La mejor imagen que tuvimos por varios años los hinchas del fútbol colombiano es la de Faryd Mondragón llorando al final del partido Colombia-Inglaterra en Francia 98. En los 90 minutos previos, Faryd fue una muralla infranqueable y, de no ser por sus gatunas atajadas, a la selección nuestra le hubieran encajado por lo menos ocho goles. Quizá por ello, sus lágrimas conmovieron: se notaban tan ciertas.
Si bien su carrera destellaba desde tiempo atrás, Faryd se consolidó como un líder de la Selección al punto que fue indiscutido en convocatorias siguientes, y cuando llegó Pékerman fue tenido en cuenta, más que por sus indiscutidos atributos en la cancha, por la seriedad y la ascendencia que tenía entre el grupo de jugadores, muchos de los cuales lo vieron como un ídolo y ahora podrían compartir entrenamientos, viajes, partidos y concentraciones con el hombre de luenga estatura, palabras cortas y sobriedad indiscutible.
Faryd, quien fuera figura en Colombia, Paraguay, Argentina, Francia, Turquía, Alemania y Estados Unidos, regresó a Colombia en el ocaso de su carrera para jugar con su Deportivo Cali y retirarse del fútbol. Y desde ese 2014 en que dejó las canchas, comenzó sus pinitos como comentarista de fútbol, apadrinado por Carlos Antonio Vélez. Sin embargo, este jugador, que tuvo la posibilidad de vivir en países con gran tradición cultural e histórica, al parecer no logró empaparse de ese mundo, pues sus “comentarios” y “opiniones” a lo largo de las transmisiones de partidos o en algunos programas donde participa, son autogolazos a su inteligencia o a la inteligencia de los televidentes que tienen que soportarlo.
“Para ganarle a Paraguay hay que hacer un gol más que ellos”, dijo alguna vez. En otra, quizá intentó arriesgar más —dejar su arco desprovisto— y sentenció: “Los partidos terminan en los segundos tiempos y cuando pita el árbitro”. En otra, quiso dejar las canchas para ir a terrenos de prestidigitador: “Junior le va ganando a Nacional 2-1. O sea, un gol de Nacional y empata”. En otra fue didáctico: “Hoy es la final del fútbol colombiano. Así que hoy tendremos un campeón y un subcampeón”.
Valga decir que quien esto escribe fue un admirador ferviente de este jugador y recién terminó aquel Mundial del 98 vistió una camiseta negra que en letras blancas decía: “Faryd, Orgullo Nacional”. Quizá por ello, ahora, con cierta impotencia, asista a la debacle de un ídolo que está arruinando en canchas que no son las suyas todo el prestigio que cosechó en los terrenos de juego.
Y no es el único que parece amoscarse con el asunto. A tal punto es la indignación de algunos aficionados al fútbol, que alguien construyó el perfil Gracias, Faryd, en Twitter. En este asume, de todas formas, que es “una parodia” que intenta mofarse de quien antes era un héroe de las canchas y, ahora, al parecer, no ahorra esfuerzos por ser el hazmerreir del comentario deportivo: “No soy Faryd Mondragón, pero puedo decir que una parodia es una parodia”.
En dicho perfil tuitero se recogen algunas de esas “frases hechas”, de esos “lugares comunes”. Y los lectores y cibernautas opinan sobre fútbol; allí también está registrada la última de este exseleccionado nacional, quien no bien se desempacó en Rusia para el cubrimiento del Mundial, saltó “en fuera de lugar” —y quizá porque se sintiera envalentonado por los recientes hechos políticos— y se fue en “la contra” del proceso de paz, en un programa supuestamente deportivo: “Ahora —dijo—, están libres en carros escoltados pagados por el Gobierno, pretendiendo ser la nueva era o el nuevo aire político que va a salvar el país, y hace menos de diez años estaban masacrando gente, poniendo carros bomba y transformando una juventud en guerrilleros. Acá hay que tener claro que la doble moral no juega”.
En serio. A Faryd hay mucho que agradecerle como jugador pues dio lo mejor de sí en los gramados y en términos generales su carrera no se manchó con escándalos. No obstante, si bien se le valora todo lo hecho, ahora que circula un rumor de que será entrenador de arqueros de la Selección, muchos colombianos hacemos ruegos porque ello ocurra: de esta forma la Federación de Fútbol le hará un gran favor a nuestro periodismo. Y a la sociedad en general.
La mejor imagen que tuvimos por varios años los hinchas del fútbol colombiano es la de Faryd Mondragón llorando al final del partido Colombia-Inglaterra en Francia 98. En los 90 minutos previos, Faryd fue una muralla infranqueable y, de no ser por sus gatunas atajadas, a la selección nuestra le hubieran encajado por lo menos ocho goles. Quizá por ello, sus lágrimas conmovieron: se notaban tan ciertas.
Si bien su carrera destellaba desde tiempo atrás, Faryd se consolidó como un líder de la Selección al punto que fue indiscutido en convocatorias siguientes, y cuando llegó Pékerman fue tenido en cuenta, más que por sus indiscutidos atributos en la cancha, por la seriedad y la ascendencia que tenía entre el grupo de jugadores, muchos de los cuales lo vieron como un ídolo y ahora podrían compartir entrenamientos, viajes, partidos y concentraciones con el hombre de luenga estatura, palabras cortas y sobriedad indiscutible.
Faryd, quien fuera figura en Colombia, Paraguay, Argentina, Francia, Turquía, Alemania y Estados Unidos, regresó a Colombia en el ocaso de su carrera para jugar con su Deportivo Cali y retirarse del fútbol. Y desde ese 2014 en que dejó las canchas, comenzó sus pinitos como comentarista de fútbol, apadrinado por Carlos Antonio Vélez. Sin embargo, este jugador, que tuvo la posibilidad de vivir en países con gran tradición cultural e histórica, al parecer no logró empaparse de ese mundo, pues sus “comentarios” y “opiniones” a lo largo de las transmisiones de partidos o en algunos programas donde participa, son autogolazos a su inteligencia o a la inteligencia de los televidentes que tienen que soportarlo.
“Para ganarle a Paraguay hay que hacer un gol más que ellos”, dijo alguna vez. En otra, quizá intentó arriesgar más —dejar su arco desprovisto— y sentenció: “Los partidos terminan en los segundos tiempos y cuando pita el árbitro”. En otra, quiso dejar las canchas para ir a terrenos de prestidigitador: “Junior le va ganando a Nacional 2-1. O sea, un gol de Nacional y empata”. En otra fue didáctico: “Hoy es la final del fútbol colombiano. Así que hoy tendremos un campeón y un subcampeón”.
Valga decir que quien esto escribe fue un admirador ferviente de este jugador y recién terminó aquel Mundial del 98 vistió una camiseta negra que en letras blancas decía: “Faryd, Orgullo Nacional”. Quizá por ello, ahora, con cierta impotencia, asista a la debacle de un ídolo que está arruinando en canchas que no son las suyas todo el prestigio que cosechó en los terrenos de juego.
Y no es el único que parece amoscarse con el asunto. A tal punto es la indignación de algunos aficionados al fútbol, que alguien construyó el perfil Gracias, Faryd, en Twitter. En este asume, de todas formas, que es “una parodia” que intenta mofarse de quien antes era un héroe de las canchas y, ahora, al parecer, no ahorra esfuerzos por ser el hazmerreir del comentario deportivo: “No soy Faryd Mondragón, pero puedo decir que una parodia es una parodia”.
En dicho perfil tuitero se recogen algunas de esas “frases hechas”, de esos “lugares comunes”. Y los lectores y cibernautas opinan sobre fútbol; allí también está registrada la última de este exseleccionado nacional, quien no bien se desempacó en Rusia para el cubrimiento del Mundial, saltó “en fuera de lugar” —y quizá porque se sintiera envalentonado por los recientes hechos políticos— y se fue en “la contra” del proceso de paz, en un programa supuestamente deportivo: “Ahora —dijo—, están libres en carros escoltados pagados por el Gobierno, pretendiendo ser la nueva era o el nuevo aire político que va a salvar el país, y hace menos de diez años estaban masacrando gente, poniendo carros bomba y transformando una juventud en guerrilleros. Acá hay que tener claro que la doble moral no juega”.
En serio. A Faryd hay mucho que agradecerle como jugador pues dio lo mejor de sí en los gramados y en términos generales su carrera no se manchó con escándalos. No obstante, si bien se le valora todo lo hecho, ahora que circula un rumor de que será entrenador de arqueros de la Selección, muchos colombianos hacemos ruegos porque ello ocurra: de esta forma la Federación de Fútbol le hará un gran favor a nuestro periodismo. Y a la sociedad en general.