso tan bajo el año pasado hace que cualquier techo se vea alto hoy. ¿Estaríamos acaso más contentos con una tasa de crecimiento mayor así fuera resultado de una caída peor de la economía en el 2020? No. Pero quizás el presidente Duque y su equipo estarían felices de asumir el reto de encontrar algo más grandilocuente que “…se trató del trimestre de mayor crecimiento en lo que va corrido del siglo XXI en el país”.
Reconozco que en medio de la incertidumbre hay pronósticos positivos para el desempeño macroeconómico de este año, gracias a la salida de los confinamientos y a la reactivación del comercio mundial, que está beneficiando a países exportadores de materias primas como Colombia –poco mérito del Gobierno en esto–. Sin embargo, hay que anotar que el PIB sigue siendo menor en casi 1 % en relación con el segundo trimestre de 2019.
Agota por eso el triunfalismo con el que se presenta la noticia sobre el crecimiento del PIB –con titulares del tipo “reactivación a toda máquina”– y agota el triunfalismo del Gobierno. Hay que decirles que rebote no es reactivación. Y que mientras no haya verdadera reactivación, el país no logrará frenar los efectos negativos persistentes de la crisis: pérdidas de capital humano (salud, educación y formación para el trabajo), cierre de empresas y, en general, debilitamiento de las capacidades productivas del país. Esas, por ejemplo, son las variables con las que debería evaluarse el desempeño económico luego de los momentos más profundos de la crisis económica. La cuenta de la afectación sobre el crecimiento de largo plazo sigue creciendo. La crisis no es un asunto coyuntural. Y no es posible pensar en buenas políticas si continuamos con el diagnóstico del Gobierno. Por algo le cobran su desconexión con la realidad.
La verdad es que la gente estaría mucho mejor si la gestión del Gobierno hubiera sido efectiva al detener la caída libre del año pasado y en iniciar una reactivación rápida incluso si el dato de crecimiento de hoy fuera menor. Al Gobierno le faltó liderazgo para enfrentar la crisis económica: no hubo programas de empleo de emergencia; las pequeñas y medianas empresas quedaron desprotegidas, y buena parte de los recursos del Fondo para la Emergencia Económica (Fome) no se ejecutaron en el momento en que debían ser ejecutados.
No es un misterio por eso que la cifra de desempleo siga alta (14 %) y que la pobreza afecte a cuatro de cada diez colombianos. Solamente es misterio para los desorientados que confunden un rebote con una reactivación.