Hay momentos en la historia de las naciones en los que conviene dar un viraje político brusco y ensayar otra cosa. Algunos piensan que para esto se requiere una revolución violenta. No me parece, de violencia ya estamos hasta el bozo; quizá sea suficiente un cambio de régimen, que podría ser revolucionario sin ser violento.
Desde hace mucho tiempo el régimen presidencial colombiano (y todos los regímenes presidenciales latinoamericanos) está haciendo agua y mostrando su estancamiento e ineptitud como sistema de gobierno capaz de lograr un desarrollo sostenido, y aún más inepto para alcanzar cierto nivel de igualdad, paz y justicia...
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Por El Espectador
Hace 2 horas