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Los positivos resultados registrados el año pasado en los mercados turísticos, tanto internacional como doméstico, permiten considerar que la actividad se encamina, definitivamente, a superar en los próximos once meses los históricos niveles prepandémicos de 2019. Su confirmada resiliencia y rápida recuperación favorecen pronósticos de crecimiento alentadores, y todo apunta a señalar que los destinos con vocación turística volverán a contar con el sector como poderoso aliado para desarrollar políticas económicas, estimular empleo y abrir oportunidades para sus comunidades.
Durante 2023, el turismo internacional alcanzó a sumar US$1,4 billones, con un número estimado de 1.300 millones de llegadas internacionales, según se desprende del primer avance del Barómetro OMT del Turismo Mundial. Aunque tan solo se alcanzó a llegar al 89 % de los niveles registrados antes de la pandemia, el organismo es optimista y considera que, con la liberación de la demanda acumulada restante, el aumento de la conectividad aérea y la mayor recuperación de los mercados y destinos asiáticos se logrará su total redención.
Para este año, las expectativas de crecimiento se perfilan por encima del 2 % con respecto a 2019, un desempeño superior, sin duda, al que proyectan gran parte de las economías nacionales. Sin embargo, como sucede con el comercio mundial, la salud del sector estará atada al ritmo de varios factores, entre ellos la evolución de la coyuntura económica mundial, la volatilidad de los precios del petróleo, el cambio climático, las tensiones geopolíticas que sobresaltan la seguridad mundial y la incertidumbre latente en Asia, donde los índices de desempeño turístico, aún, tienen pendiente un amplio margen de recuperación.
El sector se mueve, muestra su fortaleza y por todos los rincones del planeta aflora la disposición de conquistar mercados. Así se vivió en la Feria Internacional de Turismo, Fitur, la más influyente de Iberoamérica, cuyos telones acaban de bajarse en Madrid. El evento refrendó esa sorprendente dinámica que envuelve a la actividad, convertida, de tiempo atrás, en determinante para el crecimiento de la economía global. Allí hicieron presencia no menos de 9.000 organizaciones turísticas, representando intereses de 152 países, con una oferta competitiva de experiencias, que dimensiona el variopinto portafolio de alternativas que estarán puestas sobre la mesa para las distintas temporadas turísticas.
Dentro de las nuevas tendencias de viaje, uno de los ejes de la oferta global es la eco-sostenibilidad; es decir, la transición hacia un turismo sostenible, responsable con el medio ambiente, enfocado en la búsqueda de la paz y la naturaleza, lejos de contaminación y congestiones, y preferencialmente en territorios alternativos donde los viajeros puedan interactuar con las comunidades anfitrionas.
Algunos destinos emergentes han comenzado una acelerada renovación de su oferta, y Colombia, ahora desbordada en narrativas sobre la belleza y la riqueza de su patrimonio, podría sumarse a la lista. Las ventajas comparativas, dada su ubicación en el trópico y contar con un centenar de ecosistemas y más de 1.300 áreas protegidas, que lo clasifican como el segundo país más biodiverso del mundo, le permiten ser protagonista global, siempre y cuando se ajusten las variables en seguridad, conectividad e infraestructura necesarias para generar confianza y estimular el flujo de viajeros. La planificación y gestión del turismo de naturaleza es una apuesta de desarrollo viable de ser manejada con criterios sociales que impidan que un eventual auge del turismo se convierta en una práctica de extractivismo territorial y de exclusión social.
Las cifras del sector turístico en Colombia son alentadoras. El año pasado, el país fue un referente internacional por su buen desempeño. Clasificó en la sexta casilla en el mundo en llegadas de turistas internacionales, con 5,5 millones de visitante no residentes, y quedó primera en Suramérica. Para este 2024 se considera la visita de 6,02 millones de viajeros (4,3 % más que 2023), con una proyección de incremento anual del 4 % al 6 % para los próximos años.
Los reconocimientos tampoco faltan. En el ranking de Time Out figura como destino imperdible para visitar, con la recomendación de navegar por el río (Magdalena) que inspiró El amor en los tiempos del cólera. Bogotá obtuvo premio en “Lo Mejor de lo Mejor” de los Travelers Choice de TripAdvisor, y fue catalogada como Ciudad Favorita de la región por la revista The World´s Best Awards de Travel, que también acreditó a Cartagena. Zapatoca, Santander, y Filandia, Quindío, fueron seleccionados por la Red de Best Tourism Villages como ejemplos notables de destinos rurales. Para citar solo algunas menciones referenciadas desde diferentes frentes de la industria.
En este país, que bien pudiera disponer de su generosa geografía como una de sus mayores fuentes de ingreso para redistribuir riqueza, el turismo es la herramienta disponible más eficaz para iniciar el rescate de las regiones, con salvaguarda de los territorios rurales, dando impulso a proyectos empresariales endógenos y al empoderamiento de las comunidades locales, para mejorar sus hoy inciertas condiciones de vida. El turismo es un evidente catalizador de desarrollo y bienestar.
Luego del tormentoso 2020, del ensombrecido 2021 y de un 2022 lanzando las primeras señales de recuperación, el sector turístico aceleró su redención el año pasado, y todo indica que en el actual se consolidará, superando una racha de costosas consecuencias. Entre buenos vientos, el turismo levanta el vuelo, y el país de la belleza tiene en esta industria la llave para superar la inequidad territorial y consagrar la paz. Dos objetivos nobles por los que bien vale la pena aprovechar estos nuevos soplidos providenciales.
En el sector: El empresario Diego Rafael Patiño Campos obtuvo jugosos contratos en el gobierno de Iván Duque para el suministro de máquinas detectoras de sustancias psicoactivas en diferentes aeropuertos del país. La revista Raya reveló chats ocultos entre el narcotraficante Carlos Andrés Zapata, alias Anestesia, y Patiño, quien, asociado con la exfiscal, Ana Catalina Noguera, condenada por la justicia, negociaba bienes incautados. Lo normal en esta Fiscalía fue que el expediente lo archivó el oscuro y ladino fiscal, Francisco Barbosa, a quince días de retirarse del cargo para hacer política con medio centenar de guardaespaldas y una veintena de camionetas blindadas. Patiño, un personaje cercano a Cambio Radical, no fue imputado.
