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Notas al vuelo

Un día para la reflexión sobre la paz

Gonzalo Silva Rivas
25 de septiembre de 2024 - 05:00 a. m.

Este viernes se conmemora el Día Mundial del Turismo, evento global cuyo objetivo es sensibilizar a la comunidad internacional sobre la importancia de esta actividad en el desarrollo económico, político y cultural de las naciones. El lema de la presente versión, «Turismo y Paz», busca crear conciencia entre los actores intervinientes en la oleada de conflictos que golpea a países y a regiones del planeta, sobre la necesidad de fomentar el diálogo, la cooperación y el respeto, invitándolos al análisis y a la reflexión, en aras de promover la reconciliación y la convivencia pacífica.

Los actos principales de celebración por parte de la OMT se llevarán a cabo en Georgia, un pequeño pero estratégico país euroasiático, localizado en la costa del mar Negro, en el límite entre la Europa Oriental y el Asia Occidental, que conoce, tanto como nosotros, el dolor y el sufrimiento ocasionado por las disputas internas, los combates y la violencia.

Esta antigua república soviética, víctima de una prolongada pugna étnica-política, polarizada por los intereses geoestratégicos de Rusia y Estados Unidos, pretende hacer del turismo una fuente esencial de su economía, gracias al atractivo de sus típicas aldeas y sus finas playas. Cerca de nueve millones de viajeros, recibidos en el último año, le aportaron divisas por USD 6.000 millones, USD 3.000 millones menos que las que ingresaron a nuestro país, catalogado como uno de los más bellos y de mayor potencial turístico en el planeta.

Según las Naciones Unidas, los conflictos en el mundo van en aumento. Las causas son múltiples y están preferencialmente originadas por factores de poder. A nivel interno, en su mayoría, se libran entre milicias políticas, organizaciones terroristas y grupos criminales, como respuesta a la ausencia estatal, al desmoronamiento institucional, las inequidades sociales y la usurpación de los beneficios económicos por parte de las élites, mientras que los regionales suelen ser alimentados económica y militarmente por las potencias globales, en provecho de sus propios intereses, muchas veces violatorios del Derecho Internacional Humanitario.

En Colombia, como en Georgia y en otras zonas afectadas por la violencia, los conflictos armados influyen negativamente en la actividad turística, por cuanto propician el incremento acelerado en los índices de inseguridad, aíslan los territorios, profundizan la escasez de bienes y servicios y estimulan el desplazamiento de sus habitantes. De contera, producen un tremendo impacto en la reputación de los destinos y, claro está, afectan el comportamiento general de la economía.

Pero paradójicamente, en un escenario marcado por tensiones políticas y sociales, el turismo puede dejar de ser víctima para convertirse en promotor de paz, considerando su condición de estratégico catalizador de las oportunidades económicas. Este sector constituye una importante fuente de ingresos, al proporcionar empleo y mejorar infraestructuras, dos condiciones básicas para reducir la pobreza y reconstruir el tejido social, las raíces subyacentes de la violencia desatada con particular sevicia en los territorios más deprimidos.

En un país como el nuestro, de gran riqueza natural, con 91 ecosistemas y clasificado entre los más biodiversos del mundo, el turismo sostenible está llamado a jugar un papel clave en la consolidación de la paz, dada su capacidad para corregir las condiciones económicas de las zonas rurales y de las áreas controladas por grupos armados, ofreciéndoles a los militantes, alternativas para integrarse a la vida civil y participar en actividades legales.

Diversos programas para la comercialización de productos turísticos, dirigidos a excombatientes y comunidades afectadas por el conflicto, han sido impulsados por el Gobierno. Es el caso de alianzas productivas integradas a la Red Comunitaria de Turismo, Paz y Reconciliación, donde se formalizan proyectos de naturaleza, aventura y memoria histórica, que fomentan el ejercicio de esta dinámica. La capacitación recibida les permite reconstruir sus vidas, favoreciendo la economía familiar. En la pasada Vitrina de Anato, 70 firmantes de paz de Cesar, Caquetá, Tolima, Guaviare y Meta se hicieron presentes con propuestas prometedoras. Muestra de ello, la Cooperativa Multiactiva Marquetalia, en Planadas (Tolima) y la empresa Turismo Integral por la Paz, Turipaz, en La Montañita (Caquetá).

La biodiversidad y la riqueza cultural que se expande en la amplitud de nuestro territorio abren un amplio abanico de posibilidades para ser productivamente explotadas a través del ecoturismo y el turismo comunitario. Su implementación en los territorios que han sido blanco de grupos armados ayuda a borrar las huellas del conflicto, neutraliza los desplazamientos, pero, además, contribuye, a promover la conservación de los recursos naturales y culturales, con dividendos para el desarrollo sostenible y la cohesión social de su círculo de habitantes.

Consolidar ese escenario, sin embargo, parece que seguirá siendo una tarea compleja, ante las dificultades para preservar el orden público y detener el conflicto armado, pese a las intenciones gubernamentales, con su política de “Paz Total”. Los conflictos han resurgido en varias regiones, especialmente en zonas como Cauca, Arauca y Norte de Santander, donde la actividad de grupos ilegales, como el Clan del Golfo, el ELN y las disidencias de las FARC, se ha intensificado. La seguridad sigue siendo volátil y en varias zonas del país las alarmas están pendidas, generando una razonable inquietud entre los turistas, especialmente los extranjeros.

Pese a dichas circunstancias, el turismo en Colombia ha experimentado en los últimos años un llamativo crecimiento, demostrando con el aporte de divisas su potencial liderazgo para la economía nacional. Vale destacar que en 2023 hubo un incremento considerable en la llegada de turistas. Seis millones de viajeros representaron un alza del 28 % en comparación con 2022, proyección que ha logrado sostenerse durante los primeros siete meses de este año, con el ingreso de 3.701.202 de visitantes no residentes, cifra que supera en 7,7 % el registro del mismo período en 2023.

Aunque suene utópico, el próximo Día Mundial del Turismo debería convocarnos a la reflexión en torno al imperativo de promover el entendimiento, la reconciliación, el respeto institucional y la defensa de la democracia para garantizar un país en paz, en el que las personas puedan desarrollarse en ambiente de armonía y convivencia, a través del diálogo y la solución pacífica de las diferencias. En un país clasificado como el tercero más bello del mundo, el turismo debería marcar el camino hacia la construcción de una sociedad más justa, inclusiva y democrática, capaz de dejar en el pasado el lastro de la guerra y de la discordia política.

gsilvarivas@gmail.com

@gsilvar5

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AtehortuA(40638)Hace 2 horas
Intentemos hacer de la industria turística en Colombia el motor de desarrollo y de la paz como lo sugieren los postulados de la OMT. Buen llamado hace usted a la reflexión política sobre la paz entre todos los actores de esta barbarie, muchos de ellos civiles que incendian este país con sus declaraciones intolerantes, recogidas y reproducidas por los medios de desinformación.
AtehortuA(40638)Hace 2 horas
Aunque el turismo en Colombia se sigue mirando con cierto desdén entre algunos polemistas de radio, entre ellos ciertos negacionistas, bueno es recordarles que cada vez se posiciona como un sector clave para la economía nacional. Si durante los dos últimos años ha crecido el número de turistas como las cifras lo certifican, pese a que estamos regresando a un espiral de violencia, imaginémonos cómo aumentaría si viviéramos en paz, disfrutando todos de las bellezas de este hermoso país.
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