La palabra fraternidad

Gonzalo Mallarino Flórez
24 de julio de 2024 - 05:05 a. m.

La palabra fraternidad ya no tiene prestigio.

Los sentimientos fraternos ya parecen una cursilería. O quien dice tenerlos es de desconfiar. Algo se trae escondido, mucho ojo.

Tal vez los padres y las madres de la sociedad de hoy no quedan muy contentos o contentas si ven que sus hijos e hijas se inclinan a sentimientos como la fraternidad. Sería mejor que fueran unos ganadores. Es lo que la cultura nos ha impuesto. Que hablen el inglés mejor que el español y que de grandes sean presidentes de una compañía multinacional. Que tengan una carrera rutilante. ¿Para qué quiere uno un niño que mire a los otros niños como sus hermanos? ¿Se habrá visto? Es que un niño con sentimientos como la fraternidad, a ojos de muchos, es medio pendejo. Se lo va a devorar el mundo. Y no lo contrario, que él se devore al mundo como el ganador que hemos forjado.

De la fraternidad se desprenden palabras como la bondad, la solidaridad, la clemencia, la ternura. Todas palabras muy cursis hoy en día, palabras de gente tonta, de gente muy blanda, de mediocres. No se sabe cuál es peor.

Y así estamos, así nos luce el pelo, como decía mi mamá. Suena tremendista, pero este mundo de hoy se está acabando. Vamos mal, vamos camino al precipicio. ¿Cuánto le queda a la especie humana? ¿Unos 200 años? ¿500? No creo que 1.000, no parece.

En todos los niveles, desde la universidad hasta el jardín infantil, yo pondría clases de fraternidad. Ensayar a hacer actos fraternos por los otros, a ver qué pasa. O mejor, preparemos toda una generación de niños y niñas fraternales, a ver qué pasa. No imponerles a los niños y niñas que sean descollantes, sino más bien que sean amorosos. ¿Estoy diciendo una imbecilidad?

No imponerles a los niños y niñas que sean unos campeones, unos triunfadores, sino que sean dulces, sentimentales, más humanizados, más cercanos a lo que parece sernos natural -hay ejemplos de eso-, que es estar en comunidad y querer a los demás y estar preocupado por el bienestar de los demás. Hagámoslo, ensayémoslo, tal vez haya menos violencia y crueldad. Tal vez haya menos degradación humana. Tal vez construyamos comunidades más solidarias. Tal vez nos ganemos 500 años.

Se me dirá que estoy diciendo pendejadas, pero es que parece que esto de que los niños tengan que reventar a codazos a los otros niños y superarlos a como dé lugar, como tal currículum, no está funcionando para nada bien. Nuestras sociedades parecen enfermas, llagadas, atravesando un enorme desierto...

Como ya dije, sé que algunos pensarán que estoy diciendo puras fruslerías. Dirán: ¡yo qué sé cuándo se va a acabar el mundo! ¡que se acabe cuando se acabe! Aún me queda tiempo para pisotear un poco más a los demás, para engañar un poco más, para quebrar a golpes a unos pocos más. Si aquí de lo que se trata es de someter a los otros. ¡Hay que triunfar!

Como decía el ciego Borges, que sí veía bien el pasado y el porvenir: “es la historia de Caín, que sigue matando a Abel”.

Gonzalo Mallarino Flórez

Por Gonzalo Mallarino Flórez

Escritor. Autor de varios libros de poesia y de ocho novelas, de las que hacen parte sus célebres Trilogía Bogotá y Trilogía de las Mujeres. Es frecuente colaborador de importantes periódicos y revistas

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Radar(44002)24 de julio de 2024 - 11:54 p. m.
El amor fraterno es el más difícil de encontrar, porque nos falta conocimiento del otro para poderlo asociar a nosotros como un igual, y así, poderlo amar, sentir compasión, ser solidarios y actuar con empatía. Hoy, esa ausencia de amor fraterno en la sociedad, hace que hasta quienes trabajan en el sector de la salud, tengan que ser convocados a realizar cursos de "sensibilización" para que la atención se centre en la Persona y no en la enfermedad.
Ramón(23795)24 de julio de 2024 - 11:38 p. m.
Muy buen artículo Gonzalo. Recomiendo el libro: "Dignos de ser humanos" del autor británico Rutger Bregman
Hernando(58851)24 de julio de 2024 - 09:03 p. m.
La persona viene a este mundo para ser FELIZ, y esto cómo se logra? Observando que es lo que más le gusta al niño(a);.. descubierta su preferencia, la tarea de los padres y maestros es darle apoyo, orientación; si llenáramos este planeta de gente feliz, la violencia desaparecería.
Esther(z16gi)24 de julio de 2024 - 04:51 p. m.
No creo que hoy usted haya escrito pendejadas, creo que ha tocado un tema que lamentablemente no pega con nuestra sociedad consumista y competitiva pero que si fuera tomado en serio talvez nos podría ayudar a criar niños y jóvenes respetuosos del otro y capaces de pensar más allá de sus intereses, modas y cachivaches tecnológicos. Talvez podrían ser solidarios , creativos y dispuestos a velar por su comunidad y un mundo mejor... Pero eso no cotiza para los pragmáticos...
Tomas 11(06010)24 de julio de 2024 - 04:46 p. m.
Que buena columna. La educación en virtudes para una vida justa y guiada por sentimientos nobles es el único camino viable para una humanidad extraviada en un individualismo atávico y mezquino. No hay vida sin amor. Para que exista humanidad debemos concebir horizontes éticos guiados e inspirados por sentimientos de fraternidad y solidaridad.
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