La primera reacción de Gustavo Petro a la salvaje invasión de Putin a Ucrania le salió del fondo del alma: “¡Qué Ucrania ni que ocho cuartos!”. Y le salió del alma porque sabía que esta asquerosa injusticia histórica (la agresión y destrucción de un país independiente y soberano) lo obligaría al fin a tomar partido y a revelar lo que es esencialmente: una persona, como Putin, de talante claramente autoritario. Egocéntrica, megalómana, sorda a toda prudencia, narcisista, resentida y capaz de cualquier pacto o voltereta ideológica con tal de llegar al poder para no volver a soltarlo por las buenas. Esta sangrienta invasión de Ucrania, esta guerra de la que es culpable un solo tirano sanguinario, Putin, ha obligado a Petro y al petrismo devoto a quitarse la máscara: ellos no están con la libertad, ellos no están con lo que entendemos como las más preciosas garantías del liberalismo, sino contra ellas.
El petrismo es putinismo
06 de marzo de 2022 - 05:30 a. m.