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Previo a las elecciones presidenciales, la Federación Nacional de Departamentos realizó una serie de mesas técnicas con alcaldes y gobernadores como insumo documental para la publicación del libro “Las regiones proponen”. Como era de esperarse en un país con tanta variedad ecosistémica, considerado el año pasado el segundo destino turístico más atractivo del mundo por The New York Times, una de las conclusiones principales fue destacar el papel protagónico que puede desempeñar esta actividad como propuesta para el mercado internacional y jalonadora del desarrollo nacional, en la medida en que se aproveche como fuente primaria de oportunidades para la modernización socioeconómica y cultural de las regiones.
El perfilamiento de este sector como puntal económico estratégico obedece al potencial que brinda para promover proyectos alternativos, con apropiación de territorio, a través de productos turísticos relacionados con la naturaleza y el patrimonio histórico y cultural, y a sus promisorias expectativas en términos de ingresos, empleos e inversiones. El año pasado tuvo una participación en el Producto Interno Bruto del 2,1 por ciento, generó ingresos por US$4.7 billones y alcanzó una cobertura del 3,2 por ciento en ocupación laboral, según las cifras oficiales, mostrando una franca recuperación, tras haber sido el más afectado por la pandemia.
Para este año, el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) proyecta que la actividad cerrará con 1,3 millones de puestos de trabajo, equivalente al 5,5 por ciento de la oferta total del país, mientras que para 2033, el mismo organismo pronostica una contribución al PIB superior a los US$20 mil millones, equivalente al 4,9 % del global de la economía colombiana, de mantenerse su actual estado de inercia.
Desde hace una década, el turismo en Colombia se contempla como una opción real para apalancar el desarrollo económico y social, por cuanto reúne las condiciones para contribuir en la lucha contra la pobreza, particularmente en las zonas más alejadas y deprimidas y con mayores niveles de vulnerabilidad. Un propósito abanderado desde las mismas instancias presidenciales, pero al que le sigue faltando la dosis de voluntad política, dada la escasa suma de esfuerzos y escasa articulación entre las diversas escalas del Estado, nacional, regional y municipal.
De ahí la importancia de las elecciones regionales del próximo domingo, en las que se elegirán los nuevos mandatarios seccionales y locales, en cuyas manos estará la responsabilidad de formular políticas públicas, dirigidas a promover la actividad, estimular el posicionamiento de sus territorios e impulsar emprendimientos, pequeños y medianos, dándole valor a la materia prima de cada zona, sin detrimento del medio ambiente. A partir del primero de enero se abren nuevas oportunidades para la toma de decisiones, consecuentes con la necesidad de visibilizar la provincia, para empezar a resolver, en gran parte de ella, las causas estructurales de su abandono.
Entidades gremiales, como Cotelco y Acotur, reunieron en los últimos meses a millares de aspirantes a gobernaciones y alcaldías, particularmente pertenecientes a las regiones más favorecidas por los recursos naturales, históricos y culturales, para evaluar las realidades de la industria, con resultados prometedores. Se observó en muchos de ellos disposición a incorporar en los planes de desarrollo políticas turísticas encaminadas a capitalizar los atractivos patrimoniales, construir estrategias de promoción y priorizar la competitividad bajo premisas de sostenibilidad y prácticas responsables.
En departamentos como los del Eje Cafetero, Bolívar, Meta y Chocó se suscribieron pactos por el turismo, que, de cumplirse, comprometen a gobernaciones y municipios a trabajar en la gestión y planificación del sector y a prenderle los motores a un proceso de gobernanza articulada entre autoridades, comunidades, prestadores de servicios y guías turísticos, con el fin de convertirlo en un generador de ingresos, empleos y bienestar.
En cuanto a Bogotá, el más importante destino turístico del país, poco se conoce acerca del abecedario de propuestas turísticas de los candidatos, tanto al Concejo como a la Alcaldía. Gustavo Bolívar acogerá, seguramente, el giro de transición que plantea el Gobierno Nacional, enfatizando en las alternativas de naturaleza, comunitario, cultural, de salud, científico y modalidades afines, consideradas como fuente de divisas de bajo impacto negativo en la balanza de pagos. Rodrigo Lara planteó en algún debate, la seguridad y la movilidad como medidas complementarias para atraer el interés de los turistas.
Carlos Fernando Galán fue el único que puso sus cartas sobre la mesa para posicionar a la capital como centro turístico internacional. Entre sus propuestas está convertir a Bogotá en un Destino Turístico Inteligente, haciendo uso de las TIC para ofrecer productos y servicios innovadores, accesibles e incluyentes; concebir iniciativas de mercado con estrategias y acciones que mejoren la competitividad, calidad y sostenibilidad, y orientar su promoción como destino diverso, cultural y creativo. La seguridad, el aseo del espacio público y el embellecimiento urbano los considera piezas fundamentales para potenciar la inversión turística.
Ciudades y departamentos enfrentarán el reto de transformar el turismo en herramienta de empleo, crecimiento económico y puesta en marcha de nuevas actividades productivas, bajo el liderazgo de un gobierno central obligado a bridarles apoyo y garantías. Entre sus principales responsabilidades está darle debido impulso a la conectividad aérea y a la infraestructura vial y de servicios, pero, muy especialmente, a la seguridad para generar confianza a los viajeros. Del éxito de la política de paz total dependerá que se le tracen linderos a esa violencia territorial que atemoriza a los turistas.
Dentro del escenario económico nacional, el turismo es una apuesta valiosa como factor de equidad social y su futuro estriba en la valoración que se le dé como estrategia económica. Los próximos mandatarios territoriales serán actores protagónicos del cambio y de la voluntad política del Estado, promoviendo seguridad y llevando la institucionalidad a la provincia, mereceremos ese desafiante calificativo de País de la Belleza, como reza la atrayente narrativa promocional de este Gobierno.
En el sector: Al término de su reciente asamblea ordinaria, celebrada en Uzbekistán, la Organización Mundial de Turismo (OMT) escogió 54 destinos, localizados en los cinco continentes, como los mejores pueblos rurales turísticos de 2023. La distinción con la que se reconoce, además de la belleza paisajística del lugar, el compromiso de sus habitantes con los recursos culturales y naturales y sus políticas de desarrollo y sostenibilidad, incluyó a dos hermosos municipios colombianos: Filandia, en Quindío, y Zapatoca, en Santander. Filandia se destaca por la belleza de su arquitectura y de sus paisajes cafeteros, mientras Zapatoca sobresale por sus atractivos naturales y arqueológicos y su cultura de protección medioambiental. Dos destinos que no deben faltar en los planes turísticos de los colombianos.
