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¿Por qué el Gobierno no se gasta los $600.000 millones que costará la consulta popular en arreglar la carretera Panamericana? ¿O en inversión social y productiva en el Catatumbo, que está copado por las bandas de asesinos y criminales? ¿O en el sistema de salud, que se está cayendo a pedazos? ¿O en girar los subsidios de las tarifas del sistema eléctrico, que está al borde de reventarse? ¿O en desterrar por fin de Colombia las muertes de niños por desnutrición, que son uno de los dolores y las vergüenzas más grandes que tenemos como sociedad? ¿O en programas que detengan el horror de miles de mujeres y niñas abusadas sexualmente todos los años en este país?
¿Qué berrieta es esta del presidente Petro? ¿Qué berrinche?
El Estado colombiano está del cuello, más endeudado que nunca, ¿y el presidente quiere tirar por el sifón medio billón de pesos? ¿Sí? Los faltantes del presupuesto público se financian con deuda externa, en un gran porcentaje y, a medida que sube la deuda, una porción mayor del gasto del Estado se va en pagar intereses. Como es lógico, esto perjudica gravemente la inversión social. Y, todavía peor, como el presidente es tan errático y desacertado, el mundo entero nos ha incrementado el costo de la financiación local con el artificio ese de las “calificadoras de riesgo” y con tasas de interés más altas que las que tienen que pagar otros países.
Mejor dicho, “un puto circo”, como dijo alguien. Y el presidente, por una pataleta, decidió botar a la caneca $600.000 millones. Todo porque no tuvo la “muñeca” para manejar al Congreso de la República y conseguir que le aprobaran sus reformas y propuestas.
¿Y saben qué es lo más triste? ¡Que la tal consulta no evita el paso por el Congreso! ¡El Congreso la tiene que aprobar! Si no, ¡no se puede convocar! De modo que el presidente tiene que lidiar con los parlamentarios, gústele o no. Los mismos parlamentarios que le han bloqueado los proyectos de ley.
¿Y saben qué es ya para arrancarse los pelos de la cabeza y dar alaridos? Que la tal consulta, en caso de cumplir con todos los requisitos legales que se le exigen y de ser acogida por determinada mayoría de los votantes, no significa la aprobación de ninguna ley: es solo un mecanismo de consulta de la opinión y el sentir general respecto de uno o varios asuntos de interés nacional. Después de lo cual hay que volver indefectiblemente al Congreso y tramitar, como ordena la Constitución, las iniciativas gubernamentales.
Petro tenía –siempre ha tenido– ideas valiosas e interesantes que, por lo menos a mí, me atraían y me entusiasmaban. Eran ideas y visiones alrededor de actos de justicia social y humana que están en mora de realizarse en este país hace más de 200 años. Es que la nuestra es en verdad una sociedad muy desigual y muy deshumanizada.
Pero, al final, Petro es solamente el mal presidente que se veía venir después de haber sido el alcalde que fue.
